EL EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESU CRISTO SEGÚN SAN LÚCAS Chapter 1 1 Habiendo muchos tentado a poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido del todo certificadas, 2 Como nos las enseñaron los que desde el principio fueron testigos de vista, y ministros de la palabra: 3 Háme parecido bueno también a mí, después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia, escribirtelas por orden, oh muy buen Téofilo, 4 Para que conozcas la verdad de las cosas, en las cuales has sido enseñado. 5 ¶ Hubo en los días de Heródes rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; y su mujer era de las hijas de Aarón, llamada Elisabet. 6 Y eran ambos justos delante de Dios, andando en todos los mandamientos y estatutos del Señor sin reprensión. 7 Y no tenían hijo; porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya avanzados en sus días. 8 Y aconteció, que administrando Zacarías el sacerdocio delante de Dios en el orden de su clase, 9 Conforme a la costumbre del sacerdocio, salió en suerte a quemar incienso, entrando en el templo del Señor. 10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. 11 Y le apareció el ángel del Señor que estaba a la mano derecha del altar del incienso. 12 Y se turbó Zacarías viéndole, y cayó temor sobre él. 13 Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída; y tu mujer Elisabet te parirá un hijo, y llamarás su nombre Juan; 14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento; 15 Porque será grande delante de Dios; y no beberá vino ni sidra; y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre. 16 Y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos; 17 Porque él irá delante de él con el espíritu y virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los justos, para aparejar al Señor pueblo perfecto. 18 Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días. 19 Y respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y soy enviado a hablarte, y a darte estas buenas nuevas. 20 Y he aquí, serás mudo, y no podrás hablar, hasta el día que esto sea hecho; por cuanto no creíste a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo. 21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se maravillaban que él se tardase tanto en el templo. 22 Y saliendo, no les podía hablar; y entendieron que había visto visión en el templo; y él les hablaba por señas; y quedó mudo. 23 Y fue, que cumplidos los días de su ministerio, se vino a su casa. 24 Y después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se escondió por cinco meses, diciendo: 25 Porque el Señor me hizo esto en los días en que miró para quitar mi afrenta entre los hombres. 26 ¶ Y al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado de Dios a una ciudad de Galilea, que se llama Nazaret, 27 A una virgen desposada con un varón que se llamaba José de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando el ángel a donde estaba ella, dijo: Tengas gozo, altamente favorecida, el Señor es contigo: bendita tú entre las mujeres. 29 Mas ella, como le vio, se turbó de su hablar; y pensaba que salutación fuese esta. 30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y he aquí, que concibirás en el vientre, y parirás un hijo, y llamarás su nombre Jesús. 32 Este será grande, e Hijo del Altísimo será llamado, y le dará el Señor Dios el trono de David su padre; 33 Y reinará en la casa de Jacob eternamente, y de su reino no habrá cabo. 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varón. 35 Y respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que de ti nacerá, será llamado Hijo de Dios. 36 Y, he aquí, Elisabet tu parienta, también ella ha concebido un hijo en su vejez; y éste es el sexto mes a ella que era llamada la estéril; 37 Porque ninguna cosa es imposible para Dios. 38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor, hágase en mí conforme a tu palabra. Y el ángel se partió de ella. 39 ¶ En aquellos días levantándose María, fue a la serranía con priesa a una ciudad de Judá. 40 Y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. 41 Y aconteció, que como oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena de Espíritu Santo, 42 Y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 43 ¿Y de dónde esto a mí, que venga la madre de mi Señor a mí? 44 Porque he aquí, que como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. 45 Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor. 46 ¶ Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor: 47 ¶ Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador. 48 Porque miró a la bajeza de su sierva; porque, he aquí, desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones. 49 Porque me ha hecho grandes cosas el poderoso; y santo es su nombre, 50 Y su misericordia es de generación a generación a los que le temen. 51 Hizo valentía con su brazo: esparció los soberbios en el pensamiento de su corazón. 52 Quitó los poderosos de los tronos, y levantó a los humildes. 53 A los hambrientos hinchió de bienes; y a los ricos envió vacíos. 54 Socorrió a Israel su siervo, acordándose de su misericordia, 55 Como habló a nuestros Padres, a Abraham y a su simiente para siempre. 56 Y se quedó María con ella como tres meses; y se volvió a su casa. 57 ¶ Y a Elisabet se le cumplió el tiempo de parir, y parió un hijo. 58 Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había hecho grande misericordia con ella, y se alegraron con ella. 59 Y aconteció, que al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y le llamaban del nombre de su padre, Zacarías. 60 Y respondiendo su madre, dijo: No; sino Juan será llamado. 61 Y le dijeron: ¿Por qué? nadie hay en tu parentela que se llame por este nombre. 62 Y hablaron por señas a su padre, como le quería llamar. 63 Y demandando la tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron. 64 ¶ Y luego fue abierta su boca, y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios. 65 Y vino un temor sobre todos los vecinos de ellos; y en toda la serranía de Judea fueron divulgadas todas estas cosas. 66 Y todos los que las oían, las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano del Señor era con él. 67 Y Zacarías su padre fue lleno de Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: 68 Bendito el Señor Dios de Israel, que visitó, e hizo redención a su pueblo. 69 Y nos enhestó el cuerno de salud en la casa de David su siervo. 70 Como habló por boca de sus santos profetas, que fueron desde el principio: 71 Salvación de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos aborrecieron: 72 Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo concierto: 73 Del juramento que juró a Abraham nuestro padre, 74 Que nos daría él: que libertados de las manos de nuestros enemigos, le serviríamos sin temor, 75 En santidad y justicia delante de él, todos los días de nuestra vida. 76 Tú, empero, o! niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la faz del Señor, para aparejar sus caminos: 77 Dando ciencia de salvación a su pueblo para remisión de sus pecados: 78 Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto el oriente, 79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz. 80 Y el niño crecía, y era confortado en espíritu, y estuvo en los desiertos hasta el día que se mostró a Israel. Chapter 2 1 Y aconteció en aquellos días, que salió un edicto de parte de Augusto César, para que toda la tierra fuese empadronada. 2 Este empadronamiento primero fue hecho, siendo presidente de la Siria Cirenio, 3 E iban todos para ser empadronados cada uno a su ciudad. 4 Y subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 5 Para ser empadronado, con María su mujer desposada con él, la cual estaba preñada. 6 Y aconteció, que estando ellos allí, los días en que ella había de parir se cumplieron. 7 Y parió a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y le acostó en el pesebre; porque no había lugar para ellos en el mesón. 8 Y había pastores en la misma tierra, que velaban, y guardaban las velas de la noche sobre su ganado. 9 Y, he aquí, el ángel del Señor vino sobre ellos; y la claridad de Dios los cercó de resplandor de todas partes, y tuvieron gran temor. 10 Mas el ángel les dijo: No temáis, porque, he aquí, os doy nuevas de gran gozo, que será a todo el pueblo: 11 Que os es nacido hoy Salvador, que es el Señor, el Cristo, en la ciudad de David. 12 Y esto os será por señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, echado en el pesebre. 13 Y repentinamente apareció con el ángel multitud de ejércitos celestiales, que alababan a Dios, y decían: 14 Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz, y a los hombres buena voluntad. 15 Y aconteció, que como los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores dijeron los unos a los otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos este negocio que ha hecho Dios, y nos ha mostrado. 16 Y vinieron a priesa, y hallaron a María, y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Y viéndolo, hicieron notorio lo que les había sido dicho del niño. 18 Y todos los que lo oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. 19 Mas María guardaba todas estas cosas confiriéndolas en su corazón. 20 Y se volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como les había sido dicho. 21 ¶ Y pasados los ocho días para circuncidar al niño, llamaron su nombre Jesús, el cual fue así llamado por el ángel antes que él fuese concebido en el vientre. 22 ¶ Y como se cumplieron los días de la purificación de María conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalem para presentarle al Señor, 23 (Como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz, será llamado santo al Señor;) 24 Y para dar la ofrenda, conforme a lo que está dicho en la ley del Señor, un par de tórtolas, o dos palominos. 25 Y, he aquí, había un hombre en Jerusalem llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo era sobre él. 26 Y había recibido respuesta del Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Cristo del Señor. 27 Y vino por el Espíritu al templo. Y como metieron al niño Jesús sus padres en el templo, para hacer por él conforme a la costumbre de la ley, 28 Entonces él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, y dijo: 29 Ahora despides, Señor, a tu siervo, conforme a tu palabra, en paz: 30 Porque han visto mis ojos tu salud, 31 La cual has aparejado en presencia de todos los pueblos: 32 Luz para ser revelada a los Gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel. 33 Y José y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de él. 34 Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, que este niño es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para blanco de contradicción; 35 (Y a tu alma de ti misma traspasará espada,) para que de muchos corazones sean manifestados los pensamientos. 36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, la cual era ya de grande edad, y había vivido con su marido siete años desde su virginidad. 37 Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, en ayunos y oraciones sirviendo a Dios de noche y de día. 38 Y esta sobreviniendo en la misma hora, juntamente daba alabanzas al Señor, y hablaba de él a todos los que esperaban la redención en Jerusalem. 39 Mas como cumplieron todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 Y el niño crecía, y era confortado en espíritu, y henchíase de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. 41 E iban sus padres todos los años a Jerusalem en la fiesta de la pascua. 42 ¶ Y como fue de doce años, ellos subieron a Jerusalem conforme a la costumbre de la fiesta. 43 Y acabados los días, volviendo ellos, se quedó el niño Jesús en Jerusalem, sin saberlo José y su madre. 44 Y pensando que estaba en la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes, y entre los conocidos. 45 Y como no le hallasen, volvieron a Jerusalem, buscándole. 46 Y aconteció, que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles, y preguntándoles. 47 Y todos los que le oían, estaban fuera de sí por su entendimiento y respuestas. 48 Y como le vieron, se espantaron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor. 49 Entonces él les dice: ¿Qué hay? ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios que son de mi Padre me conviene estar? 50 Mas ellos no entendieron las palabras que les habló. 51 ¶ Y descendió con ellos, y vino a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. 52 Y Jesús crecía en sabiduría, y en estatura, y en favor acerca de Dios y de los hombres. Chapter 3 1 Y en el año quince del imperio de Tiberio César, siendo presidente de Judea Poncio Pilato, y Heródes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisania tetrarca de Abilina; 2 Siendo sumos sacerdotes Annás y Caifás, fue la palabra del Señor a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3 Y él vino en toda la tierra al derredor del Jordán, predicando el bautismo de arrepentimiento para remisión de pecados; 4 Como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del que clama en el desierto: Aparejád el camino del Señor, hacéd derechas sus sendas. 5 Todo valle se henchirá, y todo monte y collado se abajará; y lo torcido será enderezado, y los caminos ásperos allanados; 6 Y verá toda carne la salvación de Dios. 7 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: Generación de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? 8 Hacéd, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comenceis a decir en vosotros mismos: Por padre tenemos a Abraham; porque os digo, que puede Dios, aun de estas piedras, levantar hijos a Abraham. 9 Y ya también la hacha está puesta a la raíz de los árboles: todo árbol pues que no hace buen fruto, es talado, y echado en el fuego. 10 Y las multitudes le preguntaban, diciendo: ¿Pues, qué haremos? 11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos ropas, dé al que no tiene; y el que tiene alimentos, haga lo mismo. 12 Y vinieron también publicanos para ser bautizados, y le dijeron: ¿Maestro, qué haremos nosotros? 13 Y él les dijo: No demandéis más de lo que os está ordenado. 14 Y le preguntaron también los soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dice: No maltratéis a nadie, ni oprimáis; y sed contentos con vuestros salarios. 15 ¶ Y estando el pueblo esperando, y pensando todos de Juan en sus corazones, si él fuese el Cristo, 16 Respondió Juan, diciendo a todos: Yo, a la verdad, os bautizo con agua; mas viene uno que es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de sus zapatos: él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. 17 Cuyo aventador está en su mano; y limpiará su era, y juntará el trigo en su alfolí: mas quemará la paja en fuego que nunca se apagará. 18 Así que amonestando otras muchas cosas también, anunciaba el evangelio al pueblo. 19 Entonces Heródes el tetrarca, siendo reprendido por él a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que había hecho Heródes, 20 Añadió también esto sobre todo, que encerró a Juan en la cárcel. 21 ¶ Y aconteció, que como todo el pueblo fue bautizado, y Jesús también fuese bautizado, y orase, el cielo se abrió, 22 Y descendió el Espíritu Santo en forma corporal, como paloma, sobre él, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti es mi placer. 23 ¶ Y el mismo Jesús comenzaba a ser como de treinta años, siendo (como se creía,) hijo de José, que fue hijo de Helí, 24 Que fue de Mattat, que fue de Leví, que fue de Melqui, que fue de Janne, que fue de José, 25 Que fue de Mattatías, que fue de Amos, que fue de Naum, que fue de Esli, que fue de Nagge, 26 Que fue de Maat, que fue de Mattatías, que fue de Semeí, que fue de José, que fue de Judá, 27 Que fue de Joanna, que fue de Resa, que fue de Zorobabel, que fue de Salatiel, que fue de Neri, 28 Que fue de Melqui, que fue de Addi, que fue de Cosam, que fue de Elmodam, que fue de Er, 29 Que fue de José, que fue de Eliezer, que fue de Jorim, que fue de Mattat, que fue de Leví, 30 Que fue de Simeón, que fue de Judá, que fue de José, que fue de Jonan, que fue de Eliacim, 31 Que fue de Melea, que fue de Menan, que fue de Mattata, que fue de Natán, que fue de David, 32 Que fue de Jessé, que fue de Obed, que fue de Booz, que fue de Salmón, que fue de Naasón, 33 Que fue de Aminadab, que fue de Aram, que fue de Esrom, que fue de Fares, que fue de Judá, 34 Que fue de Jacob, que fue de Isaac, que fue de Abraham, que fue de Tara, que fue de Nacor, 35 Que fue de Saruc, que fue de Ragau, que fue de Faleg, que fue de Jeber, que fue de Sala, 36 Que fue de Cainán, que fue de Arfajad, que fue de Sem, que fue de Noé, que fue de Lamec, 37 Que fue de Matusalén, que fue de Jenoc, que fue de Jared, que fue de Malaleel, que fue de Cainán, 38 Que fue de Henós, que fue de Set, que fue de Adam, que fue de Dios. Chapter 4 1 Y Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto, 2 Por cuarenta días, y era tentado del diablo. Y no comió cosa alguna en aquellos días: los cuales pasados, después tuvo hambre. 3 Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se haga pan. 4 Y Jesús respondiéndole, dijo: Escrito está: Que no con pan solo vivirá el hombre, mas con toda palabra de Dios. 5 Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró todos los reinos de la tierra habitada en un momento de tiempo. 6 Y le dijo el diablo: A ti te daré esta potestad toda, y la gloria de ellos; porque a mí es entregada, y a quien quiero la doy. 7 Tú, pues, si adorares delante de mí, serán todos tuyos. 8 Y respondiendo Jesús, le dijo: Quítate de delante de mí, Satanás; porque escrito está: Al Señor Dios tuyo adorarás, y a él solo servirás. 9 Y le llevó a Jerusalem, y le puso sobre las almenas del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo. 10 Porque escrito está: Que a sus ángeles te encomendará, para que te guarden; 11 Y que en sus manos te llevarán, porque nunca hieras tu pie en piedra. 12 Y respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios. 13 Y acabada toda la tentación, el diablo se separó de él por algún tiempo. 14 ¶ Y Jesús volvió en virtud del Espíritu a Galilea, y salió la fama de él por toda la tierra de al derredor. 15 Y él enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado de todos. 16 ¶ Y vino a Nazaret, donde había sido criado, y entró, conforme a su costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y se levantó a leer. 17 Y le fue dado el libro del profeta Isaías; y como desarrolló el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido; para dar buenas nuevas a los pobres me ha enviado; para sanar a los quebrantados de corazón; para publicar a los cautivos redención, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los oprimidos; 19 Para predicar el año agradable del Señor. 20 Y arrollando el libro, como le dio al ministro, se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga se clavaron en él. 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos. 22 Y todos le daban testimonio, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? 23 Y les dijo: Sin duda me direis éste refrán: Médico, cúrate a ti mismo: de tantas cosas que hemos oído haber sido hechas en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. 24 Y dijo: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su tierra. 25 En verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, que hubo grande hambre en toda la tierra: 26 Mas a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a Sarepta de Sidón, a una mujer viuda. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fue limpio, sino Naamán el Siro. 28 Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas. 29 Y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte, sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para despeñarle. 30 Mas él, pasando por medio de ellos, se fue. 31 ¶ Y descendió a Capernaum, ciudad de Galilea, y allí los enseñaba en los sábados. 32 Y estaban fuera de sí de su doctrina; porque su palabra era con potestad. 33 Y estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de un demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz, 34 Diciendo: Déjanos, ¿qué tenemos nosotros que ver contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco quién eres, eres el Santo de Dios. 35 Y Jesús le riñó, diciendo: Enmudece, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio, salió de él; y no le hizo daño alguno. 36 Y cayó espanto sobre todos, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen? 37 Y la fama de él se divulgaba de todas partes por todos los lugares de la comarca. 38 ¶ Y levantándose Jesús de la sinagoga, se entró en casa de Simón; y la suegra de Simón estaba con una grande fiebre; y le rogaron por ella. 39 Y volviéndose hacia ella, riñó a la fiebre, y la fiebre la dejó; y ella levantándose luego, les sirvió. 40 Y poniéndose el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades, los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. 41 Y salían también demonios de muchos, dando voces, y diciendo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios; mas él riñéndoles no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo. 42 Y siendo ya de día salió, y se fue a un lugar desierto; y las gentes le buscaban, y vinieron hasta él; y le detenían para que no se apartase de ellos. 43 Y él les dijo: También a otras ciudades es menester que yo anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto soy enviado. 44 Y predicaba en las sinagogas de Galilea. Chapter 5 1 Y aconteció, que estando él junto al lago de Genesaret, la multitud se derribaba sobre él por oír la palabra de Dios. 2 Y vio dos naves que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. 3 Y entrado en una de estas naves, la cual era de Simón, le rogó que la desviase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la nave al pueblo. 4 ¶ Y como cesó de hablar, dijo a Simón: Entra en alta mar, y echád vuestras redes para pescar. 5 Y respondiendo Simón, le dijo: Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos tomado; mas en tu palabra echaré la red. 6 Y habiéndolo hecho, encerraron tan gran multitud de peces, que su red se rompía. 7 E hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra nave, que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas naves de tal manera que se anegaban. 8 Lo cual viendo Simón Pedro, se derribó a las rodillas de Jesús, diciendo: Sálte de conmigo, Señor, porque soy hombre pecador. 9 Porque temor le había rodeado, y a todos los que estaban con él, a causa de la presa de los peces que habían tomado: 10 Y asimismo a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a Simón: No temas: desde ahora tomarás hombres. 11 Y como llegaron a tierra las naves, dejándolo todo, le siguieron. 12 ¶ Y aconteció que estando en una ciudad, he aquí, un hombre lleno de lepra, el cual viendo a Jesús, postrándose sobre el rostro le rogó, diciendo: Señor, si quisieres, puedes limpiarme. 13 Entonces extendiendo la mano le tocó, diciendo: Quiero: sé limpio. Y luego la lepra se fue de él. 14 Y él le mandó que no lo dijese a nadie: Mas vé (le dice,) muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza, como mandó Moisés, por testimonio a ellos. 15 Empero el hablar de él andaba tanto más; y se juntaban grandes multitudes a oír, y ser sanados por él de sus enfermedades. 16 Mas él se apartaba a los desiertos, y oraba. 17 ¶ Y aconteció un día, que él estaba enseñando, y Fariseos y doctores de la ley estaban sentados, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea, y de Jerusalem; y la virtud del Señor estaba allí para sanarlos. 18 Y, he aquí, unos hombres, que traían en una cama un hombre que estaba paralítico; y buscaban por donde meterle, y ponerle delante de él. 19 Y no hallando por donde meterle a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con la cama en medio, delante de Jesús. 20 El cual, viendo la fe de ellos, le dice: Hombre, tus pecados te son perdonados. 21 Entonces los escribas y los Fariseos comenzaron a pensar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? 22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué pensáis en vuestros corazones? 23 ¿Cuál es más fácil; decir: Tus pecados te son perdonados; o decir: Levántate, y anda? 24 Pues porque sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice al paralítico:) A ti digo: Levántate, toma tu cama; y vete a tu casa. 25 Y luego, él, levantándose en presencia de ellos, y tomando aquello en que estaba echado, se fue a su casa glorificando a Dios. 26 Y tomó espanto a todos, y glorificaban a Dios; y fueron llenos de temor, diciendo: Hemos visto maravillas hoy. 27 ¶ Y después de estas cosas salió; y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos, y le dijo: Sígueme. 28 Y dejadas todas cosas, levantándose, le siguió. 29 E hizo Leví un gran banquete en su casa, y había mucha compañía de publicanos, y de otros, los cuales estaban a la mesa con ellos. 30 Y los escribas y los Fariseos murmuraban contra sus discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores? 31 Y respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no han menester médico, sino los que están enfermos. 32 No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a arrepentimiento. 33 ¶ Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces, y hacen oraciones, y asimismo los de los Fariseos; mas tus discípulos comen y beben? 34 Y él les dijo: ¿Podéis hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos? 35 Empero vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces ayunarán en aquellos días. 36 ¶ Y les decía también una parábola: Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo: de otra manera el nuevo rompe, y al viejo no conviene remiendo nuevo. 37 Y nadie echa vino nuevo en cueros viejos: de otra manera el vino nuevo romperá los cueros, y el vino se derramará, y los cueros se perderán. 38 Mas el vino nuevo en cueros nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conserva. 39 Y ninguno que bebiere el viejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El viejo es mejor. Chapter 6 1 Y aconteció que pasando él por entre los panes el segundo sábado después del primero, sus discípulos arrancaban espigas, y comían, estregándolas entre las manos. 2 Y algunos de los Fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los sábados? 3 Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído, lo que hizo David cuando tuvo hambre, él, y los que con él estaban? 4 ¿Cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, y comió, y dio también a los que estaban con él; los cuales no era lícito comer, sino a solos los sacerdotes? 5 Y les decía: El Hijo del hombre es Señor aun del sábado. 6 ¶ Y aconteció también en otro sábado, que él entró en la sinagoga y enseñó; y estaba allí un hombre que tenía la mano derecha seca. 7 Y le acechaban los escribas y los Fariseos, si sanaría en sábado, por hallar de qué le acusasen. 8 Mas él sabía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y pónte en medio. Y él levantándose, se puso en pie. 9 Entonces Jesús les dice: Preguntaros he una cosa: ¿Es lícito en sábados hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o matar? 10 Y mirándolos a todos en derredor, dice al hombre: Extiende tu mano; y él lo hizo así, y su mano fue restituida sana como la otra. 11 Y ellos fueron llenos de rabia, y hablaban los unos a los otros qué harían a Jesús. 12 ¶ Y aconteció en aquellos días, que fue a orar en un monte, y pasó la noche orando a Dios. 13 Y como fue de día, llamó a sus discípulos; y escogió doce de ellos, los cuales también llamó Apóstoles: 14 A Simón, al cual también llamó Pedro, y a Andrés su hermano, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, 15 Mateo y Tomás, y Santiago, hijo de Alfeo, y Simón, el que se llama Zelador, 16 Júdas hermano de Santiago, y Júdas Iscariote, que también fue el traidor. 17 ¶ Y descendió con ellos, y se paró en un lugar llano; y la compañía de sus discípulos, y una grande multitud de pueblo de toda Judea, y de Jerusalem, y de la costa de Tiro y de Sidón, que habían venido a oírle, y para ser sanados de sus enfermedades; 18 Y otros que habían sido atormentados de espíritus inmundos; y eran sanos. 19 Y toda la multitud procuraba de tocarle; porque salía de él virtud, y sanaba a todos. 20 Y alzando él los ojos sobre sus discípulos, decía: Bienaventurados los pobres; porque vuestro es el reino de Dios. 21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre; porque seréis hartos. Bienaventurados los que ahora lloráis; porque reiréis. 22 Bienaventurados sois cuando los hombres os aborrecieren, y cuando os apartaren de sí, y os denostaren, y desecharen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. 23 Gozáos en aquel día, y alegráos; porque, he aquí, vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres a los profetas. 24 Mas ¡ay de vosotros ricos! porque tenéis vuestro consuelo. 25 ¡Ay de vosotros, los que estáis hartos! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reis! porque lamentaréis y lloraréis. 26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros! porque así hacían sus padres a los falsos profetas. 27 ¶ Mas a vosotros los que oís, digo: Amád a vuestros enemigos: hacéd bien a los que os aborrecen. 28 Bendecíd a los que os maldicen; y orád por los que os calumnian. 29 Y al que te hiriere en una mejilla, dále también la otra; y del que te quitare la capa, no le impidas llevar el sayo también. 30 Y a cualquiera que te pidiere, da, y al que tomare lo que es tuyo, no se lo vuelvas a pedir. 31 Y como queréis que os hagan los hombres, hacédles también vosotros así. 32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué gracias tendréis? porque también los pecadores aman a los que los aman. 33 Y si hiciereis bien a los que os hacen bien, ¿qué gracias tendréis? porque también los pecadores hacen lo mismo. 34 Y si prestareis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué gracias tendréis? porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. 35 Amád pues a vuestros enemigos; y hacéd bien, y emprestád, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno aun para con los ingratos y los malos. 36 Sed pues misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. 37 No juzguéis, y no seréis juzgados: no condenéis, y no seréis condenados: perdonád, y seréis perdonados: 38 Dad, y se os dará: medida buena, apretada, remecida, y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida que midiereis, os será vuelto a medir. 39 Y les decía una parábola: ¿Puede el ciego guiar al ciego? ¿no caerán ambos en el hoyo? 40 El discípulo no es sobre su maestro; mas cualquiera que fuere como su maestro, será perfecto. 41 ¿Y por qué miras la arista que está en el ojo de tu hermano, y la viga que está en tu propio ojo no consideras? 42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, deja, echaré fuera la arista que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en tu ojo? Hipócrita, echa fuera primero de tu ojo la viga; y entonces mirarás de echar fuera la arista que está en el ojo de tu hermano. 43 Porque no es buen árbol el que hace malos frutos; ni árbol malo el que hace buen fruto. 44 Porque cada árbol por su fruto es conocido: que no cogen higos de las espinas, ni vendimian uvas de las zarzas. 45 El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el mal hombre del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. 46 ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que digo? 47 ¶ Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras, y las hace, yo os enseñaré a quien es semejante. 48 Semejante es a un hombre que edificó una casa, que cavó y ahondó, y puso el fundamento sobre roca; y habiendo avenida, el río dio con ímpetu en aquella casa, mas no la pudo menear; porque estaba fundada sobre roca. 49 Mas el que oye, y no hace, semejante es a un hombre que edificó su casa sobre tierra sin fundamento, en la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó; y fue grande la ruina de aquella casa. Chapter 7 1 Y como acabó todas sus palabras en oídos del pueblo, entró en Capernaum. 2 Y el siervo de un centurión estaba enfermo y se iba muriendo, al cual él tenía en estima. 3 Y como oyó de Jesús, envió a él los ancianos de los Judíos, rogándole que viniese y librase a su siervo. 4 Y viniendo ellos a Jesús, rogáronle con diligencia, diciéndole: Porque es digno de concederle esto: 5 Que ama nuestra nación, y él nos edificó una sinagoga. 6 Y Jesús fue con ellos: mas como ya no estuviesen lejos de su casa, envió el centurión amigos a él, diciéndole: Señor, no tomes trabajo, que no soy digno de que entres debajo de mi tejado: 7 Por lo cual ni aun me tuve por digno de venir a ti; mas di tan solo una palabra, y mi criado será sano. 8 Porque también yo soy hombre puesto en autoridad, que tengo debajo de mí soldados; y digo a éste: Vé, y vá; y al otro: ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 9 Lo cual oyendo Jesús, se maravilló de él, y vuelto, dijo a las multitudes que le seguían: Os digo, que ni aun en Israel, he hallado tanta fe. 10 Y vueltos a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo. 11 ¶ Y aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y gran compañía. 12 Y como llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí, que sacaban un difunto, unigénito de su madre, la cual también era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. 13 Y como el Señor la vio, fue movido a misericordia de ella, y le dice: No llores. 14 Y acercándose, tocó las andas; y los que le llevaban, pararon. Y dijo: Mancebo, a ti digo, levántate. 15 Entonces, volvióse a sentar el que había sido muerto, y comenzó a hablar; y le dio a su madre. 16 Y tomó a todos temor, y glorificaban a Dios, diciendo: Que profeta grande se ha levantado entre nosotros; y, que Dios ha visitado a su pueblo. 17 Y salió esta fama de él por toda Judea, y por toda la tierra del al derredor. 18 ¶ Y dieron las nuevas a Juan de todas estas cosas sus discípulos. 19 Y llamó Juan unos dos de sus discípulos, y les envió a Jesús, diciendo: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? 20 Y como los varones vinieron a él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, diciendo: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? 21 Y en la misma hora sanó a muchos de enfermedades, y de plagas, y de espíritus malos; y a muchos ciegos dio la vista. 22 Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, dad las nuevas a Juan de lo que habéis visto y oído: Que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres es anunciado el evangelio. 23 Y bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí. 24 ¶ Y como se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a hablar de Juan a las gentes: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿una caña que es agitada del viento? 25 Mas, ¿qué salisteis a ver? ¿un hombre cubierto de vestidos delicados? He aquí, que los que están en vestido precioso, y en delicias, en los palacios de los reyes están. 26 Mas, ¿qué salisteis a ver? ¿un profeta? De cierto os digo, y aun más que profeta. 27 Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi ángel delante de tu faz, el cual aparejará tu camino delante de ti. 28 Porque yo os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; empero el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él. 29 Y todo el pueblo oyéndole, y los publicanos, justificaron a Dios, siendo bautizados con el bautismo de Juan. 30 Mas los Fariseos, y los sabios de la ley, desecharon el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados por él. 31 Y dijo el Señor: ¿A quién pues compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? 32 Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, y que dan voces los unos a los otros, y dicen: Os tañimos con flautas, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis. 33 Porque vino Juan el Bautista que ni comía pan, ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. 34 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: He aquí, un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. 35 Mas la sabiduría es justificada de todos sus hijos. 36 ¶ Y le rogó uno de los Fariseos, que comiese con él. Y entrado en casa del Fariseo, se sentó a la mesa. 37 Y, he aquí, una mujer en la ciudad, que era pecadora, como entendió que estaba a la mesa en casa de aquel Fariseo, trajo un vaso de alabastro de ungüento; 38 Y estando detrás a sus pies, comenzó llorando a regar con lágrimas sus pies, y los limpiaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los ungía con el ungüento. 39 Y como vio esto el Fariseo que le había llamado, pensó en sí, diciendo: Este, si fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que le toca; que es pecadora. 40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dice: Dí, Maestro. 41 Y dice Jesús: Cierto acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta. 42 Y no teniendo ellos de qué pagar, soltó la deuda a ambos. Dí, pues, ¿cuál de estos le amará más? 43 Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel al cual soltó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. 44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y limpiádolos con los cabellos de su cabeza. 45 No me diste beso; mas esta desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con aceite; mas esta ha ungido con ungüento mis pies. 47 Por lo cual te digo, que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; mas al que se perdona poco, poco ama. 48 Y a ella dijo: Los pecados te son perdonados. 49 Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? 50 Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz. Chapter 8 1 Y aconteció después, que él caminaba por todas las ciudades y aldeas predicando, y anunciando el evangelio del reino de Dios; y los doce iban con él, 2 Y algunas mujeres que habían sido curadas por él de malos espíritus, y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la cual habían salido siete demonios; 3 Y Juana mujer de Chuza, mayordomo de Heródes; y Susana, y otras muchas que le servían de sus haberes. 4 Y como se juntó una grande multitud, y los que estaban en cada ciudad vinieron a él, dijo por una parábola: 5 Un sembrador salió a sembrar su simiente; y sembrando, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. 6 Y otra parte cayó sobre piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. 7 Y otra parte cayó entre espinas; y naciendo las espinas juntamente, la ahogaron. 8 Y otra parte cayó en buena tierra; y cuando fue nacida, llevó fruto a ciento por uno. Diciendo estas cosas clamaba: el que tiene oídos para oír, oiga. 9 Y sus discípulos le preguntaron, qué era esta parábola. 10 Y él dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios; mas a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. 11 Es pues esta la parábola: La simiente es la palabra de Dios. 12 Y los de junto al camino, estos son los que oyen; y luego viene el diablo, y quita la palabra de su corazón, porque no se salven creyendo. 13 Y los de sobre piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; mas estos no tienen raíces; que por un tiempo creen, y en el tiempo de la tentación se apartan. 14 Y lo que cayó en espinas, estos son los que oyeron; mas idos son ahogados de los cuidados, y de las riquezas, y de los pasatiempos de la vida, y no llevan fruto. 15 Y lo que en buena tierra, estos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia. 16 Ninguno empero que enciende una candela, la cubre con una vasija, o la pone debajo de la cama; mas la pone en un candelero, para que los que entran, vean la luz. 17 Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada; ni cosa escondida que no haya de ser entendida, y de venir en manifiesto. 18 Mirád pues como oís; porque a cualquiera que tuviere, le será dado; y a cualquiera que no tuviere, aun lo que parece tener le será quitado. 19 ¶ Entonces vinieron a él su madre y hermanos, y no podían llegar a él por causa de la multitud. 20 Y le fue dado aviso, diciendo: Tu madre, y tus hermanos están fuera, que quieren verte. 21 El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen. 22 ¶ Y aconteció un día que él entró en una nave con sus discípulos, y les dijo: Pasemos a la otra parte del lago; y se partieron. 23 Y navegando ellos, se durmió. Y descendió una tempestad de viento en el lago; y se llenaban de agua, y peligraban. 24 Y llegándose a él, le despertaron, diciendo: Maestro, maestro, que perecemos. Y despertado él, riñó al viento y a la tempestad del agua, y cesaron; y fue hecha grande bonanza. 25 Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y ellos temiendo, quedaron maravillados, diciendo los unos a los otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y al agua manda, y le obedecen? 26 ¶ Y navegaron a la tierra de los Gadarenos, que está delante de Galilea. 27 Y saliendo él a tierra, le salió al encuentro de la ciudad un hombre que tenía demonios ya de mucho tiempo; y no llevaba vestido, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. 28 El cual como vio a Jesús, exclamó, y prostróse delante de él, y dijo a gran voz: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que no me atormentes. 29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre; porque ya de muchos tiempos le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos; mas rompiendo las prisiones era impelido del demonio por los desiertos.) 30 Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Qué nombre tienes? Y él dijo: Legión; porque muchos demonios habían entrado en él. 31 Y le rogaban que no les mandase que fuesen al abismo. 32 Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte, y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó. 33 Y salidos los demonios del hombre, entraron en los puercos; y el hato de ellos se arrojó con impetuosidad por un despeñadero en el lago, y se ahogó. 34 Y los pastores, como vieron lo que había acontecido, huyeron; y yendo, dieron aviso en la ciudad y por las heredades. 35 Y salieron a ver lo que había acontecido, y vinieron a Jesús; y hallaron sentado al hombre, del cual habían salido los demonios, vestido, y en seso, a los pies de Jesús; y tuvieron temor. 36 Y les contaron los que lo habían visto, como había sido sanado aquel endemoniado. 37 Entonces toda la multitud de la tierra de los Gadarenos al derredor le rogaron, que se retirase de ellos; porque tenían gran temor. Y él subiendo en la nave se volvió. 38 Y aquel hombre, del cual habían salido los demonios, le rogó para estar con él; mas Jesús le despidió, diciendo: 39 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había Jesús hecho con él. 40 ¶ Y aconteció que volviendo Jesús, la multitud le recibió con gozo; porque todos le esperaban. 41 Y, he aquí, un varón llamado Jairo, el cual también era príncipe de la sinagoga, vino, y cayendo a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; 42 Porque una hija única que tenía, como de doce años, se estaba muriendo. Y yendo, le apretaba la gente. 43 Y una mujer que tenía flujo de sangre ya hacía doce años, la cual había gastado en médicos toda su hacienda, y de ninguno había podido ser curada, 44 Llegándose por detrás tocó el borde de su vestido; y luego se estancó el flujo de su sangre. 45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con él: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? 46 Y Jesús dijo: Me ha tocado alguien; porque yo he conocido que ha salido virtud de mí. 47 Entonces como la mujer vio que no se escondía, vino temblando, y postrándose delante de él, le declaró delante de todo el pueblo la causa porque le había tocado, y como luego había sido sana. 48 Y él le dijo: Confía, hija, tu fe te ha sanado: vé en paz. 49 Estando aun él hablando, vino uno de casa del príncipe de la sinagoga a decirle: Tu hija es muerta: no des trabajo al Maestro. 50 Y oyéndolo Jesús, le respondió, diciendo: No temas: cree solamente, y será sana. 51 Y entrado en casa, no dejó entrar a nadie, sino a Pedro, y a Santiago, y a Juan, y al padre y a la madre de la joven. 52 Y lloraban todos, y la plañían. Y él dijo: No lloréis: no es muerta, mas duerme. 53 Y hacían burla de él, sabiendo que estaba muerta. 54 Y él, echados todos fuera, y trabándola de la mano, clamó, diciendo: Joven, levántate. 55 Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego; y él mandó que le diesen de comer. 56 Y sus padres estaban fuera de sí: a los cuales él mandó, que a nadie dijesen lo que había sido hecho. Chapter 9 1 Y juntando sus doce discípulos, les dio virtud y potestad sobre todos los demonios, y que sanasen enfermedades. 2 Y los envió a que predicasen el reino de Dios, y que sanasen los enfermos. 3 Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordones, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos vestidos. 4 Y en cualquiera casa que entrareis, quedád allí, y salíd de allí. 5 Y todos los que no os recibieren, saliéndoos de aquella ciudad, aun el polvo sacudíd de vuestros pies en testimonio contra ellos. 6 Y saliendo ellos, rodeaban por todas las aldeas anunciando el evangelio, y sanando por todas partes. 7 ¶ Y oyó Heródes el tetrarca todas las cosas que hacía, y estaba en duda, porque decían algunos: Que Juan había resucitado de los muertos; 8 Y otros: Que Elías había aparecido; y otros: Que algún profeta de los antiguos había resucitado. 9 Y dijo Heródes: A Juan yo le degollé: ¿quién pues será éste, de quien yo oigo tales cosas? Y procuraba verle. 10 ¶ Y vueltos los apóstoles, le contaron todas las cosas que habían hecho. Y tomándolos, se apartó aparte a un lugar desierto de la ciudad que se llama Betsaida. 11 Lo cual como las gentes entendieron, le siguieron; y él les recibió, y les hablaba del reino de Dios; y sanó a los que tenían necesidad de cura. 12 Y el día había comenzado a declinar; y llegándose los doce, le dijeron: Despide la multitud, para que yendo a las aldeas y heredades de al derredor, se alberguen y hallen viandas; porque aquí estamos en lugar desierto. 13 Y les dice: Dádles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos más de cinco panes y dos peces, si no vamos nosotros a comprar viandas para toda esta gente. 14 Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: Hacédlos recostar por ranchos de cincuenta en cincuenta. 15 Y así lo hicieron; y recostáronse todos. 16 Y tomando los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo los bendijo; y rompió, y dio a sus discípulos para que pusiesen delante de la multitud. 17 Y comieron todos, y se hartaron; y alzaron lo que les sobró, los pedazos, doce esportones. 18 ¶ Y aconteció, que estando él solo orando, estaban con él los discípulos, y les preguntó, diciendo: ¿Quién dicen las gentes que soy yo? 19 Y ellos respondieron, y dijeron: Juan el Bautista; y otros: Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. 20 Y él les dijo: ¿Mas vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Simón Pedro, dijo: El Cristo de Dios. 21 Entonces él encomendándoles estrechamente, les mandó que a nadie dijesen esto, 22 Diciendo: Es menester que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y ser desechado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercero día. 23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame. 24 Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará. 25 Porque ¿qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y se pierda él a sí mismo, o corra peligro de sí? 26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de este tal el Hijo del hombre se avergonzará, cuando vendrá en su gloria, y del Padre, y de los santos ángeles. 27 Y os digo de verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios. 28 ¶ Y aconteció que después de estas palabras, como ocho días, tomó a Pedro, y a Juan, y a Santiago, y subió a un monte a orar. 29 Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra; y su vestido blanco y resplandeciente. 30 Y, he aquí, dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés, y Elías, 31 Que aparecieron en gloria, y hablaban de su salida, la cual había de cumplir en Jerusalem. 32 Y Pedro, y los que estaban con él, estaban cargados de sueño; y como despertaron, vieron su gloria, y a los dos varones que estaban con él. 33 Y aconteció, que apartándose ellos de él, Pedro dice a Jesús: Maestro, bien es que nos quedemos aquí; y hagamos tres cabañas, una para ti, y una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que se decía. 34 Y estando él hablando esto, vino una nube que los hizo sombra; y tuvieron temor entrando ellos en la nube. 35 Y vino una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, a él oíd. 36 Y pasada aquella voz, Jesús fue hallado solo, y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto. 37 ¶ Y aconteció el día siguiente, que bajando ellos del monte, un gran gentío le salió al encuentro; 38 Y, he aquí, que un hombre de la multitud clamó, diciendo: Maestro, ruégote que veas a mi hijo el único que tengo. 39 Y, he aquí, un espíritu le toma, y de repente da voces; y le despedaza de modo que echa espuma, y apenas se aparta de él, quebrantándole. 40 Y rogué a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron. 41 Y respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación infiel y perversa! ¿hasta cuándo tengo de estar con vosotros, y os sufriré? Trae tu hijo acá. 42 Y como aun se acercaba, el demonio le derribó, y le despedazó; mas Jesús riñó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y le volvió a su padre. 43 Y todos estaban fuera de sí de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos: 44 ¶ Ponéd vosotros en vuestros oídos estas palabras; porque ha de acontecer que el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres. 45 Mas ellos no entendían esta palabra; y les era encubierta para que no la entendiesen, y temían de preguntarle de esta palabra. 46 ¶ Entonces entraron en disputa, cual de ellos sería el mayor. 47 Mas Jesús, viendo los pensamientos del corazón de ellos, tomó un niño, y le puso junto a sí, 48 Y les dice: Cualquiera que recibiere este niño en mi nombre, a mí recibe; y cualquiera que me recibiere a mí, recibe al que me envió; porque el que fuere el menor entre todos vosotros, éste será el grande. 49 Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre, y se lo vedamos, porque no te sigue con nosotros. 50 Jesús le dijo: No se lo vedéis, porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. 51 ¶ Y aconteció que como se cumplió el tiempo en que había de ser recibido arriba, él afirmó su rostro para ir a Jerusalem. 52 Y envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron, y entraron en una ciudad de los Samaritanos, para aderezarle allí. 53 Mas no le recibieron, porque su rostro era de hombre que iba a Jerusalem. 54 Y viendo esto sus discípulos, Santiago y Juan dijeron: Señor, ¿quiéres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, como también hizo Elías? 55 Entonces volviendo él, les riñó, diciendo: Vosotros no sabéis de que espíritu sois: 56 Porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las vidas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea. 57 ¶ Y aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, yo te seguiré donde quiera que fueres. 58 Y le dijo Jesús: Las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline su cabeza. 59 Y dijo a otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya, y entierre a mi padre. 60 Y Jesús le dijo: Deja los muertos que entierren a sus muertos; mas tú vé, y anuncia el reino de Dios. 61 Entonces también dijo otro: Seguirte he, Señor: mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa. 62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano al arado mirare atrás, es apto para el reino de Dios. Chapter 10 1 Y después de estas cosas, señaló el Señor aun otros setenta, a los cuales envió de dos en dos, delante de su faz a toda ciudad y lugar a donde él había de venir. 2 Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto rogád al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. 3 Andád, he aquí, yo os envío como a corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni zapatos; y a nadie saludéis en el camino. 5 En cualquier casa donde entrareis, primeramente decíd: Paz sea a esta casa. 6 Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. 7 Y posád en aquella misma casa comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa. 8 Y en cualquier ciudad donde entrareis, y os recibieren, coméd lo que os pusieren delante; 9 Y sanád los enfermos que en ella hubiere, y decídles: Se ha allegado a vosotros el reino de Dios. 10 Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decíd: 11 Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad sacudimos contra vosotros: esto empero sabéd que el reino de los cielos se ha allegado a vosotros. 12 Y os digo, que Sodoma tendrá más remisión aquel día, que aquella ciudad. 13 ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro, y en Sidón se hubieran hecho las maravillas que han sido hechas en vosotras, ya días ha, que sentados en cilicio y ceniza, se hubieran arrepentido: 14 Por tanto Tiro y Sidón tendrán más remisión que vosotras en el juicio. 15 Y tú, Capernaum, que hasta los cielos estás levantada, hasta los infiernos serás abajada. 16 El que a vosotros oye, a mí oye; y el que a vosotros desecha, a mí desecha; y el que a mí desecha, desecha al que me envió. 17 Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan por tu nombre. 18 Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del cielo. 19 He aquí, yo os doy potestad de hollar sobre las serpientes, y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo; y nada os dañará: 20 Empero no os regocijeis de esto, de que los espíritus se os sujeten; mas antes regocijáos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. 21 ¶ En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Alábote, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños: así Padre, porque así te agradó. 22 Todas las cosas me son entregadas de mi Padre; y nadie sabe quien sea el Hijo, sino el Padre; ni quien sea el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo le quisiere revelar. 23 Y vuelto particularmente a sus discípulos, dijo: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis; 24 Porque os digo, que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron. 25 ¶ Y he aquí, que un doctor de la ley se levantó tentándole, y diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna? 26 Y él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? 27 Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo, como a ti mismo. 28 Y le dijo: Bien has respondido: haz esto, y vivirás. 29 Mas él, queriéndose justificar a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30 Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalem a Jericó, y cayó entre ladrones; los cuales le despojaron, e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. 31 Y aconteció, que descendió un sacerdote por el mismo camino; y viéndole, se pasó del un lado. 32 Y asimismo un Levita, llegando cerca de aquel lugar, y mirándole, se pasó del un lado. 33 Y un Samaritano, que iba su camino, viniendo cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; 34 Y llegándose, le vendó las heridas, echándole en ellas aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, le llevó al mesón, y cuidó de él. 35 Y al otro día partiéndose, sacó dos denarios y los dio al mesonero, y le dijo: Cuida de él; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva, te lo pagaré. 36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo de aquel que cayó entre ladrones? 37 Y él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Vé, y haz tu lo mismo. 38 ¶ Y aconteció, que yendo, entró él en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Y esta tenía una hermana, que se llamaba María, la cual sentándose a los pies de Jesús oía su palabra. 40 Marta empero se distraía en muchos servicios; y sobreviniendo, dijo: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Díle, pues, que me ayude. 41 Respondiendo Jesús entonces, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás turbada: 42 Empero una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. Chapter 11 1 Y aconteció que estando él orando en cierto lugar, como acabó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. 2 Y les dijo: Cuando orareis, decíd: Padre nuestro, que estás en los cielos, sea tu nombre santificado. Venga tu reino: sea hecha tu voluntad como en el cielo así también en la tierra. 3 El pan nuestro de cada día dánosle hoy. 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación; mas líbranos de mal. 5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, e irá a él a media noche, y le dirá: Amigo préstame tres panes, 6 Porque un mi amigo ha venido a mí de camino, y no tengo que ponerle delante; 7 Y él dentro respondiendo, diga: No me seas molesto: la puerta está ya cerrada, y mis niños están conmigo en la cama: no puedo levantarme, y darte. 8 Dígoos, que aunque no se levante a darle por ser su amigo, cierto por su importunidad se levantará, y le dará todo lo que habrá menester. 9 Y yo os digo: Pedíd, y se os dará: buscád, y hallaréis: tocád, y os será abierto. 10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que toca, es abierto. 11 ¿Y cuál padre de vosotros, si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra? ¿o, si un pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente? 12 ¿O, si le pidiere un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues, si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que le pidieren de él? 14 ¶ También echó fuera un demonio, el cual era mudo: y aconteció, que salido fuera el demonio, el mudo habló, y las gentes se maravillaron. 15 Y algunos de ellos decían: Por Belzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios. 16 Y otros, tentándole, pedían de él una señal del cielo. 17 Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y casa dividida cae sobre casa. 18 Y si también Satanás está dividido contra sí, ¿cómo estará en pie su reino? porque decís, que por Belzebú echo yo fuera los demonios. 19 Pues si yo echo fuera los demonios por Belzebú, ¿vuestros hijos, por quién los echan fuera? por tanto ellos serán vuestros jueces. 20 Mas si con el dedo de Dios yo echo fuera los demonios, cierto el reino de Dios ha llegado a vosotros. 21 Cuando un hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. 22 Mas si otro más fuerte que él sobreviniendo le venciere, le toma todas sus armas en que confiaba, y reparte sus despojos: 23 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no coge, derrama. 24 Cuando el espíritu inmundo saliere del hombre, anda por lugares secos buscando reposo, y no hallándolo, dice: Me volveré a mi casa, de dónde salí. 25 Y viniendo, la halla barrida y adornada. 26 Entonces vá, y toma otros siete espíritus peores que él, y entrados habitan allí; y son las postrimerías del tal hombre peores que las primerías. 27 ¶ Y aconteció, que diciendo él estas cosas, una mujer de la multitud levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los pechos que mamaste. 28 Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan. 29 ¶ Y juntándose las multitudes a él, comenzó a decir: Esta generación mala es: señal busca, mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás profeta. 30 Porque como Jonás fue señal a los Ninivitas, así también será el Hijo del hombre a esta generación. 31 La reina del austro se levantará en juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque vino de los fines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón; y, he aquí, uno mayor que Salomón en este lugar. 32 Los hombres de Nínive se levantarán en juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron; y, he aquí, uno mayor que Jonás en este lugar. 33 ¶ Nadie pone en oculto una candela encendida, ni debajo de un almud; sino en el candelero, para que los que entran, vean la luz. 34 La luz del cuerpo es el ojo: si pues tu ojo fuere sencillo, también todo tu cuerpo será resplandeciente; mas si fuere malo, también tu cuerpo será tenebroso. 35 Mira pues, que la luz que en ti hay, no sea tinieblas. 36 Así que siendo todo tu cuerpo resplandeciente, no teniendo alguna parte de tiniebla, será todo luciente como cuando una luz de resplandor te alumbra. 37 ¶ Y después que hubo hablado, le rogó un Fariseo que comiese con él; y entrado Jesús, se sentó a la mesa. 38 Y el Fariseo como lo vio, se maravilló de que no se lavó antes de comer. 39 Y el Señor le dijo: Ahora vosotros los Fariseos lo de fuera del vaso y del plato limpiáis; mas lo que está dentro de vosotros, está lleno de rapiña y de maldad. 40 ¡Insensatos! ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de dentro? 41 Empero de lo que tenéis, dad limosna; y, he aquí, todo os será limpio. 42 Mas ¡ay de vosotros Fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza; mas el juicio y el amor de Dios pasáis de largo. Empero estas cosas era menester hacer, y no dejar las otras. 43 ¡Ay de vosotros Fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas. 44 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! que sois como sepulturas que no parecen, y los hombres que andan encima no lo saben. 45 Y respondiendo uno de los doctores de la ley, le dice: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros. 46 Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, doctores de la ley! que cargáis los hombres con cargas que no pueden llevar; mas vosotros, ni aun con un dedo tocáis las cargas. 47 ¡Ay de vosotros! que edificáis los sepulcros de los profetas, y los mataron vuestros padres. 48 Cierto dais testimonio que consentís en los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, mas vosotros edificáis sus sepulcros. 49 Por tanto la sabiduría de Dios también dijo: Enviaré a ellos profetas y apóstoles, y de ellos a unos matarán, y a otros perseguirán. 50 Para que de esta generación sea demandada la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la fundación del mundo: 51 Desde la sangre de Abel, hasta la sangre de Zacarías que murió entre el altar y el templo: En verdad os digo, será demandada de esta generación. 52 ¡Ay de vosotros, doctores de la ley! que os alzasteis con la llave de la ciencia: vosotros no entrasteis, y a los que entraban impedisteis. 53 Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los Fariseos comenzaron a apretarle en gran manera, y a provocarle a que hablase de muchas cosas, 54 Asechándole, y procurando de cazar algo de su boca para acusarle. Chapter 12 1 En esto habiéndose juntado millares de gentes, de modo que unos a otros se hollaban, comenzó a decir a sus discípulos: Primeramente guardáos de la levadura de los Fariseos, que es hipocresía. 2 Porque nada hay encubierto, que no haya de ser descubierto; ni oculto, que no haya de ser sabido. 3 Por tanto las cosas que dijisteis en tinieblas, en luz serán oídas; y lo que hablasteis al oído en las cámaras, será pregonado desde los tejados. 4 Mas os digo, amigos míos: No tengáis temor de los que matan el cuerpo, y después no tienen más que hagan; 5 Mas yo os enseñaré a quien temáis: Teméd a aquel que después que hubiere muerto, tiene potestad de echar en el infierno: de cierto os digo: A éste teméd. 6 ¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas, y ni uno de ellos está olvidado delante de Dios? 7 Y aun los cabellos de vuestra cabeza, todos están contados. No temáis pues: de más estima sois vosotros que muchos pajarillos. 8 Pero os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios. 9 Mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. 10 Y todo aquel que dice palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado; mas al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado. 11 Y cuando os trajeren a las sinagogas, y a los magistrados y potestades, no estéis solícitos como, o qué hayáis de responder, o qué hayáis de decir. 12 Porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que será menester decir. 13 ¶ Y le dijo uno de la compañía: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. 14 Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez, o partidor sobre vosotros? 15 Y les dijo: Mirád, y guardáos de avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 16 Y les dijo una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había llevado muchos frutos; 17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, que no tengo donde junte mis frutos? 18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes, y los edificaré mayores; y allí juntaré todos mis frutos y mis bienes; 19 Y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes en depósito para muchos años: repósate, come, bebe, huélgate. 20 Y díjole Dios: ¡Insensato! esta noche vuelven a pedir tu alma; ¿y lo que has aparejado, cuyo será? 21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. 22 Y dijo a sus discípulos: Por tanto os digo: No estéis solícitos de vuestra vida, qué comeréis; ni del cuerpo, qué vestiréis. 23 La vida más es que la comida; y el cuerpo, que el vestido. 24 Considerád los cuervos, que ni siembran, ni siegan: que ni tienen almacén, ni alfolí; y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima sois vosotros que las aves? 25 ¿Quién de vosotros podrá con su solicitud añadir a su estatura un codo? 26 Pues si no podéis aun lo que es menos, ¿para qué estaréis solícitos de lo de más? 27 Considerád los lirios, como crecen: no labran, ni hilan; y os digo, que ni Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. 28 Y si así viste Dios a la yerba, que hoy está en el campo, y mañana es echada en el horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? 29 Vosotros, pues, no procuréis qué hayáis de comer, o qué hayáis de beber, y no seáis de ánimo dudoso; 30 Porque todas estas cosas las gentes del mundo las buscan; que vuestro Padre sabe que habéis menester estas cosas. 31 Mas procurád el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. 32 No temáis, oh manada pequeña, porque al Padre ha placido daros el reino. 33 Vendéd lo que poseéis, y dad limosna: hacéos bolsas que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca falte: donde ladrón no llega, ni polilla corrompe. 34 Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón. 35 ¶ Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras luces encendidas; 36 Y vosotros, semejantes a hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere y tocare, luego le abran. 37 Bienaventurados aquellos siervos, los cuales, cuando el señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que él se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y saliendo les servirá. 38 Y aunque venga a la segunda vela, y aunque venga a la tercera vela, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos. 39 Esto empero sabéd, que si supiese el padre de familias a qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. 40 Vosotros, pues, también estád apercibidos; porque a la hora que no pensáis, el Hijo del hombre vendrá. 41 Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos? 42 Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre su familia, para que en tiempo les dé su ración? 43 Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el señor viniere, hallare haciendo así. 44 En verdad os digo, que él le pondrá sobre todos sus bienes. 45 Mas si el tal siervo dijere en su corazón: Mi señor se tarda de venir, y comenzare a herir los siervos y las criadas, y a comer, y a beber, y a borrachear, 46 Vendrá el señor de aquel siervo el día que él no espera, y a la hora que él no sabe; y le apartará, y pondrá su suerte con los infieles. 47 Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió, ni hizo conforme a su voluntad, será azotado mucho. 48 Mas el que no entendió, e hizo por qué ser azotado, será azotado poco, porque a cualquiera que fue dado mucho, mucho será vuelto a demandar de él; y al que encomendaron mucho, más será de él pedido. 49 ¶ Fuego vine a meter en la tierra, ¿y qué quiero, si ya está encendido? 50 Empero, de bautismo me es necesario ser bautizado, ¡y cómo me angustio hasta que sea cumplido! 51 ¿Pensáis que he venido a la tierra a dar paz? No, os digo; mas disensión. 52 Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa divididos, tres contra dos, y dos contra tres. 53 El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre: la madre contra la hija, y la hija contra la madre: la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra. 54 Y decía también al pueblo: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así. 55 Y cuando sopla el austro, decís: Habrá calor; y lo hay. 56 ¡Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la tierra, ¿y este tiempo, como no lo examináis? 57 ¿Mas por qué aun de vosotros mismos no juzgáis lo que es justo? 58 Pues cuando vas al magistrado con tu adversario, procura en el camino de librarte de él, porque no te traiga al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59 Te digo que no saldrás de allá hasta que hayas pagado hasta el postrer cornado. Chapter 13 1 Y en este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban de los Galileos, cuya sangre Pilato había mezclado con sus sacrificios. 2 Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos Galileos, porque han padecido tales cosas, hayan sido más pecadores que todos los Galileos? 3 Yo os digo, que no: antes si no os arrepintiéreis, todos pereceréis así. 4 O aquellos diez y ocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos fueron más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalem? 5 Yo os digo, que no: antes si no os arrepintiéreis, todos pereceréis así. 6 Y decía esta parábola: Tenía uno una higuera plantada en su viña; y vino a buscar fruto en ella, y no halló. 7 Y dijo al viñero: He aquí, tres años ha que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo: córtala, ¿por qué hará inútil aun la tierra? 8 Él entonces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aun este año, hasta que yo la escave, y la estercole. 9 Y si hiciere fruto, bien; y si no, la cortarás después. 10 ¶ Y enseñaba en una sinagoga en sábados. 11 Y, he aquí, una mujer que tenía espíritu de enfermedad diez y ocho años había, y andaba agobiada, así que en ninguna manera podía enhestarse. 12 Y como Jesús la vio, la llamó, y le dijo: Mujer, libre eres de tu enfermedad. 13 Y púsole las manos encima, y luego se enderezó, y glorificaba a Dios. 14 Y respondiendo un príncipe de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese curado en sábado, dijo al pueblo: Seis días hay en que es menester obrar: en estos pues veníd, y sed curados; y no en día de sábado. 15 Entonces el Señor le respondió, y dijo: Hipócrita, ¿cada uno de vosotros no desata en sábado su buey, o su asno del pesebre, y le lleva a beber? 16 Y a esta hija de Abraham, que he aquí, que Satanás la había ligado diez y ocho años, ¿no convino desatarla de esta ligadura en día de sábado? 17 Y diciendo él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; y todo el pueblo se regocijaba de todas las cosas que gloriosamente eran por él hechas. 18 ¶ Y decía: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y a qué le compararé? 19 Semejante es al grano de la mostaza, que tomándole un hombre le metió en su huerto; y creció, y fue hecho árbol grande, y las aves del cielo hicieron nidos en sus ramas. 20 Y otra vez dijo: ¿A qué compararé al reino de Dios? 21 Semejante es a la levadura, que tomándola una mujer, la esconde en tres medidas de harina hasta que todo sea leudado. 22 ¶ Y pasaba por todas las ciudades y aldeas enseñando, y caminando a Jerusalem. 23 Y le dijo uno: ¿Señor, son pocos los que se salvan? Y él les dijo: 24 Porfiád a entrar por la puerta angosta; porque yo os digo, que muchos procurarán de entrar, y no podrán; 25 Después que el padre de familias se levantare, y cerrare la puerta, y comenzaréis a estar fuera, y tocar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos; y respondiendo él, os dirá: No os conozco de donde seáis. 26 Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. 27 Y os dirá: Dígoos, que no os conozco de donde seáis: apartáos de mí todos los obreros de iniquidad. 28 Allí será el lloro y el crujir de dientes, cuando viereis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros ser echados fuera. 29 Y vendrán del oriente, y del occidente, y del norte, y del mediodía, y se sentarán en el reino de Dios. 30 Y, he aquí, hay postreros, que serán primeros; y hay primeros, que serán postreros. 31 ¶ Aquel mismo día llegaron unos de los Fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí; porque Heródes te quiere matar. 32 Y les dijo: Id, y decíd a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y acabo sanidades hoy y mañana, y trasmañana soy consumado. 33 Empero es menester que hoy, y mañana, y trasmañana camine; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalem. 34 ¡Jerusalem, Jerusalem! que matas los profetas, y apedreas los que son enviados a ti, ¡cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina recoge su nidada debajo de sus alas, y no quisiste! 35 He aquí, os es dejada vuestra casa desierta; y os digo, que no me veréis, hasta que venga tiempo cuando digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor. Chapter 14 1 Y aconteció que entrando en casa de un príncipe de los Fariseos un sábado a comer pan, ellos le acechaban. 2 Y, he aquí, un hombre hidrópico estaba delante de él. 3 Y respondiendo Jesús, habló a los doctores de la ley, y a los Fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en sábado? 4 Y ellos callaron. Entonces él tomándole, le sanó, y le envió. 5 Y respondiendo a ellos, dijo: ¿El asno o el buey de cual de vosotros caerá en un pozo, y él no le sacará luego en día de sábado? 6 Y no le podían replicar a estas cosas. 7 ¶ Y propuso una parábola a los convidados, atento como escogían los primeros asientos a la mesa, diciéndoles: 8 Cuando fueres convidado de alguno a bodas, no te asientes en el primer lugar; porque podrá ser que otro mas honrado que tú sea convidado de él; 9 Y viniendo el que te llamó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a tener el postrer lugar. 10 Mas cuando fueres llamado, vé, y asiéntate en el postrer lugar; porque cuando viniere el que te llamó, te diga: Amigo, sube más arriba: entonces tendrás gloria delante de los que juntamente se asientan a la mesa. 11 Porque cualquiera que se ensalza, será humillado, y el que se humilla, será ensalzado. 12 Y decía también al que le había convidado: Cuando haces comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; porque también ellos no te vuelvan a convidar, y te sea hecha paga. 13 Mas cuando haces banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos; 14 Y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden pagar; mas te será pagado en la resurrección de los justos. 15 ¶ Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban sentados a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que comerá pan en el reino de los cielos. 16 ¶ El entonces le dijo: Un hombre hizo una grande cena, y llamó a muchos. 17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Veníd, que ya todo está aparejado. 18 Y comenzaron todos a una a escusarse. El primero le dijo: He comprado un cortijo, y he menester de salir, y verle: te ruego que me tengas por escusado. 19 Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos: ruégote que me tengas por escusado. 20 Y el otro dijo: Me he casado; y por tanto no puedo venir. 21 Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces el padre de familias, enojado dijo a su siervo: Vé presto por las plazas, y por las calles de la ciudad, y mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos. 22 Y dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aun hay lugar. 23 Y dijo el señor al siervo: Vé por los caminos, y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. 24 Porque yo os digo, que ninguno de aquellos varones que fueron llamados, gustará mi cena. 25 ¶ Y grandes multitudes iban con él; y volviéndose les dijo: 26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y cualquiera que no trae su cruz, y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. 28 Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no cuenta primero sentado los gastos, si tiene lo que ha menester para acabarla? 29 Porque después que haya puesto el fundamento, y no pueda acabarla, todos los que lo vieren, no comiencen a hacer burla de él, 30 Diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. 31 ¿O cuál rey, habiendo de ir a hacer guerra contra otro rey, sentándose primero no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que viene contra él con veinte mil? 32 De otra manera, cuando el otro está aun lejos, le ruega por la paz, enviándole embajada. 33 Así pues cualquiera de vosotros que no renuncia a todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo. 34 Buena es la sal; mas si la sal perdiere su sabor, ¿con qué será salada? 35 Ni para la tierra, ni aun para el muladar es buena: fuera la echan. Quien tiene oídos para oír, oiga. Chapter 15 1 Y se llegaban a él todos los publicanos, y pecadores a oírle. 2 Y murmuraban los Fariseos y los escribas, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. 3 Y él les propuso esta parábola, diciendo: 4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y vá a buscar la que se perdió, hasta que la halle? 5 Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso; 6 Y viniendo a casa, junta a sus amigos, y a sus vecinos, diciéndoles: Dádme el parabién; porque he hallado mi oveja que se había perdido. 7 Os digo, que así habrá más gozo en el cielo sobre un pecador que se arrepiente, que sobre noventa y nueve justos, que no han menester arrepentirse. 8 ¶ ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere la una dracma, no enciende luz, y barre la casa, y busca con diligencia, hasta hallarla? 9 Y cuando la hubiere hallado, junta sus amigas, y sus vecinas, diciendo: Dádme el parabién; porque he hallado la dracma que había perdido. 10 Así os digo, que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente. 11 ¶ También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 Y el más mozo de ellos dijo a su padre: Padre, dáme la parte de la hacienda que me pertenece. Y él les repartió su hacienda. 13 Y después de no muchos días, juntándolo todo el hijo más mozo, se partió lejos, a una tierra apartada; y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente. 14 Y después que lo hubo todo gastado, vino una grande hambre en aquella tierra; y comenzóle a faltar. 15 Y fue, y se llegó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a sus campos, para que apacentase los puercos. 16 Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que comían los puercos; mas nadie se las daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré, e iré a mi padre, y le diré: Padre, pecado he contra el cielo, y contra ti: 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo: házme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre. Y como aun estuviese lejos, le vio su padre, y fue movido a misericordia; y corriendo a él, se derribó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, pecado he contra el cielo, y contra ti: ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Mas el padre dijo a sus siervos: Sacád el principal vestido, y vestídle; y ponéd anillo en su mano, y zapatos en sus pies; 23 Y traéd el becerro grueso, y matádle; y comamos, y hagamos banquete; 24 Porque éste mi hijo muerto era, y ha revivido: se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a hacer banquete. 25 Y su hijo el más viejo estaba en el campo, el cual como vino, y llegó cerca de casa, oyó la sinfonía y las danzas; 26 Y llamando a uno de los siervos, le preguntó qué era aquello. 27 Y él le dijo: Tu hermano es venido; y tu padre ha muerto el becerro grueso, por haberle recibido salvo. 28 Entonces él se enojó, y no quería entrar. El padre entonces saliendo, le rogaba que entrase. 29 Mas él respondiendo, dijo a su padre: He aquí, tantos años ha que te sirvo, que nunca he traspasado tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para que haga banquete con mis amigos; 30 Mas después que vino éste tu hijo, que ha engullido tu hacienda con rameras, le has matado el becerro grueso. 31 El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas; 32 Mas hacer banquete y holgarnos era menester; porque éste tu hermano muerto era, y revivió: se había perdido, y es hallado. Chapter 16 1 Y decía también a sus discípulos: Había un hombre rico, el cual tenía un mayordomo; y éste fue acusado delante de él, como disipador de sus bienes. 2 Y le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo de ti? da cuenta de tu mayordomía; porque ya no podrás más ser mayordomo. 3 Entonces el mayordomo dijo dentro de sí: ¿Qué haré? que mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo: mendigar, tengo vergüenza. 4 Yo sé lo que haré, para que cuando fuere quitado de la mayordomía, me reciban en sus casas. 5 Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? 6 Y él dijo: Cien batos de aceite. Y le dijo: Toma tu obligación, y siéntate presto, y escribe cincuenta. 7 Después dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él dijo: Cien coros de trigo. Y él le dijo: Toma tu obligación, y escribe ochenta. 8 Y alabó el señor al mayordomo malo, por haber hecho prudentemente; porque los hijos de este siglo más prudentes son en su generación que los hijos de luz. 9 Y yo os digo: Hacéos amigos de las riquezas de maldad, para que cuando faltareis, os reciban en las moradas eternas. 10 El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. 11 Pues si en las malas riquezas no fuisteis fieles, ¿lo que es verdadero, quién os lo confiará? 12 Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿lo que es vuestro, quién os lo dará? 13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque, o aborrecerá al uno, y amará al otro, o se allegará al uno, y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios, y a las riquezas. 14 Y oían también los Fariseos todas estas cosas, los cuales eran avaros; y burlaban de él. 15 Y les dijo: Vosotros sois los que os justificais a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen en alto aprecio, delante de Dios es abominación. 16 La ley y los profetas fueron hasta Juan: desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos hacen fuerza contra él. 17 Empero más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que caer una tilde de la ley. 18 Cualquiera que despide a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la despedida del marido, adultera. 19 ¶ Y había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete espléndidamente. 20 Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado a la puerta de él, lleno de llagas, 21 Y deseando hartarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían, y le lamían las llagas. 22 Y aconteció, que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el infierno, alzando sus ojos, estando en tormentos, vio a Abraham lejos, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama. 25 Y le dijo Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; mas ahora éste es consolado, y tú atormentado. 26 Y además de todo esto, una grande sima está confirmada entre nosotros y vosotros, así que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. 27 Entonces dijo: Ruégote, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre; 28 Porque tengo cinco hermanos, para que les proteste; porque no vengan ellos también a este lugar de tormento. 29 Y Abraham le dice: A Moisés, y a los profetas tienen, oíganlos. 30 Él entonces dijo: No, padre Abraham; mas si alguno fuere a ellos de los muertos se arrepentirán. 31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés, y a los profetas, tampoco se persuadirán, aunque alguno se levantare de entre los muertos. Chapter 17 1 Dijo después a los discípulos: Imposible es que no vengan escándalos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! 2 Mejor le sería, si una piedra de molino de asno le fuera puesta al cuello, y fuese echado en la mar, que escandalizar a uno de estos pequeñitos. 3 Mirád por vosotros. Si pecare contra ti tu hermano, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. 4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día se volviere a ti, diciendo: Pésame: perdónale. 5 ¶ Y dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. 6 Y el Señor dijo: Si tuvieseis fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en la mar, y os obedecería. 7 ¿Mas cuál de vosotros tiene un siervo que ara, o apacienta ganado, que vuelto del campo le diga luego: Pasa, siéntate a la mesa? 8 ¿No le dice antes: Adereza que cene yo, y cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto come tú y bebe? 9 ¿Hace gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? Pienso que no. 10 Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado, decíd: Siervos inútiles somos; porque lo que debíamos de hacer, hicimos. 11 ¶ Y aconteció que yendo él a Jerusalem, pasaba por medio de Samaria, y de Galilea. 12 Y entrando en una aldea, viniéronle al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos; 13 Y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros. 14 Y como él los vio, les dijo: Id, mostráos a los sacerdotes. Y aconteció, que yendo ellos, fueron limpios. 15 Y el uno de ellos, como se vio que era limpio, volvió, glorificando a Dios a gran voz. 16 Y se derribó sobre su rostro a sus pies, haciéndole gracias; y éste era Samaritano. 17 Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Y los nueve, dónde están? 18 ¿No fue hallado quien volviese, y diese gloria a Dios, sino este extranjero? 19 Y le dijo: Levántate, vete: tu fe te ha sanado. 20 ¶ Y preguntado de los Fariseos, cuando había de venir el reino de Dios, les respondió, y dijo: El reino de Dios no vendrá manifiesto; 21 Ni dirán: Héle aquí, o héle allí; porque, he aquí, el reino de Dios dentro de vosotros está. 22 Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. 23 Y os dirán: Héle aquí, o héle allí. No vayáis tras ellos, ni los sigáis. 24 Porque como el relámpago relampagueando desde una parte que está debajo del cielo, resplandece hasta la otra que está debajo del cielo, así también será el Hijo del hombre en su día. 25 Mas primero es menester que padezca mucho, y sea reprobado de esta generación. 26 Y como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre: 27 Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó a todos. 28 Asimismo también como fue en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29 Mas el día que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y destruyó a todos: 30 Como esto será el día que el Hijo del hombre se manifestará. 31 En aquel día, el que estuviere en el tejado, y sus alhajas en casa, no descienda a tomarlas; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. 32 Acordáos de la mujer de Lot. 33 Cualquiera que procurare salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la perdiere, la vivificará. 34 Os digo, que en aquella noche estarán dos hombres en una cama: el uno será tomado, y el otro será dejado. 35 Dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada, y la otra será dejada. 36 Dos hombres estarán en el campo: el uno será tomado, y el otro será dejado. 37 Y respondiéndole, le dicen: ¿Dónde, Señor? Y él les dijo: Donde estuviere el cuerpo, allá se juntarán también las águilas. Chapter 18 1 Y les propuso también una parábola, para enseñar que es menester orar siempre, y no desalentarse, 2 Diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía a Dios, ni respetaba a hombre alguno. 3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Házme justicia de mi adversario. 4 Mas él no quiso por algún tiempo: empero después de esto, dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre; 5 Todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia; porque no venga siempre y al fin me muela. 6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto. 7 ¿Y Dios no defenderá a sus escogidos que claman a él día y noche, aunque sea longánimo acerca de ellos? 8 Os digo que los defenderá presto. Empero el Hijo del hombre, cuando viniere, ¿hallará fe en la tierra? 9 ¶ Y dijo también a unos, que confiaban de sí como justos, y menospreciaban a los otros, esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a orar, el uno Fariseo, y el otro publicano. 11 El Fariseo puesto en pie oraba consigo de esta manera: Dios, te hago gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros; ni aun como este publicano. 12 Ayuno dos veces en la semana: doy diezmos de todo lo que poseo. 13 Mas el publicano estando lejos, no quería, ni aun alzar los ojos al cielo; mas hería su pecho, diciendo: Dios, ten misericordia de mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado más bien que el otro; porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado. 15 ¶ Y traían también a él niños para que les tocase, lo cual viéndolo sus discípulos, les reñían. 16 Mas Jesús llamándolos, dijo: Dejád los niños venir a mí, y no los impidáis; porque de tales es el reino de Dios. 17 De cierto os digo, que cualquiera que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él. 18 ¶ Y le preguntó un príncipe, diciendo: ¿Maestro bueno, qué haré para poseer la vida eterna? 19 Y Jesús le dijo: ¿Por qué me dices, bueno? ninguno hay bueno, sino uno solo, Dios. 20 Los mandamientos sabes: No matarás: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio: Honra a tu padre, y a tu madre. 21 Y él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud. 22 Y Jesús oído esto, le dijo: Aun una cosa te falta: todo lo que tienes, véndelo, y dálo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. 23 Entonces él, oídas estas cosas, se entristeció sobre manera, porque era muy rico. 24 Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios, los que tienen riquezas! 25 Porque más fácil cosa es entrar un camello por un ojo de una aguja, que un rico entrar en el reino de Dios. 26 Y los que lo oían, dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo? 27 Y él les dijo: Lo que es imposible acerca de los hombres, posible es acerca de Dios. 28 Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido. 29 Y él les dijo: De cierto os digo, que nadie hay que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, 30 Que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna. 31 ¶ Y Jesús tomando aparte los doce, les dijo: He aquí, subimos a Jerusalem, y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas del Hijo del hombre. 32 Porque será entregado a los Gentiles, y será escarnecido, e injuriado, y escupido; 33 Y después que le hubieren azotado, le matarán; mas al tercero día resucitará. 34 Mas ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta; y no entendían lo que se decía. 35 ¶ Y aconteció, que acercándose él de Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando, 36 El cual como oyó la multitud que pasaba, preguntaba qué era aquello. 37 Y le dijeron: que Jesús Nazareno pasaba. 38 Entonces dio voces, diciendo: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí. 39 Y los que iban delante, le reñían para que callase; empero él clamaba mucho más: Hijo de David, ten misericordia de mí. 40 Jesús entonces parándose, mandó traerle a sí. Y como él llegó, le preguntó, 41 Diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que vea yo. 42 Y Jesús le dijo: Vé: tu fe te ha hecho salvo. 43 Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo como vio esto, dio alabanza a Dios. Chapter 19 1 Y habiendo entrado Jesús, pasaba por Jericó. 2 Y, he aquí, un varón llamado Zaqueo el cual era príncipe de los publicanos, y era rico. 3 Y procuraba ver a Jesús quién fuese; mas no podía a causa de la multitud, porque era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, se subió en un árbol sicomoro, para verle; porque había de pasar por allí. 5 Y como vino a aquel lugar Jesús, mirando le vio, y le dijo: Zaqueo, dáte priesa, desciende; porque hoy es menester que pose en tu casa. 6 Entonces él descendió apriesa, y le recibió gozoso. 7 Y viendo esto todos, murmuraban, diciendo, que había entrado a posar con un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo vuelvo con los cuatro tantos. 9 Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto también él es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del hombre vino a buscar, y a salvar lo que se había perdido. 11 ¶ Y oyendo ellos estas cosas, prosiguiendo él, dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalem; y porque pensaban que luego había de ser manifestado el reino de Dios. 12 Dijo pues: Un hombre noble se partió a una tierra lejos, a tomar para sí un reino, y volver. 13 Y llamados diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociád entre tanto que vengo. 14 Empero sus ciudadanos le aborrecían; y enviaron tras de él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. 15 Y aconteció, que vuelto él, habiendo tomado el reino, mandó llamar a sí a aquellos siervos, a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. 16 Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. 17 Y él le dice: Está bien, buen siervo: pues que en lo poco has sido fiel, ten autoridad sobre diez ciudades. 18 Y vino el segundo, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas. 19 Y asimismo a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. 20 Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañizuelo. 21 Porque tuve miedo de ti, pues que eres hombre severo: tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. 22 Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu boca te juzgo: sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; 23 ¿Por qué pues no diste mi dinero al banco; y yo viniendo lo demandara con el logro? 24 Y dijo a los que estaban presentes: Quitádle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. 25 (Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.) 26 Porque yo os digo que a cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado. 27 Mas a aquellos mis enemigos, que no querían que yo reinase sobre ellos, traédlos acá, y degolládlos delante de mí. 28 ¶ Y dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalem. 29 Y aconteció, que llegando cerca de Betfage, y de Betania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos, 30 Diciendo: Id a la aldea que está delante, en la cual como entraréis, hallaréis un pollino atado en el cual ningún hombre jamás se ha sentado: desatádle, y traédle acá. 31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué le desatáis? le diréis así: Porque el Señor le ha menester. 32 Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron, como él les dijo. 33 Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? 34 Y ellos dijeron: Porque el Señor le ha menester. 35 Y le trajeron a Jesús; y echando ellos sus ropas sobre el pollino, pusieron encima a Jesús. 36 Y yendo él, tendían sus vestidos por el camino. 37 Y como llegasen ya cerca de la descendida del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, regocijándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto, 38 Diciendo: Bendito el rey que viene en nombre del Señor: paz en el cielo, y gloria en las alturas. 39 Entonces algunos de los Fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40 Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si estos callaren, las piedras clamarán. 41 Y como llegó cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella, 42 Diciendo: ¡Ah, si tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que toca a tu paz! mas ahora está encubierto a tus ojos. 43 Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con trinchera; y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho; 44 Y te derribarán a tierra; y a tus hijos, los que están dentro de ti; y no dejarán en ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación. 45 Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, 46 Diciéndoles: Escrito está: Mi casa, casa de oración es; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 47 Y enseñaba cada día en el templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los príncipes del pueblo procuraban matarle. 48 Y no hallaban que hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole. Chapter 20 1 Y aconteció un día, que enseñando él al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, sobrevinieron los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, con los ancianos, 2 Y le hablaron, diciendo: Dínos ¿con qué autoridad haces estas cosas: o quién es el que te ha dado esta autoridad? 3 Respondiendo entonces Jesús, les dijo: Preguntaros he yo también una palabra; respondédme: 4 ¿El bautismo de Juan, era del cielo, o de los hombres? 5 Mas ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo; dirá: ¿Por qué pues no le creísteis? 6 Y si dijéremos: De los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están ciertos que Juan era un profeta. 7 Y respondieron, que no sabían de donde había sido. 8 Entonces Jesús les dijo: Ni yo os digo tampoco con qué autoridad hago yo estas cosas. 9 ¶ Y comenzó a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y la arrendó a unos labradores, y se ausentó por mucho tiempo. 10 Y al tiempo oportuno envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; mas los labradores hiriéndole, le enviaron vacío. 11 Y volvió a enviar otro siervo; y ellos a éste también, herido y afrentado, le enviaron vacío. 12 Y volvió a enviar al tercer siervo; y también a éste echaron herido. 13 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? enviaré mi Hijo amado: quizá cuando a éste vieren, le tendrán respeto. 14 Mas los labradores viéndole pensaron entre sí, diciendo: Este es el heredero: veníd, matémosle, para que la herencia sea nuestra. 15 Y echándole fuera de la viña, le mataron: ¿Qué pues les hará el señor de la viña? 16 Vendrá, y destruirá a estos labradores; y dará su viña a otros. Y como ellos lo oyeron, dijeron: Guarda. 17 Mas él mirándolos, dice: ¿Qué pues es lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores, esta vino a ser cabeza de la esquina? 18 Cualquiera que cayere sobre aquella piedra será quebrantado; mas sobre el que la piedra cayere, le desmenuzará. 19 Y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, mas tuvieron miedo del pueblo; porque entendieron que contra ellos había dicho esta parábola. 20 ¶ Y acechándole, enviaron espiones que se simulasen justos, para tomarle en sus palabras, para que así le entregasen a la jurisdicción y a la potestad del presidente: 21 Los cuales le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas bien; y que no tienes respeto a la persona de nadie, antes enseñas el camino de Dios con verdad. 22 ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? 23 Mas él, entendida la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? 24 Mostrádme una moneda. ¿De quién tiene la imagen, y la inscripción? Y respondiendo, dijeron: De César. 25 Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César; y lo que es de Dios, a Dios. 26 Y no pudieron reprender sus palabras delante del pueblo: antes maravillados de su respuesta, callaron. 27 ¶ Y llegándose unos de los Saduceos, los cuales niegan haber resurrección, le preguntaron, 28 Diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y muriere sin hijos, que su hermano tome la mujer, y levante simiente a su hermano. 29 Fueron pues siete hermanos; y el primero tomó mujer, y murió sin hijos. 30 Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. 31 Y la tomó el tercero: asimismo también todos siete; y no dejaron simiente, y murieron. 32 Y a la postre de todos murió también la mujer. 33 En la resurrección, pues, ¿mujer de cuál de ellos será? porque los siete la tuvieron por mujer. 34 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; 35 Mas los que fueron tenidos por dignos de aquel siglo, y de la resurrección de los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. 36 Porque no pueden ya más morir; porque son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. 37 Y que los muertos hayan de resucitar, Moisés aun lo enseñó junto al zarzal, cuando dice al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob. 38 Porque Dios, no es Dios de muertos, sino de vivos; porque todos viven en cuanto a él. 39 Y respondiéndole unos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho. 40 Y no osaron más preguntarle algo. 41 ¶ Y él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42 Y el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Asiéntate a mi diestra, 43 Entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies. 44 Así que David le llama Señor, ¿cómo pues es su hijo? 45 Y oyéndolo todo el pueblo, dijo a sus discípulos: 46 Guardáos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas; y las primeras sillas en las sinagogas; y los primeros asientos en las cenas: 47 Que devoran las casas de las viudas, simulando larga oración: estos recibirán mayor condenación. Chapter 21 1 Y mirando, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro. 2 Y vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos blancas. 3 Y dijo: De verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. 4 Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios; mas esta de su pobreza echó todo su sustento que tenía. 5 ¶ Y a unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: 6 De estas cosas que veis, días vendrán, en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada. 7 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuándo estas cosas hayan de comenzar a ser hechas? 8 El entonces dijo: Mirád, no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y el tiempo está cerca: por tanto no vayáis en pos de ellos. 9 Empero cuando oyereis de guerras y sediciones, no os espantéis; porque es menester que estas cosas acontezcan primero; mas no luego será el fin. 10 Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; 11 Y habrá grandes terremotos en cada lugar, y hambres, y pestilencias; y habrá prodigios, y grandes señales del cielo. 12 Mas antes de todas estas cosas os echarán mano, y perseguirán, entregándoos a las sinagogas, y a las cárceles, trayéndoos ante los reyes, y a los presidentes, por causa de mi nombre. 13 Y os será esto para testimonio. 14 Ponéd pues en vuestros corazones de no pensar antes como hayais de responder. 15 Porque yo os daré boca y sabiduría, a la cual no podrán resistir, ni contradecir todos los que se os opondrán. 16 Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros. 17 Y seréis aborrecidos de todos, por causa de mi nombre. 18 Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá. 19 En vuestra paciencia poseéd vuestras almas. 20 Y cuando viereis a Jerusalem cercada de ejércitos, sabéd entonces que su destrucción ha llegado. 21 Entonces los que estuvieren en Judea, huyan a los montes; y los que estuvieren en medio de ella, váyanse; y los que en las otras regiones, no entren en ella. 22 Porque estos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. 23 Mas, ¡ay de las preñadas, y de las que crían en aquellos días! porque habrá apretura grande sobre la tierra, e ira sobre este pueblo. 24 Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos por todas las naciones; y Jerusalem será hollada de los Gentiles, hasta que los tiempos de los Gentiles sean cumplidos. 25 Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en la tierra apretura de naciones, con perplejidad; bramando la mar y las ondas; 26 Secándose los hombres a causa del temor, y esperando las cosas que sobrevendrán a la redondez de la tierra; porque las virtudes de los cielos serán conmovidas. 27 Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con poder y grande gloria. 28 Y cuando estas cosas comenzaren a hacerse, mirád, y levantád vuestras cabezas; porque vuestra redención está cerca. 29 Y les dijo también una parábola: Mirád la higuera, y todos los árboles: 30 Cuando ya brotan, viéndolos, de vosotros mismos entendéis que el verano está ya cerca: 31 Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, entendéd que está cerca el reino de Dios. 32 De cierto os digo, que no pasará esta generación, hasta que todo sea hecho. 33 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. 34 ¶ Y mirád por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de improviso sobre vosotros aquel día. 35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la haz de toda la tierra. 36 Velád, pues, orando a todo tiempo, que seáis habidos dignos de evitar todas estas cosas que han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del hombre. 37 Y enseñaba entre día en el templo; y de noche saliendo, estábase en el monte que se llama de las Olivas. 38 Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el templo. Chapter 22 1 Y estaba cerca el día de la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua. 2 Y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas procuraban como le matarían; mas tenían miedo del pueblo. 3 Y entró Satanás en Júdas, que tenía por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce. 4 Y fue, y habló con los príncipes de los sacerdotes, y con los magistrados, de como se le entregaría. 5 Los cuales se holgaron, y concertaron de darle dinero. 6 Y prometió; y buscaba oportunidad para entregarle a ellos sin estar presente la multitud. 7 ¶ Y vino el día de los panes sin levadura, en el cual era menester matar la pascua. 8 Y envió a Pedro, y a Juan, diciendo: Id, aparejádnos la pascua, para que comamos. 9 Y ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que la aparejemos? 10 Y él les dijo: He aquí, como entraréis en la ciudad, os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua: seguídle hasta la casa donde entrare; 11 Y decíd al padre de la familia de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde tengo de comer la pascua con mis discípulos? 12 Entonces él os mostrará un gran cenadero aderezado, aparejádla allí. 13 Y yendo ellos halláronlo todo como les había dicho; y aparejaron la pascua. 14 Y como fue hora, se sentó a la mesa; y con él los doce apóstoles. 15 Y les dijo: Con deseo he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca. 16 Porque os digo, que no comeré más de ella, hasta que sea cumplido en el reino de Dios. 17 Y tomando la copa, habiendo hecho gracias, dijo: Tomád esto, y distribuídlo entre vosotros. 18 Porque os digo, que no beberé del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. 19 Y tomando pan, habiendo hecho gracias, lo rompió, y les dio, diciendo: éste es mi cuerpo, que por vosotros es dado; hacéd esto en memoria de mí. 20 Asimismo también la copa, después que hubo cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo testamento en mi sangre, que por vosotros se derrama. 21 Con todo eso, he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. 22 Y a la verdad el Hijo del hombre vá según lo que está determinado; empero ¡ay de aquel hombre por el cual es entregado! 23 Ellos entonces comenzaron a preguntar entre sí, cual de ellos sería el que había de hacer esto. 24 ¶ Y hubo también entre ellos una contienda, quién de ellos parecía ser el mayor. 25 Entonces él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas; y los que sobre ellas tienen potestad, son llamados bienhechores: 26 Mas vosotros, no así: antes el que es mayor entre vosotros, sea como el más mozo; y el que precede, como el que sirve. 27 Porque ¿cuál es mayor, el que se asienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se asienta a la mesa? mas yo soy entre vosotros como el que sirve. 28 Empero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones: 29 Yo pues os ordeno un reino, como mi Padre me lo ordenó a mí; 30 Para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino; y os asentéis sobre tronos juzgando a las doce tribus de Israel. 31 ¶ Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí, que Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; 32 Mas yo he rogado por ti que tu fe no falte; y tú cuando te conviertas, confirma a tus hermanos. 33 Y él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo, tanto a la cárcel, como a la muerte. 34 Y él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy, antes que tú niegues tres veces que me conoces. 35 Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo? Y ellos dijeron: Nada. 36 Entonces les dijo: Pues ahora el que tiene bolsa, tómela; y también su alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y cómprela. 37 Porque os digo, que aun es menester que se cumpla en mí aquello que está escrito: Y con los malos fue contado; porque lo que está escrito de mí, su cumplimiento tiene. 38 Entonces ellos dijeron: Señor, he aquí, dos espadas hay aquí. Y él les dijo: Basta. 39 ¶ Y saliendo, se fue, según su costumbre, al monte de las Olivas; y sus discípulos también le siguieron. 40 Y como llegó a aquel lugar, les dijo: Orád para que no entréis en tentación. 41 Y él se apartó de ellos como un tiro de piedra; y puesto de rodillas, oró, 42 Diciendo: Padre, si quieres, pasa esta copa de mí, empero no se haga mi voluntad, mas la tuya. 43 Y le apareció un ángel del cielo esforzándole. 44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y fue su sudor como gotas grandes de sangre, que descendían hasta la tierra. 45 Y como se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo de tristeza. 46 Y les dijo: ¿Qué, dormís? Levantáos, y orád que no entréis en tentación. 47 ¶ Estando aun hablando él, he aquí, una multitud de gente, y el que se llamaba Júdas, uno de los doce, iba delante de ellos; y se llegó a Jesús, para besarle. 48 Entonces Jesús le dijo: ¿Júdas, con un beso entregas al Hijo del hombre? 49 Y viendo los que estaban junto a él lo que había de ser, le dijeron: Señor, ¿heriremos con espada? 50 Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote, y le quitó la oreja derecha. 51 Y respondiendo Jesús, dijo: Dejád hasta aquí. Y tocando su oreja, le sanó. 52 Dijo después Jesús a los príncipes de los sacerdotes, y a los capitanes del templo, y a los ancianos que habían venido contra él: ¿Cómo a ladrón habéis salido con espadas y con palos? 53 Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas. 54 ¶ Y prendiéndole, le trajeron, y metiéronle en casa del príncipe de los sacerdotes. Y Pedro le seguía de lejos. 55 Y habiendo encendido fuego en medio del atrio, y sentándose todos al derredor, se sentó también Pedro entre ellos. 56 Y como una criada le vio que estaba sentado al fuego, puestos los ojos en él, dijo: Y éste con él era. 57 Entonces él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco. 58 Y un poco después viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eras. Y Pedro dijo: Hombre, no soy. 59 Y como una hora pasada, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él; porque es Galileo. 60 Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y luego, estando aun él hablando, el gallo cantó. 61 Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, como le había dicho. Antes que el gallo dé voz me negarás tres veces. 62 Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente. 63 Y los hombres que tenían a Jesús, burlaban de él, hiriéndole. 64 Y cubriéndole herían su rostro, y preguntábanle, diciendo: Profetiza, ¿quién es el que te hirió? 65 Y decían otras muchas cosas injuriándole. 66 Y como fue de día, se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y le trajeron a su concilio, 67 Diciendo: ¿Eres tú el Cristo? dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creereis; 68 Y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis; 69 Mas desde ahora el Hijo del hombre se asentará a la diestra del poder de Dios. 70 Y dijeron todos: ¿Luego tú eres el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros lo decís, que yo soy. 71 Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio deseamos? porque nosotros lo hemos oído de su boca. Chapter 23 1 Y levantándose toda la multitud de ellos, lleváronle a Pilato. 2 Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte nuestra nación, y que veda dar tributo a César, diciendo que él es el Cristo el Rey. 3 Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el rey de los Judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices. 4 Y Pilato dijo a los príncipes de los sacerdotes, y al pueblo: Ninguna culpa hallo en este hombre. 5 Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí. 6 Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el hombre era Galileo. 7 Y como entendió que era de la jurisdicción de Heródes, le remitió a Heródes, el cual también estaba en Jerusalem en aquellos días. 8 Y Heródes, viendo a Jesús, se holgó mucho; porque había mucho que le deseaba ver; porque había oído de él muchas cosas; y tenía esperanza que le vería hacer algún milagro. 9 Y le preguntaba con muchas palabras; mas él nada le respondió. 10 Y estaban los príncipes de los sacerdotes, y los escribas acusándole con gran porfía. 11 Mas Heródes con sus soldados le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y le volvió a enviar a Pilato. 12 Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Heródes en el mismo día; porque antes eran enemigos entre sí. 13 Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados, y el pueblo, 14 Les dijo: Me habéis presentado a éste por hombre que pervierte al pueblo; y, he aquí, yo preguntando delante de vosotros, no he hallado alguna culpa en este hombre de aquellas de que le acusáis. 15 Y ni aun Heródes; porque os remití a él; y he aquí, que ninguna cosa digna de muerte se le ha hecho. 16 Le soltaré pues castigado. 17 Y tenía necesidad de soltarles uno en la fiesta. 18 Y toda la multitud dio voces a una, diciendo: Afuera con éste, y suéltanos a Barrabás: 19 (El cual había sido echado en la cárcel por una sedición hecha en la ciudad, y una muerte.) 20 Y les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús. 21 Mas ellos volvían a dar voces, diciendo: Crucifícale, Crucifícale. 22 Y él les dijo la tercera vez: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho éste? ninguna culpa de muerte he hallado en él: le castigaré pues, y le soltaré. 23 Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado; y las voces de ellos, y de los príncipes de los sacerdotes prevalecieron. 24 Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían. 25 Y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido; mas entregó a Jesús a la voluntad de ellos. 26 ¶ Y llevándole, tomaron a un Simón, Cireneo, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase en pos de Jesús. 27 Y le seguía grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban, y lamentaban. 28 Mas Jesús, vuelto a ellas, les dijo: Hijas de Jerusalem, no me lloréis a mí; mas lloráos a vosotras mismas, y a vuestros hijos. 29 Porque, he aquí, que vendrán días, en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no parieron, y los pechos que no criaron. 30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caéd sobre nosotros; y a los collados: Cubrídnos. 31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco qué se hará? 32 Y llevaban también con él otros dos, malhechores, a matar con él. 33 ¶ Y como vinieron al lugar que se llama Calvario, le crucificaron allí; y a los malhechores, uno a la derecha, y otro a la izquierda. 34 Mas Jesús decía: Padre, perdónalos; porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes. 35 Y el pueblo estaba mirando; y burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros salvó: sálvese a sí mismo, si éste es el Mesías, el escogido de Dios. 36 Escarnecían de él también los soldados, llegándose, y presentándole vinagre, 37 Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a ti mismo. 38 Y había también un título escrito sobre él con letras Griegas, y Latinas, y Hebráicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. 39 ¶ Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo, y a nosotros. 40 Y respondiendo el otro, le riñó, diciendo: ¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma condenación? 41 Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 42 Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vinieres en tu reino. 43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso. 44 ¶ Y era como la hora de sexta, y fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona. 45 Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rompió por medio. 46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró. 47 Y como el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. 48 Y toda la multitud de los que estaban presentes a este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos. 49 Mas todos sus conocidos estaban de lejos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, mirando estas cosas. 50 ¶ Y, he aquí, un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno, y justo: 51 El cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos, varón de Arimatea, ciudad de los Judíos: el cual también esperaba el reino de Dios. 52 Este llegó a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 53 Y quitado de la cruz, le envolvió en una sábana, y le puso en un sepulcro que era labrado en roca, en el cual aun ninguno había sido puesto. 54 Y era día de la preparación de la pascua; y el sábado esclarecía. 55 Y viniendo también las mujeres que le habían seguido de Galilea, vieron el sepulcro, y como fue puesto su cuerpo. 56 Y vueltas, aparejaron drogas aromáticas, y ungüentos; y reposaron el sábado, conforme al mandamiento. Chapter 24 1 Mas el primer día de la semana, muy de mañana vinieron al sepulcro, trayendo las drogas aromáticas que habían aparejado; y algunas otras mujeres con ellas. 2 Y hallaron la piedra revuelta de la puerta del sepulcro. 3 Y entrando no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 4 Y aconteció, que estando ellas espantadas de esto, he aquí, dos varones que se pararon junto a ellas, vestidos de vestiduras resplandecientes. 5 Y teniendo ellas miedo, y bajando el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 6 No está aquí, sino que ha resucitado: acordáos de como os habló, cuando aun estaba en Galilea, 7 Diciendo: Es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y resucitar al tercero día. 8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras. 9 Y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. 10 Y eran María Magdalena, y Juana, y María, madre de Santiago, y otras que estaban con ellas, las que decían estas cosas a los apóstoles. 11 Mas a ellos les parecían como locura las palabras de ellas; y no las creyeron. 12 Y levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y como miró dentro, vio solos los lienzos allí echados, y se fue maravillado entre sí de este hecho. 13 ¶ Y, he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea que estaba de Jerusalem sesenta estadios, llamada Emmáus: 14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acaecido. 15 Y aconteció, que yendo hablando entre sí, y preguntándose el uno al otro, el mismo Jesús se llegó, e iba con ellos juntamente. 16 Mas los ojos de ellos eran detenidos, para que no le conociesen. 17 Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tratais entre vosotros andando, y estáis tristes? 18 Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleófas, le dijo: ¿Tú solo forastero eres en Jerusalem, que no has sabido las cosas que en ella han acontecido estos días? 19 Entonces él les dijo: ¿Qué? Y ellos le dijeron: De Jesús Nazareno, el cual fue varón profeta poderoso en obra y en palabra, delante de Dios y de todo el pueblo: 20 Y como le entregaron los príncipes de los sacerdotes, y nuestros magistrados, a condenación de muerte, y le crucificaron. 21 Mas nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora sobre todo esto, hoy es el tercero día desde que esto ha acontecido. 22 Aunque también unas mujeres de los nuestros nos han espantado, las cuales antes del día fueron al sepulcro; 23 Y no hallando su cuerpo, vinieron, diciendo que también habían visto visión de ángeles, los cuales dijeron que él vive. 24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron ser así como las mujeres habían dicho; mas a él no le vieron. 25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer a todo lo que los profetas han dicho! 26 ¿No era menester que Cristo padeciera estas cosas, y que entrara así en su gloria? 27 Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras las cosas tocantes a él. 28 Y llegaron a la aldea a donde iban; y él hizo como que iba más lejos. 29 Mas ellos le detuvieron por fuerza, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y está ya declinando el día. Y entró para quedarse con ellos. 30 Y aconteció, que estando sentado a la mesa con ellos, tomando el pan, bendijo, y lo rompió, y les dio. 31 Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron; mas él se desapareció de los ojos de ellos. 32 Y decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? 33 Y levantándose en la misma hora, tornáronse a Jerusalem; y hallaron a los once congregados, y a los que estaban con ellos, 34 Que decían: Resucitado ha el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. 35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino; y como había sido conocido de ellos en el romper del pan. 36 ¶ Y entre tanto que ellos hablaban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. 37 Entonces ellos espantados y asombrados, pensaban que veían algún espíritu. 38 Mas él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y suben pensamientos a vuestros corazones? 39 Mirád mis manos y mis pies, que yo mismo soy. Palpád, y ved; que el espíritu ni tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. 40 Y en diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. 41 Y no creyéndolo aun ellos de gozo, y maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? 42 Entonces ellos le presentaron parte de un pez asado, y un panal de miel. 43 Lo cual él tomó, y comió delante de ellos: 44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé estando aun con vosotros: Que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los Salmos de mí. 45 Entonces les abrió el entendimiento, para que entendiesen las Escrituras. 46 Y les dijo: Así está escrito, y así fue menester que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercero día; 47 Y que se predicase en su nombre arrepentimiento, y remisión de pecados, en todas las naciones, comenzando de Jerusalem. 48 Y vosotros sois testigos de estas cosas. 49 Y, he aquí, yo enviaré al prometido de mi Padre sobre vosotros; mas vosotros quedáos en la ciudad de Jerusalem, hasta que seáis investidos de lo alto de poder. 50 ¶ Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos los bendijo. 51 Y aconteció, que bendiciéndoles, se fue de ellos, y era llevado arriba al cielo. 52 Y ellos después de haberle adorado, se volvieron a Jerusalem con gran gozo. 53 Y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén.