Porque sabemos, que si la casa terrestre de éste nuestro tabernáculo se deshiciere, tenemos de Dios edificio, casa no hecha de manos, eterna en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando vehementemente ser sobrevestidos de aquella nuestra habitación que es del cielo: Si es que fuéremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque los que estamos en este tabernáculo, gemimos estando sobre cargados; porque no querríamos ser desnudados, antes sobrevestidos, para que lo que es mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, el cual asimismo nos ha dado las arras del espíritu. Así que vivimos confiados siempre, sabiendo, que entre tanto que estamos en el cuerpo, ausentes estamos del Señor: (Porque por fe andamos, no por vista:) Estamos confiados, digo, y querríamos más bien peregrinar del cuerpo, y estar presentes con el Señor. Y por tanto procuramos, que o ausentes, o presentes, le seamos aceptos. 10 Porque es menester que todos nosotros comparezcamos delante del tribunal de Cristo; para que cada uno reciba las cosas hechas en su cuerpo, según lo que hubiere hecho, sea bueno, o sea malo. 11 Así que conociendo el terror del Señor, persuadimos a los hombres, mas a Dios somos hechos manifiestos; y espero que también en vuestras conciencias somos hechos manifiestos. 12 No nos encomendamos otra vez a vosotros; antes os damos ocasión de gloriaros de nosotros, para que tengáis que responder a los que se glorían en las apariencias, y no en el corazón. 13 Porque si loqueamos, es para Dios, y si estamos en seso, es por vuestra causa. 14 Porque el amor de Cristo nos constriñe: juzgando esto: Que si uno murió por todos, luego todos estaban muertos: 15 Y que murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que por ellos murió y resucitó. 16 De manera que nosotros de aquí adelante a nadie conocemos según la carne; y si aun a Cristo conocimos según la carne, ahora empero ya no le conocemos más. 17 De manera que si alguno es en Cristo, nueva criatura es. Lo viejo se pasó ya: he aquí todo es hecho nuevo. 18 ¶ Y todas las cosas son de Dios, el cual nos reconcilió consigo por Jesu Cristo, y nos ha dado el ministerio de la reconciliación. 19 Es a saber, que Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo consigo, no imputándoles sus pecados, y ha entregado a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así que embajadores somos de Cristo, como si Dios os rogase por nosotros: os suplicamos de parte de Cristo, que os reconcilieis con Dios. 21 Porque a él que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.