Mi alma es cortada en mi vida: por tanto yo soltaré mi queja sobre mí, y hablaré con amargura de mi alma. Diré a Dios: No me condenes: házme entender por qué pleitéas conmigo. ¿Parécete bien que oprimas, y que deseches la obra de tus manos, y que favorezcas el consejo de los impíos? ¿Tienes tú ojos de carne? ¿ves tú como el hombre? ¿Tus días son como los días del hombre? ¿tus años son como los tiempos humanos, Que inquieras mi iniquidad, y busques mi pecado? Sobre saber tú que yo no soy impío: y que no hay quien de tu mano libre. Tus manos me formaron, y me hicieron todo al derredor: ¿y hásme de deshacer? Acuérdate ahora que como a lodo me hiciste: ¿y hásme de tornar en polvo? 10 ¿No me fundiste como leche, y como un queso me cuajaste? 11 Vestísteme de piel y carne, y cubrísteme de huesos y nervios. 12 Vida y misericordia hiciste conmigo; y tu visitación guardó mi espíritu. 13 Y estas cosas tienes guardadas en tu corazón: yo sé que esto está cerca de ti. 14 Si yo pequé acecharme has tú, y no me limpiarás de mi iniquidad. 15 Si fuere malo; ¡ay de mí! y si fuere justo, no levantaré mi cabeza, harto de deshonra, y de verme afligido. 16 Y vas creciendo, cazándome como león: tornando, y haciendo en mí maravillas: 17 Renovando tus llagas contra mi, y aumentando conmigo tu furor, remudándose sobre mí ejércitos. 18 ¿Por qué me sacaste del vientre? Muriera yo, y no me vieran ojos. 19 Fuera, como si nunca hubiera sido, llevado desde el vientre a la sepultura. 20 ¿Mis días no son una poca cosa? cesa pues, y déjame, para que me esfuerce un poco, 21 Antes que vaya, para no volver, a la tierra de tinieblas y de sombra de muerte: 22 Tierra de oscuridad y tenebrosa sombra de muerte, donde no hay orden; y que resplandece como la misma oscuridad.