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Así que cuando ya no pudimos aguantar más, decidimos que sería mejor quedarnos en Atenas, y enviarles a Timoteo. Él es nuestro hermano y compañero en la obra de Dios y en la predicación de la buena nueva de Cristo. Lo enviamos para fortalecerlos y animarlos en su fe en Dios para que ninguno de ustedes sufriera descontento por las dificultades, pues ustedes saben que hemos de esperar tales cosas. Incluso mientras estuvimos con ustedes, siempre les advertíamos que pronto sufriríamos persecución y ustedes saben bien que eso es exactamente lo que ha sucedido. Es por eso que, cuando no pude soportar más, mandé a preguntar si ustedes todavía tenían fe en Dios. Pues estaba preocupado de que el Diablo* hubiera tenido éxito en tentarlos y que nuestra obra hubiera sido en vano.
Ahora Timoteo ha vuelto después de haberlos visitado, y nos ha traído buenas noticias sobre su fe en Dios y el amor que tienen. Nos ha dicho que aún tienen recuerdos gratos de nosotros, y que anhelan vernos así como nosotros deseamos verlos a ustedes. Esto realmente nos ha animado en nuestros propios momentos de dificultad, hermanos y hermanas, sabiendo que ustedes siguen aferrándose a su fe en Dios. Para nosotros, la vida vale la pena porque ustedes están firmes en el Señor. Al ir a la presencia de Dios no tenemos palabras suficientes para agradecerle por toda la alegría que ustedes nos causan. 10  Día y noche oramos de corazón, esperando verlos nuevamente cara a cara, y ayudarlos a seguir desarrollando su fe en Dios. 11  Quiera nuestro Padre y nuestro Señor Jesús permitir que podamos ir a verlos pronto. 12  Que el Señor aumente el amor que se tienen los unos hacia los otros, y hacia todos los demás, hasta que sobreabunde, así como nosotros los amamos a ustedes. 13  Y que así el Señor pueda fortalecerlos para que puedan estar firmes y con pensamientos santos y sin mancha ante nuestro Dios y Padre en la venida de nuestro Señor Jesús, con todos sus santos.
* 3:5 “El Diablo”, literalmente “el tentador”. 3:5 “Tentados con éxito”—realmente en el original solo dice “tentados”, pero en nuestro idioma esto no implica lo que Pablo teme: que la tentación haya tenido éxito. El asunto aquí no es ser tentado, sino caer en pecado como resultado de la tentación.