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Reina-Valera 1865 Spanish translation

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EL LIBRO DE LAS PROFECÍAS DE JEREMÍAS

1  1 Las palabras de Jeremías, hijo de Helcías, de los sacerdotes que estuvieron en Anatot, en tierra de Ben-jamín. 2 La palabra de Jehová que fue a él en los días de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, a los trece años de su reino. 3 Asimismo fue en días de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del onceno año de Sedequías, hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalem en el mes quinto. 4 Fue pues palabra de Jehová a mí, diciendo: 5 Antes que te formase en el vientre, te conocí; y antes que salieses de la matriz, te santifiqué: a las naciones te di por profeta. 6 Y yo dije: ¡Ha, ha, Señor Jehová! ¡He aquí, no sé hablar, porque soy mozo! 7 Y díjome Jehová: No digas: Soy mozo; porque a todo lo que te enviaré irás, y todo lo que te mandaré, dirás. 8 No temas delante de ellos; porque contigo soy para librarte, dijo Jehová. 9 Y extendió Jehová su mano, y tocó sobre mi boca; y díjome Jehová: He aquí, he puesto mis palabras en tu boca: 10 Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos para arrancar, y para destruir, y para echar a perder, y para derribar, y para edificar, y para plantar. 11 ¶ Y la palabra de Jehová fue a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Yo veo una vara presurosa. 12 Y díjome Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para hacerla. 13 Y fue a mi palabra de Jehová segunda vez, diciendo: ¿Qué ves tú? Y dije: Yo veo una olla que hierve. Y su haz está de la parte del aquilón. 14 Y díjome Jehová: Del aquilón se soltará el mal sobre todos los moradores de la tierra. 15 Porque he aquí que yo convoco todas las familias de los reinos del aquilón, dijo Jehová, y vendrán; y pondrá cada uno su asiento a la entrada de las puertas de Jerusalem, y junto a todos sus muros en derredor, y junto a todas las ciudades de Judá. 16 Y hablaré con ellos mis juicios a causa de toda su malicia, que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y a hechuras de sus manos se encorvaron. 17 ¶ Y tú ceñirás tus lomos, y levantarte has, y hablarles has todo lo que yo te mandaré: no temas delante de ellos, porque no te haga quebrantar delante de ellos. 18 Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortalecida, y como columna de hierro, y como muro de metal, sobre toda la tierra, a los reyes de Judá, a sus príncipes, a sus sacerdotes, y al pueblo de la tierra. 19 Y pelearán contra ti, mas no te vencerán; porque yo soy contigo, dice Jehová, para librarte. 2  1 Y fue a mí palabra de Jehová, diciendo: 2 Vé, y clama en los oídos de Jerusalem, diciendo: Jehová dice así: Heme acordado de ti, de la misericordia de tu mocedad, del amor de tu desposorio, cuando andabas tras mí en el desierto, en tierra no sembrada. 3 Santidad era entonces Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos: todos los que le comen, pecarán: mal vendrá sobre ellos, dice Jehová. 4 Oíd palabra de Jehová, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. 5 Jehová dijo así: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad, y tornáronse vanos? 6 Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová: el que nos hizo subir de tierra de Egipto: el que nos hizo andar por el desierto; por una tierra desierta y despoblada, por una tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni hombre habitó allí? 7 Y os metí en tierra del Carmelo, para que comieseis su fruto y su bien; y entrasteis, y contaminasteis mi tierra, y mi heredad hicisteis abominable. 8 Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? Y los que tenían la ley no me conocieron, y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en Baal, y caminaron tras lo que no aprovecha. 9 Por tanto entraré aun en juicio con vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé. 10 Porque pasád a las islas de Quitim, y mirád, y enviád a Cedar, y considerád con diligencia; y mirád si se ha hecho cosa semejante a esta. 11 ¿Si alguna nación ha mudado dioses? aunque ellos no son dioses; y mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha. 12 Asoláos, cielos, sobre esto, y alborotáos: Asoláos en gran manera, dijo Jehová. 13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: dejáronme a mí, fuente de agua viva, por cavar para sí cisternas, cisternas rotas, que no detienen aguas. 14 ¿Es Israel siervo? ¿es esclavo? ¿por qué ha sido dado en presa? 15 Los cachorros de los leones bramaron sobre él, dieron su voz; y pusieron su tierra en soledad, desiertas sus ciudades sin morador. 16 Aun los hijos de Nof y de Tafnes te quebrantarán la mollera. 17 ¿No te hará esto tu dejar a Jehová tu Dios, cuando te hacía andar por camino? 18 Ahora pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo? ¿y qué tienes tú en el camino de Asiria, para que bebas agua del río? 19 Tu maldad te castigará, y tu apartamiento te acusará. Sabe pues, y vé cuán malo y amargo es tu dejar a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dijo el Señor Jehová de los ejércitos. 20 Porque desde muy atrás he quebrado tu yugo, rompido tus ataduras; y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto, y debajo de todo árbol sombrío tú corrías, o! ramera. 21 Yo pues te planté de buen vidueño, toda ella simiente de verdad, ¿cómo pues te me has tornado sarmientos de vid extraña? 22 Aunque te laves con salitre, y amontones jabón sobre ti, tu pecado está sellado delante de mí, dijo el Señor Jehová. 23 ¿Cómo dices: No soy inmunda, nunca anduve tras los Baales? Mira tu camino en el valle: conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que frecuenta sus carreras: 24 Asna montés acostumbrada al desierto, que respira como quiere: ¿de su ocasión quién la detendrá? todos los que la buscaren no se cansarán: hallarla han en su mes. 25 Defiende tus pies de andar descalzos, y tu garganta de la sed; y dijiste: Háse perdido la esperanza: en ninguna manera; porque he amado extraños, y tras ellos tengo de ir. 26 Como se avergüenza el ladrón cuando es tomado, así se avergonzaron la casa de Israel; ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes, y sus profetas, 27 Diciendo al leño: Mi padre eres tú; y a la piedra: Tú me has engendrado. Que me volvieron la cerviz; y no el rostro; y en el tiempo de su trabajo, dicen: Levántate, y líbranos. 28 ¿Y dónde están tus dioses, que hiciste para ti? Levántense, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción; porque al número de tus ciudades, o! Judá, fueron tus dioses. 29 ¿Por qué altercáis conmigo? Todos vosotros os rebelasteis contra mí, dijo Jehová. 30 Por demás he azotado vuestros hijos, no han recibido castigo: espada tragó vuestros profetas como león destrozador. 31 O! generación, ved vosotros la palabra de Jehová: ¿He sido yo soledad a Israel, o tierra de tinieblas, que han dicho mi pueblo: Señores somos; ni nunca más vendremos a ti? 32 ¿Olvídase la virgen de su atavío, o la desposada de sus sartales? y mi pueblo se han olvidado de mí por días que no tienen número. 33 ¿Para qué abonas tu camino para hallar amor? pues aun a las maldades enseñaste tus caminos. 34 Aun en tus faldas se hallaron las sangres de las almas de los pobres, de los inocentes. No los hallaste minando casas, mas por todas estas cosas. 35 Y dices: Porque soy inocente, cierto su ira se apartó de mí. He aquí, yo entraré en juicio contigo, porque dijiste: No pequé. 36 ¿Para qué discurres tanto, mudando tus caminos? También serás avergonzada de Egipto, como fuiste avergonzada de Asiria. 37 También de este saldrás con tus manos sobre tu cabeza; porque Jehová desechó tus confianzas, ni en ellas tendrás buen suceso. 3  1 Dicen: Si alguno dejare su mujer, y yéndose de él se juntare a otro varón, ¿volverá a ella más? ¿No es ella tierra inmunda de inmundicia? Tú pues has fornicado con muchos amigos: mas vuélvete a mí, dijo Jehová. 2 Alza tus ojos a los altos, y vé en que lugar no te hayas publicado: para ellos te sentabas en los caminos, como Árabe en el desierto; y con tus fornicaciones, y con tu malicia has contaminado la tierra. 3 Por esta causa las aguas han sido detenidas, y la lluvia de la tarde faltó; y has tenido frente de mala mujer, ni quisiste tener vergüenza. 4 A lo menos, ¿desde ahora no clamarás a mí: Padre mío, guiador de mi juventud? 5 ¿Guardará su enojo para siempre? ¿guardarle ha eternalmente? He aquí que hablaste, e hiciste maldades, y pudiste. 6 ¶ Y díjome Jehová en días del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Váse ella sobre todo monte alto, y debajo de todo árbol sombrío, y allí fornica. 7 Y dije después que hizo todo esto: Vuélvete a mí; y no se volvió. Y vio la rebelde su hermana Judá, 8 Que yo lo había visto, que por todas estas causas en las cuales fornicó la rebelde Israel yo la envié, y le di la carta de su repudio; y no hubo temor la rebelde Judá su hermana: mas fue también ella, y fornicó. 9 Y aconteció que por la facilidad de su fornicación la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra, y con el leño. 10 Y con todo esto nunca se tornó a mí la rebelde su hermana Judá de todo su corazón, mas mentirosamente, dijo Jehová. 11 Y díjome Jehová: Justificado ha su alma la rebelde Israel, en comparación de la desleal Judá. 12 Vé, y clama estas palabras hacia el aquilón, y dí: Vuélvete, o! rebelde Israel, dijo Jehová: no haré caer mi ira sobre vosotros; porque misericordioso soy, dijo Jehová; ni guardaré el enojo para siempre. 13 Conoce empero tu maldad, porque contra Jehová tu Dios te has rebelado; y tus caminos has derramado a los extraños debajo de todo árbol sombrío, y no oístes mi voz, dice Jehová. 14 Convertíos, o! hijos rebeldes, dijo Jehová, porque yo soy vuestro Señor; y yo os tomaré uno de una ciudad, y dos de una familia, y meteros he en Sión. 15 Y daros he pastores según mi corazón, que os apacienten de ciencia, y de inteligencia. 16 Y acontecerá que cuando os multiplicareis y creciereis en la tierra, en aquellos días, dijo Jehová, no se dirá más: Arca del concierto de Jehová; ni vendrá en el pensamiento, ni se acordarán de ella, ni visitarán, ni se hará más. 17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalem, trono de Jehová; y todas las naciones se congregarán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalem; ni más irán tras la dureza de su corazón malvado. 18 En aquellos tiempos irán de la casa de Judá a la casa de Israel; y vendrán también de tierra del aquilón a la tierra que hice heredar a vuestros padres. 19 Yo empero dije: ¿Cómo te pondré por hijos, y te daré la tierra deseable, la heredad de codicia de los ejércitos de las naciones? Y dije: Padre mío, me llamarás; y de en pos de mí, no te apartarás. 20 ¶ Mas como la mujer quiebra la fe, de su compañero, así prevaricasteis contra mí, o! casa de Israel, dijo Jehová. 21 Voz sobre las alturas fue oída, llanto de los ruegos de los hijos de Israel; porque han torcido su camino, de Jehová su Dios se han olvidado. 22 Convertíos, hijos rebeldes; sanaré vuestras rebeliones. He aquí, nosotros venimos a ti; porque tú eres Jehová nuestro Dios. 23 Ciertamente vanidad son los collados, la multitud de los montes: ciertamente en Jehová nuestro Dios está la salud de Israel. 24 Confusión consumió el trabajo de nuestros padres desde nuestra mocedad; sus ovejas, sus vacas, sus hijos, y sus hijas. 25 Echados estamos en nuestra confusión, y nuestra vergüenza nos cubre; porque pecamos a Jehová nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde nuestra juventud y hasta este día; y no oímos la voz de Jehová nuestro Dios. 4  1 Si te volvieres a mí, o! Israel, dijo Jehová, tendrás reposo; y si quitares de delante de mí tus abominaciones, no andarás de acá para allá. 2 Y jurarás: Vive Jehová, con verdad, con juicio, y con justicia; y bendecirse han en él las naciones, y en él se gloriarán. 3 Porque así dijo Jehová a todo varón de Judá y de Jerusalem: Barbechád barbecho para vosotros, y no sembréis sobre espinas. 4 Circuncidáos a Jehová, y quitád los prepucios de vuestro corazón, varones de Judá, y moradores de Jerusalem; porque mi ira no salga como fuego, y se encienda, y no haya quien apague, por la malicia de vuestras obras. 5 Denunciád en Judá, y hacéd oír en Jerusalem, y decíd: Sonád trompeta en la tierra, pregonád: juntád, y decíd: Juntáos, y entrémosnos en las cuidades fuertes: 6 Alzád bandera en Sión: juntáos, no os detengáis; porque yo hago venir mal de la parte del aquilón, y quebrantamiento grande. 7 El león sube de su enramada, y el destruidor de naciones es partido: salió de su asiento para poner tu tierra en soledad: tus ciudades serán asoladas sin morador. 8 Por esto vestíos de sacos, endechád, y aullád; porque la ira de Jehová no se ha apartado de nosotros. 9 Y será que en aquel día, dice Jehová, el corazón del rey desfallecerá, y el corazón de los príncipes; y los sacerdotes estarán atónitos, y los profetas se maravillarán. 10 (Y dije: ¡Ay, ay, Jehová Dios! verdaderamente engañando has engañado a este pueblo, y a Jerusalem, diciendo: Paz tendréis; y la espada ha venido hasta el alma,) 11 En aquel tiempo se dirá de este pueblo, y de Jerusalem: Viento seco de las alturas del desierto vino a la hija de mi pueblo, no para aventar, ni para limpiar. 12 Viento más vehemente que estos me vendrá a mí; porque ahora yo hablaré juicios con ellos. 13 He aquí que subirá como nube, y su carro, como torbellino: más ligeros son sus caballos que las águilas. ¡Ay de nosotros! porque dados somos a saco. 14 Lava de la malicia tu corazón, o! Jerusalem, para que seas salva: ¿Hasta cuándo dejarás estar en medio de ti los pensamientos de tu iniquidad? 15 Porque la voz del que trae las nuevas desde Dan, y del que hace oír la calamidad desde el monte de Efraím. 16 Decíd de las naciones, he aquí, hacéd oír de Jerusalem: Guardas vienen de tierra lejana, y darán su voz sobre las ciudades de Judá. 17 Como las guardas de las heredades, estuvieron sobre ella en derredor; porque se rebeló contra mí, dijo Jehová. 18 Tu camino y tus obras te hicieron esto, esta tu maldad: por lo cual amargura penetrará hasta tu corazón. 19 Mis entrañas, mis entrañas, me duelen las telas de mi corazón: mi corazón ruge dentro de mí: no callaré, porque voz de trompeta has oído, o! alma mía, pregón de guerra. 20 Quebrantamiento sobre quebrantamiento es llamado, porque toda la tierra es destruida: en un punto son destruidas mis tiendas, en un momento mis cortinas. 21 ¿Hasta cuándo tengo de ver bandera, tengo de oír voz de trompeta? 22 Porque mi pueblo insensato, a mí no conocieron los hijos ignorantes, y los no entendidos: sabios para mal hacer, y para bien hacer no supieron. 23 Vi la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y los cielos, y no había en ellos luz. 24 Miré los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruidos. 25 Miré, y no parecía hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. 26 Miré, y he aquí el Carmelo desierto, y todas sus ciudades eran asoladas a la presencia de Jehová, a la presencia de la ira de su furor. 27 Porque Jehová dijo así: Toda la tierra se asolará; empero no haré consumación. 28 Por esto la tierra será asolada, y los cielos arriba se oscurecerán; porque hablé, pensé, y no me arrepentí, ni me tornaré de ello. 29 Del estruendo de la gente de a caballo y de los flecheros huyó toda ciudad: entráronse en las espesuras de los bosques, y subiéronse en peñascos: toda ciudad fue desamparada, y no quedó en ellas morador alguno. 30 ¿Y tú, destruida, qué harás? Que te vistes de grana, que te adornas con atavíos de oro, que alcoholas con alcohol tus ojos, por demás te engalanas: los amadores te menospreciaron, tu alma buscarán. 31 Porque voz oí como de mujer que está de parto, angustia como de la que pare primogénito: voz de la hija de Sión que lamenta, extiende sus manos: ¡Ay ahora de mi! que mi alma desmaya a causa de los matadores. 5  1 Discurríd por las plazas de Jerusalem, y mirád ahora, y sabéd, y buscád en sus plazas si hallareis varón, si haya alguno que haga juicio, que busque verdad; y yo la perdonaré. 2 Y si dijeren: Vive Jehová: por tanto jurarán mentira. 3 O! Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Azotástelos, y no les dolió: consumístelos, no quisieron recibir castigo: endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron tornarse. 4 Yo empero dije: Por cierto ellos son pobres: enloquecido han; pues no conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios. 5 Irme he a los grandes, y hablarles he, porque ellos conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios. Ciertamente ellos también quebrantaron el yugo, rompieron las coyundas. 6 Por tanto león del monte los herirá, lobo del desierto los destruirá, tigre asechará sobre sus ciudades: cualquiera que de ellas saliere, será arrebatado; porque sus rebeliones se han multiplicado, multiplicádose han sus deslealtades. 7 ¿Cómo por esto te perdonaré? tus hijos me dejaron, y juraron por lo que no es Dios. Hartélos, y adulteraron, y en casa de ramera se juntaron en compañías. 8 Caballos bien hartos fueron a la mañana: cada cual relinchaba a la mujer de su prójimo. 9 ¿No había de hacer visitación sobre esto? dijo Jehová. ¿De una nación como esta, no se había de vengar mi alma? 10 Escalád sus muros, y destruíd: mas no hagáis consumación. Quitád las almenas de sus muros; porque no son de Jehová. 11 Porque rebelando se rebelaron contra mí la casa de Israel y la casa de Judá, dice Jehová. 12 Negaron a Jehová, y dijeron: Él no; y no vendrá sobre nosotros mal; ni veremos espada, ni hambre; 13 Mas los profetas serán como viento, y palabra no será en ellos: así les será hecho. 14 Por tanto, así dijo Jehová Dios de los ejércitos: Porque hablasteis esta palabra, he aquí, yo pongo en tu boca mis palabras por fuego, y a este pueblo por leños, y consumirlos ha. 15 He aquí, yo traigo sobre vosotros nación de lejos, o! casa de Israel, dice Jehová, nación robusta, nación antigua, nación cuya lengua ignorarás, y no entenderás lo que hablare. 16 Su aljaba como sepulcro abierto, todos valientes. 17 Y comerá tu mies y tu pan: comerá tus hijos y tus hijas: comerá tus ovejas y tus vacas: comerá tus viñas y tus higueras; y tus ciudades fuertes en que tú confías, tornará en nada a cuchillo. 18 También en aquellos días, dijo Jehová, no os acabaré del todo. 19 Y será que cuando dijereis: ¿Por qué hizo Jehová el Dios nuestro con nosotros todas estas cosas? entonces decirles has: De la manera que me dejasteis a mí, y servisteis a dioses ajenos en vuestra tierra, así serviréis a extraños en tierra ajena. 20 Denunciád esto en la casa de Jacob, y hacéd que esto se oiga en Judá, diciendo: 21 Oíd ahora esto, pueblo insensato, y sin corazón; que tienen ojos y no ven; que tienen oídos y no oyen. 22 ¿A mí no temeréis, dice Jehová? ¿delante de mi presencia no os amedrentaréis? que puse arena por término a la mar por ordenación eterna, la cual no quebrantará: Levantarse han tempestades, mas no prevalecerán: bramarán sus ondas, mas no lo pasarán. 23 Empero este pueblo tiene corazón falso, y rebelde: tornáronse, y se fueron. 24 Y no dijeron en su corazón: Temamos ahora a Jehová Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía en su tiempo: los tiempos establecidos de la segada nos guardará. 25 Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas; y vuestros pecados impidieron de vosotros el bien: 26 Porque fueron hallados en mi pueblo impíos: asechaban como quien pone lazos: asentaron la perdición para tomar hombres. 27 Como jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de engaño: así se hicieron grandes y ricos, 28 Engordáronse, e hicieron tez resplandeciente; y aun sobrepujaron hecho de malo: no juzgaron la causa, la causa del huérfano; e hiciéronse prósperos, y la causa de los pobres no juzgaron. 29 ¿Sobre esto no tengo de visitar? dice Jehová; ¿y de tal nación no se vengará mi alma? 30 Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra: 31 Los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes tomaban por sus manos; y mi pueblo lo quiso así. ¿Qué pues haréis a su fin? 6  1 Huid, hijos de Ben-jamín, de en medio de Jerusalem, y tocád bocina en Tecua, y alzád humo sobre Bet-hacarem; porque de la parte del aquilón se ha visto mal, y quebrantamiento grande. 2 A una mujer hermosa y delicada comparé a la hija de Sión. 3 A ella vendrán pastores y sus rebaños: junto a ella en derredor pondrán sus tiendas: cada uno apacentará a su parte. 4 Denunciád guerra contra ella: levantáos, y subamos hacia el mediodía: ¡ay de nosotros! que va cayendo ya el día, que las sombras de la tarde se han extendido. 5 Levantáos, y subamos de noche, y destruyamos sus palacios. 6 Porque así dijo Jehová de los ejércitos: Cortád árboles, y extendéd baluarte junto a Jerusalem: esta es la ciudad que toda ella ha de ser visitada: violencia hay en medio de ella. 7 Como la fuente nunca cesa de manar sus aguas, así nunca cesa de manar su malicia: injusticia, y robo se oye en ella: continuamente en mi presencia, enfermedad, y herida. 8 Castígate, Jerusalem, porque no se aparte mi alma de ti, porque no te torne desierta, tierra no habitada. 9 Jehová de los ejércitos dijo así: Rebuscando rebuscarán, como a vid, el resto de Israel: torna tu mano como vendimiador a los cestos. 10 ¿A quién tengo de hablar, y amonestar para que oigan? He aquí que sus orejas son incircuncisas, y no pueden escuchar: he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa: no la aman. 11 Por tanto estoy lleno de saña de Jehová; trabajado he por contenerme de derramarla sobre los niños en la calle, y sobre el concurso de los mancebos juntos; porque el marido también será preso con la mujer, el viejo con el lleno de días. 12 Y sus casas serán traspasadas a otros, sus heredades y sus mujeres también; porque extenderé mi mano sobre los moradores de la tierra, dice Jehová. 13 Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande de ellos, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote todos son engañadores. 14 Y curan el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. 15 ¿Hánse avergonzado de haber hecho abominación? cierto no se han avergonzado de vergüenza; ni aun saben tener vergüenza. Por tanto caerán entre los que caerán: caerán cuando los visitaré, dice Jehová. 16 Así dijo Jehová: Paráos a los caminos, y mirád, y preguntád por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andád por él; y hallaréis descanso para vuestra alma. Y dijeron: No andaremos. 17 Y desperté sobre vosotros atalayas: escuchád a la voz de la trompeta; y dijeron: No escucharémos. 18 Por tanto oíd, naciones; y conoce, o! compañía de ellas. 19 Oye, tierra: He aquí, yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no escucharon a mis palabras, y mi ley aborrecieron. 20 ¿Para qué viene para mí este incienso de Sabá, y la buena caña olorosa de tierra lejana? vuestros holocaustos no son a mi voluntad, ni vuestros sacrificios me dan gusto. 21 Por tanto Jehová dice esto: He aquí, yo pongo a este pueblo tropiezos, y caerán en ellos los padres y los hijos juntamente, el vecino y su cercano perecerán. 22 Así dijo Jehová: He aquí que pueblo viene de tierra del aquilón, y nación grande se levantará de los cantones de la tierra. 23 Arco y escudo arrebatarán, crueles son que no tendrán misericordia: la voz de ellos sonará como la mar; y cabalgarán a caballo como varones dispuestos para la guerra, contra ti, o! hija de Sión. 24 Su fama oímos, y nuestras manos se descoyuntaron: angustia nos tomó, dolor como de mujer que pare. 25 No salgas al campo, ni andes por camino; porque espada de enemigo temeroso está en derredor. 26 Hija de mi pueblo, cíñete de saco, y revuélcate en ceniza; hazte luto de hijo único, llanto de amarguras; porque presto vendrá sobre nosotros el destruidor. 27 Por fortaleza te he puesto en mi pueblo, por guarnición: conocerás pues, y examinarás el camino de ellos. 28 Todos ellos príncipes rebeladores, andan con engaño: acero y hierro, todos ellos son corruptores. 29 El fuelle es quemado del fuego, gastádose ha el plomo: por demás fundió el fundidor, pues los malos no son arrancados. 30 Plata desechada los llamaron; porque Jehová los desechó. 7  1 Palabra que fue de Jehová a Jeremías, diciendo: 2 Pónte a la puerta de la casa de Jehová, y pregonarás allí esta palabra, y dirás: Oíd palabra de Jehová, todo Judá, los que entráis por estas puertas para adorar a Jehová. 3 Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorád vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. 4 No os fieis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová, a ellos. 5 Mas si mejorando mejorareis vuestros caminos y vuestras obras, y si haciendo hiciereis derecho entre el hombre y su prójimo: 6 Ni al peregrino, al huérfano, y a la viuda oprimiereis, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni caminareis en pos de dioses ajenos para mal vuestro: 7 Haréos que moréis en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre. 8 He aquí, vosotros os confíais en palabras de mentira, que no aprovechan: 9 Hurtando, matando, y adulterando, y jurando falso, e incensando a Baal, y andando tras dioses extraños que no conocisteis. 10 Vendreis, y os pondréis delante de mí en esta casa sobre la cual es llamado mi nombre, y diréis: Libres somos, para hacer todas estas abominaciones. 11 ¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa, sobre la cual es llamado mi nombre? He aquí que también yo veo, dijo Jehová. 12 Andád pues ahora a mi lugar que fue en Silo, donde hice que morase mi nombre al principio; y ved lo que le hice por la maldad de mi pueblo Israel. 13 Ahora pues porque hicisteis vosotros todas estas obras, dijo Jehová, y hablé a vosotros, madrugando para hablar, y no oísteis; y os llamé y no respondisteis: 14 Haré también a esta casa sobre la cual es llamado mi nombre, en la cual vosotros confíais, y a este lugar que di a vosotros y a vuestros padres, como hice a Silo. 15 Que os echaré de mi presencia como eché a todos vuestros hermanos, toda la generación de Efraím. 16 ¶ Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor y oración, ni me rueges; porque no te oiré. 17 ¿No ves lo que estos hacen en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalem? 18 Los hijos cogen la leña, y los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa para hacer tortas a la reina del cielo, y para hacer ofrendas a dioses ajenos, por provocarme a ira. 19 ¿Provocarme han ellos a ira, dijo Jehová, y no antes ellos mismos para confusión de sus rostros? 20 Por tanto así dijo el Señor Jehová: He aquí que mi furor y mi ira se derrama sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, y sobre los árboles del campo, y sobre los frutos de la tierra, y encenderse ha, y no se apagará. 21 Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Añadíd vuestros holocaustos sobre vuestros sacrificios, y coméd carne: 22 Porque nunca hablé con vuestros padres, ni nunca les mandé de holocaustos ni de víctimas, el día que los saqué de la tierra de Egipto. 23 Mas esto les mandé, diciendo: Oíd a mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y en todo camino que os mandare andaréis, para que hayáis bien. 24 Y no oyeron, ni abajaron su oído; antes caminaron en sus consejos, en la dureza de su corazón malvado; y fueron hacia atrás, y no hacia adelante, 25 Desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy; y os envié a todos los profetas mis siervos, cada día madrugando y enviando: 26 Y no me oyeron, ni abajaron su oído: antes endurecieron su cerviz, hicieron peor que sus padres. 27 Y decirles has todas estas palabras y no te oirán; y llamarlos has, y no te responderán. 28 Y decirles has: Esta es la nación que no escuchó la voz de Jehová su Dios, ni tomó castigo: perdióse la fe, y de la boca de ellos fue cortada. 29 Trasquila tu cabello, y arrójale, y sobre las alturas levanta llanto; porque Jehová aborreció, y dejó, la nación de su furor. 30 Porque los hijos de Judá hicieron lo malo delante de mis ojos, dijo Jehová: pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual mi nombre fue llamado, contaminándola. 31 Y edificaron los altos de Tofet, que es en el valle de Ben-hinnón, para quemar en fuego sus hijos y sus hijas: cosa que yo no les mandé, ni subió en mi corazón. 32 Por tanto, he aquí, vendrán días, dijo Jehová, que no se diga más Tofet, y valle de Ben-hinnón, si no valle de la matanza: y serán enterrados en Tofet, por no haber lugar. 33 Y serán los cuerpos muertos de este pueblo para comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra; y no habrá quien las espante. 34 Y haré cesar de las ciudades de Judá, y de las calles de Jerusalem voz de gozo, y voz de alegría, voz de esposo, y voz de esposa; porque la tierra será en desierto. 8  1 En aquel tiempo, dijo Jehová, sacarán los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los moradores de Jerusalem, fuera de sus sepulcros. 2 Y derramarlos han al sol, y a la luna, y a todo el ejército del cielo a quien amaron, y a quien sirvieron, y en pos de quien caminaron, y a quien preguntaron, y a quien se encorvaron. No serán cogidos, ni enterrados: serán por muladar sobre la haz de la tierra. 3 Y escogerse ha la muerte más bien que las vidas, por todo el resto que quedare de esta mala generación, en todos los lugares a donde yo los arrojaré, a los que quedaren, dijo Jehová de los ejércitos. 4 Decirles has pues: Así dijo Jehová: ¿El que cae, nunca se levanta? ¿El que se aparta, nunca torna? 5 ¿Por qué es rebelde este pueblo de Jerusalem de rebeldía perpetua? Tomaron el engaño, no quisieron volverse. 6 Escuché, y oí: no hablan derecho, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla. 7 Aun la cigüeña en el cielo conoció su tiempo, y la tórtola, y la grulla, y la golondrina guardan el tiempo de su venida; y mi pueblo no conoció el juicio de Jehová. 8 ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Jehová tenemos con nosotros? Cierto he aquí que por demás se cortó la pluma, por demás fueron los escribanos. 9 Los sabios se avergonzaron, espantáronse, y fueron presos: he aquí que aborrecieron la palabra de Jehová; ¿y qué sabiduría tienen? 10 Por tanto daré a otros sus mujeres, y sus heredades a quien las posea; porque desde el chico hasta el grande cada uno sigue la avaricia, desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. 11 Y curaron el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. 12 ¿Hánse avergonzado de haber hecho abominación? Cierto no se han avergonzado de vergüenza, ni supieron avergonzarse: por tanto caerán entre los que cayeren, cuando los visitaré. Caerán, dice Jehová. 13 Cortando los cortaré, dijo Jehová: No hay uvas en la vid, ni higos en la higuera, y la hoja se caerá; y lo que les he dado pasará de ellos. 14 ¿Sobre qué nos aseguramos? Juntáos y entrémosnos en las ciudades fuertes, y allí callaremos; porque Jehová nuestro Dios nos hizo callar, y nos dio a beber bebida de hiel, porque pecamos a Jehová. 15 Esperar paz, y no bien: día de cura, y he aquí turbación. 16 Desde Dan se oyó el ronquido de sus caballos: del sonido de los relinchos de sus fuertes tembló toda la tierra; y vinieron, y comieron la tierra y su abundancia, ciudad y moradores de ella. 17 Porque he aquí que yo envío sobre vosotros serpientes basiliscos, contra los cuales no hay encantamento; y morderos han, dijo Jehová. 18 A causa de mi fuerte dolor, mi corazón desfallece en mí. 19 He aquí voz del clamor de la hija de mi pueblo, que viene de tierra lejana. ¿No está Jehová en Sión? ¿No está en ella su rey? ¿Por qué me hicieron airar con sus imágenes de talla, con vanidades de dios ajeno? 20 Pasóse la segada, acabóse el verano, y nosotros no hemos sido salvos. 21 Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo: entenebrecido estoy: espanto me ha arrebatado. 22 ¿No hay triaca en Galaad? ¿no hay allí médico? ¿Por qué pues no hubo medicina para la hija de mi pueblo? 9  1 ¡O si mi cabeza se tornase aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo! 2 ¡O quién me diese en el desierto un mesón de caminantes, para que dejase mi pueblo, y me apartase de ellos! porque todos ellos son adúlteros, congregación de rebeladores. 3 E hicieron que su lengua, su arco, tirase mentira; y no se fortalecieron en la tierra por verdad; porque de mal en mal salieron, y a mí no conocieron, dijo Jehová. 4 Cada uno se guarde de su compañero, ni en ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano engaña con engaño, y todo compañero anda con falsedad. 5 Y cada uno engaña a su compañero, y no hablan verdad: enseñaron su lengua a hablar mentira, trabajan de hacer perversamente. 6 Tu morada es en medio de engañadores: por engaño no quisieron conocerme, dijo Jehová. 7 Por tanto así dijo Jehová de los ejércitos: He aquí que yo los fundiré, y los ensayaré; porque ¿cómo haré yo por la hija de mi pueblo? 8 Saeta afilada es la lengua de ellos, habla engaño: con su boca habla paz con su amigo, y de dentro de sí pone sus asechanzas. 9 ¿Sobre estas cosas no los tengo de visitar, dijo Jehová? De tal nación no se vengará mi alma? 10 Sobre los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto sobre las moradas del desierto; porque fueron desiertos hasta no quedar quien pase, ni oyeron bramido de ganado: desde las aves del cielo y hasta las bestias de la tierra se trasportaron, y se fueron. 11 Y pondré a Jerusalem en montones, en morada de culebras; y pondré las ciudades de Judá en asolamiento, que no quede morador. 12 ¿Quién es varón sabio, que entienda esto? ¿y a quién habló la boca de Jehová, y recontarlo ha por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada, como desierto que no hay quien pase? 13 Y dijo Jehová: Porque dejaron mi ley la cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz, ni caminaron por ella; 14 Antes se fueron tras la imaginación de su corazón, y tras los Baales que les enseñaron sus padres: 15 Por tanto así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo les daré a comer, a este pueblo, ajenjos, y les daré a beber aguas de hiel. 16 Y esparcirlos he entre naciones que no conocieron ellos ni sus padres; y enviaré espada en pos de ellos, hasta que yo los acabe. 17 Así dijo Jehová de los ejércitos: Considerád, y llámad endechaderas que vengan; y enviád por las sabias que vengan; 18 Y dénse priesa, y levanten llanto sobre nosotros; y córranse nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados se destilen en aguas: 19 Porque voz de endecha fue oída de Sión: ¡Cómo hemos sido destruidos! ¡en gran manera hemos sido avergonzados! ¿Por qué dejamos la tierra? ¿Por qué nos han echado de sí nuestras moradas? 20 Oíd pues, o! mujeres, palabra de Jehová, y vuestro oído reciba la palabra de su boca; y enseñád endechas a vuestras hijas, y cada una a su amiga lamentación. 21 Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios para talar los niños de las calles, los mancebos de las plazas. 22 Habla: Así dijo Jehová: Los cuerpos de los hombres muertos caerán sobre la haz del campo, como estiércol, y como el manojo tras el segador, que no hay quien lo coja. 23 ¶ Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni se alabe el valiente en su valentía, ni se alabe el rico en sus riquezas: 24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar, en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dijo Jehová. 25 He aquí que vienen días, dijo Jehová, y visitaré sobre todo circuncidado, y sobre todo incircunciso: 26 A Egipto, y a Judá, y a Edom, y a los hijos de Ammón y de Moab, y a todos los arrinconados en el postrer rincón, que moran en el desierto; porque todas las naciones tienen prepucio, y toda la casa de Israel tiene prepucio en el corazón. 10  1 Oíd la palabra que Jehová ha hablado sobre vosotros, o! casa de Israel. 2 Jehová dijo así: No aprendáis el camino de las naciones; ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. 3 Porque las leyes de los pueblos vanidad son; porque leño del monte cortaron, obra de manos de artífice con cepillo. 4 Con plata y oro lo engalanan, con clavos y martillos lo afirman, porque no se salga. 5 Como una palma lo igualan, y no hablan: son llevados, porque no pueden andar: no tengáis temor de ellos; porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder. 6 No hay semejante a ti, o! Jehová, grande tú, y grande tu nombre en fortaleza. 7 ¿Quién no te temerá, o! rey de las naciones? porque a ti compete; porque entre todos los sabios de las naciones, y en todos sus reinos no hay semejante a ti. 8 Y todos se enloquecerán, y se entontecerán: enseñamiento de vanidades es el mismo leño. 9 Traerán plata extendida de Társis, y oro de Ufaz: obrará el artífice, y las manos del fundidor: vestirlos han de cárdeno y de púrpura: obra de sabios es todo. 10 Mas Jehová Dios es la verdad, él mismo es Dios vivo, y Rey eterno: de su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su saña. 11 Decirles heis así: Dioses que no hicieron el cielo ni la tierra, perezcan de la tierra, y de debajo de estos cielos. 12 El que hace la tierra con su potencia, el que pone en orden el mundo con su saber, y extiende los cielos con su prudencia: 13 A su voz se da multitud de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra: hace los relámpagos con la lluvia, y hace salir al viento de sus escondederos. 14 Todo hombre se embrutece a esta ciencia: avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor; porque mentira es su obra de fundición, ni hay espíritu en ellos. 15 Vanidad son, obra digna de escarnios: en el tiempo de su visitación perecerán. 16 No es como ellos la suerte de Jacob; porque él es el Hacedor de todo; e Israel es la vara de su herencia, Jehová de los ejércitos es su nombre. 17 ¶ Recoge de las tierras tus mercaderías, la que moras en lugar fuerte: 18 Porque así dijo Jehová: He aquí que arrojaré con honda esta vez los moradores de la tierra, y afligirlos he, para que hallen. 19 ¡Ay de mí! sobre mi quebrantamiento, mi llaga es llena de dolor. Yo empero dije: Ciertamente enfermedad mía es ésta, y de sufrirla he. 20 Mi tienda es destruida, y todas mis cuerdas rotas: mis hijos fueron sacados de mí, y perecieron: no hay ya más quien extienda mi tienda, ni quien levante mis cortinas. 21 Porque los pastores se embrutecieron, y no buscaron a Jehová: por tanto no prosperaron, y todo su ganado se esparció. 22 He aquí que voz de fama viene, alboroto grande de la tierra del aquilón, para tornar en soledad todas las ciudades de Judá, en morada de culebras. 23 Conozco, o! Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es ordenar sus pasos: 24 Castígame, o! Jehová, mas con juicio, no con tu furor, porque no me aniquiles. 25 Derrama tu enojo sobre las naciones que no te conocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre; porque se comieron a Jacob, y se lo tragaron, y le consumieron, y su morada destruyeron. 11  1 Palabra que fue de Jehová a Jeremías, diciendo: 2 Oíd las palabras de este concierto, y hablád a todo varón de Judá, y a todo morador de Jerusalem; 3 Y decirles has: Así dijo Jehová Dios de Israel: Maldito el varón que no obedeciere a las palabras de este concierto; 4 El cual mandé a vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: Oíd mi voz, y hacédla, conforme a todo lo que os mandaré; y ser me heis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios: 5 Para que confirme el juramento que juré a vuestros padres, que les daría la tierra que corre leche y miel, como este día. Y respondí, y dije: Amén, o! Jehová. 6 Y Jehová me dijo: Pregona todas estas palabras en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalem, diciendo: Oíd las palabras de este concierto, y hacédlas. 7 Porque protestando protesté a vuestros padres el día que los hice subir de la tierra de Egipto, hasta el día de hoy, madrugando y protestando, diciendo: Oíd mi voz: 8 Y no oyeron, ni abajaron su oído, antes se fueron cada uno tras la imaginación de su corazón malvado: por tanto traeré sobre ellos todas las palabras de este concierto, el cual mandé que hiciesen, y no lo hicieron. 9 Y díjome Jehová: Conjuración se ha hallado en los varones de Judá, y en los moradores de Jerusalem. 10 Vuéltose han a las maldades de sus primeros padres, los cuales no quisieron oír a mis palabras, antes se fueron tras dioses ajenos para servirles; invalidaron mi concierto la casa de Israel y la casa de Judá, el cual yo había concertado con sus padres. 11 Por lo cual Jehová dijo así: He aquí que yo traigo sobre ellos mal, del cual no podrán salir; y clamarán a mí, y no los oiré. 12 Irán pues las ciudades de Judá y los moradores de Jerusalem, y clamarán a los dioses a quienes ellos queman enciensos, los cuales no los podrán salvar en el tiempo de su mal. 13 Porque al número de tus ciudades fueron tus dioses, o! Judá; y al número de tus calles, o! Jerusalem, pusistes los altares de confusión, altares para ofrecer sahumerios a Baal. 14 ¶ Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración; porque yo no oiré el día que clamaren a mí por su aflicción. 15 ¿Qué tiene mi amado en mi casa, habiendo hecho abominaciones muchas? Y las carnes santas pasarán de sobre ti, porque te gloriaste en tu maldad. 16 Oliva verde, hermosa en fruto y en parecer, llamó Jehová tu nombre: a voz de gran palabra hizo encender fuego sobre ella, y quebraron sus ramas. 17 Y Jehová de los ejércitos, el que te planta, pronunció mal contra ti, a causa de la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá que hicieron a sí mismos, provocándome a ira, incensando a Baal. 18 ¶ Y Jehová me hizo saber, y conocí: entonces me hiciste ver sus obras. 19 Y yo como cordero, o buey que llevan a degollar, que no entendía que pensaban contra mí pensamientos, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto; y cortémoslo de la tierra de los vivos, y no haya más memoria de su nombre. 20 Mas, o! Jehová de los ejércitos, que juzgas justicia, que sondas los riñones y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he descubierto mi causa. 21 Por tanto Jehová dijo así de los varones de Anatot, que buscan tu alma, diciendo: No profetices en nombre de Jehová, y no morirás a nuestras manos. 22 Por tanto así dijo Jehová de los ejércitos: He aquí que yo los visito: los mancebos morirán a cuchillo: sus hijos y sus hijas morirán de hambre; 23 Y no quedará resta de ellos, porque yo traeré mal sobre los varones de Anatot, año de su visitación. 12  1 Justo eres tú, o! Jehová, aunque yo dispute contigo: hablaré empero juicios contigo. ¿Por qué es prosperado el camino de los impíos? tienen paz todos los que rebelan de rebelión. 2 Plantástelos, echaron raíces también: aprovecharon, e hicieron fruto: estando cercano tú en sus bocas, mas lejos de sus riñones. 3 Y tú, o! Jehová, me conoces, me viste, y probaste mi corazón para contigo: arráncalos como a ovejas para el degolladero, y señálalos para el día de la matanza. 4 ¿Hasta cuándo estará la tierra desierta, y la yerba de todo el campo estará seca por la maldad de los que en ella moran? Faltaron los ganados, y las aves, porque dijeron: No verá nuestras postrimerías. 5 ¶ Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y en la tierra de paz estabas quieto, ¿cómo harás en la hinchazón del Jordán? 6 Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre, aun ellos se levantaron contra ti: aun ellos dieron voces en pos de ti: Congregación. No les creas cuando bien te hablaren. 7 Dejé mi casa, desamparé mi heredad, entregué lo que amaba mi alma en la mano de sus enemigos. 8 Fue para mí mi heredad como león en breña: dio contra mí su voz: por tanto la aborrecí. 9 ¿Esme mi heredad ave de muchos colores? ¿no están contra ella aves en derredor? Veníd, juntáos todas las bestias del campo, veníd a tragarla. 10 ¶ Muchos pastores destruyeron mi viña, hollaron mi heredad, tornaron en desierto y soledad mi heredad preciosa. 11 Tornóla en asolamiento, lloró contra mí asolada: fue asolada toda la tierra, porque no hubo hombre que mirase. 12 Sobre todos los lugares altos del desierto vinieron disipadores; porque la espada de Jehová traga desde el un extremo de la tierra hasta el otro extremo: no hay paz para ninguna carne. 13 Sembraron trigo, y segarán espinas: tuvieron la heredad, mas no aprovecharon nada: avergonzarse han a causa de vuestros frutos por la ira de Jehová. 14 ¶ Así dijo Jehová contra todos mis malos vecinos, que tocan la heredad que hice poseer a mi pueblo Israel: He aquí que yo los arrancaré de su tierra; y la casa de Judá arrancaré de en medio de ellos. 15 Y será que después que los hubiere arrancado, tornaré, y habré misericordia de ellos; y hacerlos he tornar cada uno a su heredad, y cada uno a su tierra. 16 Y será que si aprendiendo aprendieren los caminos de mi pueblo, para jurar en mi nombre: Vive Jehová; como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal; ellos serán prosperados en medio de mi pueblo. 17 Mas si no oyeren, arrancaré a la tal nación, arrancando y perdiendo, dice Jehová. 13  1 Jehová me dijo así: Vé, y cómprate un cinto de lino, y ceñirle has sobre tus lomos, y no le meterás en agua. 2 Y compré el cinto conforme a la palabra de Jehová, y púselo sobre mis lomos. 3 Y fue palabra de Jehová a mí segunda vez, diciendo; 4 Toma el cinto que compraste, que está sobre tus lomos, y levántate, y vé al Éufrates, y escóndele allá en una caverna de una peña. 5 Y fuí, y le escondí en Éufrates, como Jehová me mandó. 6 Y fue, que a cabo de muchos días me dijo Jehová: Levántate, y vé al Éufrates, y toma de allí el cinto que te mandé que escondieses allá. 7 Y fuí al Éufrates, y cavé, y tomé el cinto del lugar donde lo había escondido; y he aquí que el cinto se había podrido: para ninguna cosa era bueno. 8 Y fue palabra de Jehová a mí, diciendo: 9 Así dijo Jehová: Así haré podrir la soberbia de Judá, y la mucha soberbia de Jerusalem; 10 A este pueblo malo, que no quieren oír mis palabras, que caminan por las imaginaciones de su corazón, y se fueron en pos de dioses ajenos para servirles, y para encorvarse a ellos; y será como este cinto, que para ninguna cosa es bueno. 11 Porque como el cinto se junta a los lomos del hombre, así hice juntar a mí toda la casa de Israel, y toda la casa de Judá, dijo Jehová, para que me fuesen por pueblo, y por fama, y por alabanza, y por honra; y no oyeron. 12 ¶ Decirles has pues esta palabra: Así dijo Jehová, Dios de Israel: Todo odre se henchirá de vino. Y ellos te dirán: ¿No sabemos que todo odre se henchirá de vino? 13 Y decirles has: Así dijo Jehová: He aquí que yo hincho de embriaguez todos los moradores de esta tierra, y los reyes que están sentados por David sobre su trono, y los sacerdotes, y los profetas, y todos los moradores de Jerusalem; 14 Y quebrantarlos he el uno con el otro, los padres con los hijos juntamente, dice Jehová: no perdonaré ni habré piedad, ni misericordia para no destruirlos. 15 Escuchád, y oíd: No os elevéis, porque Jehová habló. 16 Dad gloria a Jehová Dios vuestro, antes que haga venir tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y esperéis luz, y os la torne sombra de muerte y tinieblas. 17 Y si no oyereis esto, en secreto llorará mi alma a causa de la soberbia; y derramando derramará lágrimas, y mis ojos se resolverán en lágrimas; porque el rebaño de Jehová fue cautivo. 18 ¶ Di al rey y a la reina: Humilláos, asentáos; porque la corona de vuestra gloria descendió de vuestras cabezas. 19 Las ciudades del mediodía fueron cerradas, y no hubo quien las abriese: toda Judá fue traspasada, toda ella fue traspasada. 20 Alzád vuestros ojos, y ved los que vienen de la parte del aquilón: ¿Dónde está el rebaño que te fue dado, el ganado de tu hermosura? 21 ¿Qué dirás cuando te visitará? porque tú los enseñaste a ser príncipes y cabeza sobre ti. ¿No te tomarán dolores, como a mujer que pare? 22 Cuando dijeres en tu corazón; ¿Por qué me ha sobrevenido esto? Por la multitud de tu maldad fueron descubiertas tus faldas, fueron descubiertos tus calcañares. 23 ¶ ¿Mudará el negro su pellejo, y el tigre sus manchas? vosotros también podréis bien hacer, enseñados a mal hacer. 24 Por tanto yo los esparciré, como tamo que pasa al viento del desierto. 25 Esta será tu suerte, la porción de tus medidas por mí, dijo Jehová: que te olvidaste de mí, y esperaste en mentira. 26 Y yo también descubrí tus faldas delante de tu cara, y tu vergüenza se manifestó. 27 Tus adulterios, y tus relinchos, la maldad de tu fornicación sobre los collados: en el mismo campo ví tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalem! ¿No serás limpia al fin? ¿hasta cuándo pues? 14  1 Palabra de Jehová, que fue a Jeremías sobre los negocios de las prohibiciones. 2 Enlutóse Judá, y sus puertas se despoblaron: oscureciéronse en tierra, y el clamor de Jerusalem subió. 3 Y los amos de ellos enviaron sus criados al agua: vinieron a las lagunas, no hallaron agua: volviéronse con sus vasos vacíos: avergonzáronse, confundiéronse, y cubrieron sus cabezas. 4 Porque la tierra se rompió, porque no llovió en la tierra: los labradores se avergonzaron, cubrieron sus cabezas. 5 Y aun las ciervas parían en los campos, y dejaban, porque no había yerba. 6 Y los asnos monteses se ponían en los altos, atraían el viento como los dragones: sus ojos se cegaron, porque no había yerba. 7 Si nuestras iniquidades testificaren contra nosotros, Jehová, haz por tu nombre; porque nuestras rebeliones se han multiplicado, a ti pecamos. 8 Esperanza de Israel, Guardador suyo en el tiempo de la aflicción, ¿por qué has de ser como peregrino en la tierra, y como caminante, que se aparta para tener la noche? 9 ¿Por qué has de ser como hombre atónito, y como valiente que no puede librar? Y tú estás entre nosotros, o! Jehová, y tu nombre es llamado sobre nosotros: no nos desampares. 10 ¶ Así dijo Jehová a este pueblo: Así amaron moverse, ni detuvieron sus pies: por tanto Jehová no los tiene en voluntad: ahora se acordará de la maldad de ellos, y visitará sus pecados. 11 Y díjome Jehová. No ruegues por este pueblo para bien. 12 Cuando ayunaren, yo no oiré su clamor; y cuando ofrecieren holocausto y presente, no lo recibiré: antes los consumiré con espada, y con hambre, y con pestilencia. 13 Y yo dije: ¡Ah! ¡ah! Señor Jehová: he aquí que los profetas les dicen: No veréis espada, ni habrá, hambre en vosotros: mas en este lugar os daré paz firme. 14 Y Jehová me dijo, falso profetizan los profetas en mi nombre: no los envié, ni les mandé, ni les hablé: visión mentirosa, y adivinación, y vanidad, y engaño de su corazón os profetizan. 15 Por tanto así dijo Jehová sobre los profetas que profetizan en mi nombre, los cuales yo no envié, y que dicen: Espada, ni hambre no habrá en esta tierra: Con espada y con hambre serán consumidos los tales profetas. 16 Y el pueblo a quien profetizan, serán echados en las calles de Jerusalem por hambre, y por espada, y no habrá quien los entierre, ellos, y sus mujeres, y sus hijos, y sus hijas; y derramaré sobre ellos su maldad. 17 Decirles has pues esta palabra: Córranse mis ojos en lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo; de plaga muy recia. 18 Si saliere al campo, he aquí muertos a espada; y si me entrare en la ciudad, he aquí enfermos de hambre; porque también el profeta como el sacerdote anduvieron al rededor en la tierra, y no conocieron. 19 ¶ ¿Has desechando desechado a Judá? ¿Ha aborrecido tu alma a Sión? ¿Por qué nos hiciste herir sin que nos quede cura? Esperamos paz, y no hubo bien: tiempo de cura, y he aquí turbación. 20 Conocemos, o! Jehová, nuestra impiedad, la iniquidad de nuestros padres; porque pecamos a ti. 21 No nos deseches, por tu nombre, ni trastornes el trono de tu gloria. Acuérdate: no invalides tu concierto con nosotros. 22 ¿Hay en las vanidades de las naciones quien haga llover? ¿y darán los cielos lluvias? ¿No eres tú Jehová nuestro Dios? A ti pues esperamos; porque tú hiciste todas estas cosas. 15  1 Y díjome Jehová: Si Moisés y Samuel se pusiesen delante de mí, mi voluntad no será con este pueblo: échalos de delante de mí, y salgan. 2 Y será, que si te preguntaren: ¿A dónde saldremos? Responderles has: Así dijo Jehová: El que a muerte, a muerte; y el que a cuchillo, a cuchillo; y el que a hambre, a hambre; y el que a cautividad a cautividad. 3 Y visitaré sobre ellos cuatro géneros de males, dijo Jehová: Espada para matar, y perros para despedazar, y aves del cielo, y bestias de la tierra para tragar, y para disipar. 4 Y entregarlos he para ser zarandados por todos los reinos de la tierra, a causa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalem. 5 Porque ¿quién habrá compasión de ti, o! Jerusalem? ¿o quién se entristecerá por tu causa? ¿o quién vendrá a preguntar por tu paz? 6 Tú me dejaste, dice Jehová, tornástete atrás: por tanto yo extendí sobre ti mi mano, y te eché a perder; y estoy cansado de arrepentirme. 7 Y los aventé con aventador hasta las puertas de la tierra: desahijé, desperdicié a mi pueblo, no se tornaron de sus caminos. 8 Sus viudas se me multiplicaron sobre la arena de la mar: traje contra ellos destruidor a mediodía sobre compañía de mancebos: hice caer sobre ella de repente ciudad y terrores. 9 Enflaquecióse la que parió siete, su alma se hinchió de dolor: púsosele su sol siendo aun de día: avergonzóse, e hinchióse de confusión; y lo que de ella quedare, entregaré a espada delante de sus enemigos, dijo Jehová. 10 ¶ ¡Ay de mí, madre mía! porque me engendraste hombre de cuestión, y hombre de discordia a toda la tierra: nunca les di a logro, ni lo tomé de ellos: todos me maldicen. 11 Dijo Jehová: Si tus residuos no fueren en bien: si no hiciere al enemigo que te salga a recibir en el tiempo trabajoso, y en el tiempo de la angustia. 12 ¶ ¿Quebrará el hierro al hierro de la parte de aquilón, y al metal? 13 Tus riquezas y tus tesoros daré a saco sin ningún precio, por todos tus pecados, y en todos tus términos: 14 Y hacerte he pasar a tus enemigos en tierra que no conoces; porque fuego es encendido en mi furor, y sobre vosotros arderá. 15 ¶ Tú, o! Jehová, lo sabes, acuérdate de mí, y visítame, y véngame de mis enemigos: no me tomes a tu cargo en la paciencia de tu enojo: sepas que sufro vergüenza a causa de ti. 16 Halláronse tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo, y por alegría de mí corazón; porque tu nombre se llamó sobre mí, o! Jehová Dios de los ejércitos. 17 Nunca me asenté en compañía de burladores, ni me engreí a causa de tu profecía: solo me asenté, porque me henchiste de desabrimiento. 18 ¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada, no admitió cura? Eres conmigo como mentiroso, aguas que no son fieles. 19 Por tanto así dijo Jehová: Si te convirtieres, convertirte he, y delante de mí estarás; y si sacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. 20 Y darte he a este pueblo por muro de bronce fuerte; y pelearán contra ti, y no te sobrepujarán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dijo Jehová. 21 Y librarte he de la mano de los malos, y redimirte he de la mano de los fuertes. 16  1 Y fue a mí palabra de Jehová, diciendo. 2 No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni hijas en este lugar. 3 Porque así dijo Jehová de los hijos y de las hijas que nacieren en este lugar, y de sus madres que los parieren, y de los padres que los engendraren en esta tierra: 4 Muertos de enfermedades morirán, no serán endechados ni enterrados: serán por muladar sobre la haz de la tierra; y con espada, y con hambre serán consumidos; y sus cuerpos serán para comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra. 5 Porque así dijo Jehová: No entres en casa de luto, ni vayas a lamentar, ni los consueles; porque yo quité mi paz de este pueblo, dijo Jehová, mi misericordia y miseraciones. 6 Y morirán en esta tierra, grandes y chicos: no se enterrarán, ni los endecharán, ni se arañarán, ni se mesarán por ellos. 7 Y no partirán pan por luto por ellos, para consolarlos de su muerte; ni les darán a beber vaso de consolaciones por su padre o por su madre. 8 Y no entres en casa de convite, para sentarte con ellos a comer o a beber. 9 Porque así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo haré cesar en este lugar delante de vuestros ojos, y en vuestros días, toda voz de gozo, y toda voz de alegría, toda voz de esposo, y toda voz de esposa. 10 Y acontecerá que cuando denunciares a este pueblo todas estas cosas, ellos te dirán: ¿Por qué habló Jehová sobre nosotros todo este mal tan grande? ¿y qué maldad es la nuestra, o qué pecado es el nuestro que pecamos a Jehová nuestro Dios? 11 Entonces les dirás: Porque vuestros padres me dejaron, dice Jehová, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y se encorvaron a ellos; y a mí me dejaron, y mi ley no guardaron: 12 Y vosotros hicisteis peor que vuestros padres; porque he aquí que vosotros camináis cada uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí: 13 Por tanto yo os haré echar de esta tierra a tierra que ni vosotros ni vuestros padres conocisteis; y allá, serviréis a dioses ajenos de día y de noche, porque no os daré misericordia. 14 Por tanto he aquí que vienen días, dijo Jehová, que no se dirá más: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto: 15 Mas: Vive Jehová, que hizo subir los hijos de Israel de la tierra del aquilón, y de todas las tierras donde los había arrojado; y tornarlos he a su tierra, la cual di a sus padres. 16 He aquí que yo envío muchos pescadores, dijo Jehová, y pescarlos han; y después enviaré muchos cazadores, y cazarlos han de todo monte, y de todo collado, y de las cavernas de los peñascos. 17 Porque mis ojos están puestos sobre todos sus caminos, los cuales no se me escondieron; ni su maldad se esconde de la presencia de mis ojos. 18 Mas primero pagaré al doble su iniquidad y su pecado; porque contaminaron mi tierra con los cuerpos muertos de sus abominaciones, y de sus abominaciones hinchieron mi heredad. 19 O! Jehová, fortaleza mía, y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción: a ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho. 20 ¿Hará el hombre dioses para sí? Mas ellos no serán dioses. 21 Por tanto, he aquí, les enseñaré de esta vez, enseñarles he mi mano y mi fortaleza; y sabrán que mi nombre es Jehová. 17  1 El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro, y con punta de diamante, esculpido en la tabla de su corazón, y en los lados de vuestros altares; 2 Para que sus hijos se acuerden de sus altares, y de sus bosques junto a los árboles verdes, y en los collados altos. 3 Mi montañés, en el campo son tus riquezas: todos tus tesoros daré a saco, por el pecado de tus altos, en todos tus términos. 4 Y habrá remisión en ti de tu heredad, la cual yo te dí; y hacerte he servir a tus enemigos en tierra que no conociste; porque fuego encendisteis en mi furor, para siempre arderá. 5 ¶ Así dijo Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. 6 Y será como la retama en el desierto; y no verá cuando viniere el bien: mas morará en las securas en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. 7 Bendito el varón que se fía de Jehová, y que Jehová es su confianza. 8 Porque él será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces; y no verá cuando viniere el calor, y su hoja será verde; y en el año de prohibición no se fatigará, ni dejará de hacer fruto. 9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso: ¿quién le conocerá? 10 Yo Jehová que escudriño el corazón, que pruebo los riñones, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. 11 La perdiz que hurta lo que no parió, tal es el que allega riquezas y no con juicio: en medio de sus días las dejará, y en su postrimería será insipiente. 12 Solio de gloria, alteza desde el principio es el lugar de nuestro santuario. 13 ¶ ¡O esperanza de Israel, Jehová! todos los que te dejan, serán avergonzados; y los que de mí se apartan, serán escritos en el polvo; porque dejaron la vena de aguas vivas, a Jehová. 14 Sáname, o! Jehová, y seré sano: sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza. 15 He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Jehová? Ahora venga. 16 Mas yo no me entremetí a ser pastor en pos de ti, ni deseé día de calamidad: tú lo sabes. Lo que de mi boca ha salido, en tu presencia ha sido. 17 No me seas tú por espanto: esperanza mía eres tú en el día malo. 18 Avergüéncense los que me persiguen, y no me avergüence yo: asómbrense ellos, y no me asombre yo: trae sobre ellos día malo, y quebrántalos con doblado quebrantamiento. 19 ¶ Así me dijo Jehová: Vé, y pónte a la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá; y a todas las puertas de Jerusalem. 20 Y decirles has: Oíd palabra de Jehová, reyes de Judá, y todo Judá, y todos los moradores de Jerusalem, que entráis por estas puertas. 21 Así dijo Jehová: Guardád por vuestras vidas, y no traigáis carga en el día del sábado, para meter por las puertas de Jerusalem: 22 Ni saquéis carga de vuestras casas en el día del sábado, ni hagáis obra alguna: mas santificád el día del sábado, como mandé a vuestros padres: 23 Los cuales no oyeron, ni abajaron su oído; antes endurecieron su cerviz por no oír, ni recibir corrección. 24 Porque será, que si oyendo me oyereis, dijo Jehová, que no metáis carga por las puertas de esta ciudad en el día del sábado, mas santificaréis el día del sábado, no haciendo en el ninguna obra: 25 Entrarán por las puertas de esta ciudad los reyes y los príncipes, que se asientan sobre el trono de David, en carros y en caballos, ellos y sus príncipes, los varones de Judá, y los moradores de Jerusalem: y esta ciudad será habitada para siempre. 26 Y vendrán de las ciudades de Judá, y de los al derredores de Jerusalem, y de tierra de Ben-jamín, y de los campos, y del monte, y del austro, trayendo holocausto, y sacrificio, y presente, e incienso, y trayendo ofrendas de alabanza a la casa de Jehová. 27 Mas si no me oyereis, para santificar el día del sábado, y para no traer carga, ni meterla por las puertas de Jerusalem en día de sábado, yo haré encender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalem, y no se apagará. 18  1 La palabra que fue a Jeremías de Jehová, diciendo: 2 Levántate, y vete a casa del ollero, y allí te haré que oigas mis palabras. 3 Y descendí en casa del ollero, y he aquí que él hacía obra sobre una rueda. 4 Y el vaso que él hacía de barro se quebró en la mano del ollero; y tornó, e hízolo otro vaso según que al ollero pareció mejor hacerlo. 5 Y fue a mí palabra de Jehová, diciendo: 6 ¿No podré yo hacer de vosotros como este ollero, o! casa de Israel, dice Jehová? He aquí que como el barro en la mano del ollero, así sois vosotros en mi mano, o! casa de Israel. 7 En un instante hablaré contra naciones, y contra reinos, para arrancar, y disipar, y perder: 8 Empero si esas naciones se convirtieren de su maldad, contra el cual mal yo hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado de les hacer. 9 Y en un instante hablaré de la nación, y del reino, para edificar y para plantar: 10 Y si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, arrepentirme he del bien que había determinado de le hacer. 11 Ahora pues, habla ahora a todo hombre de Judá, y a los moradores de Jerusalem, diciendo: Así dijo Jehová: He aquí que yo compongo mal contra vosotros, y pienso contra vosotros pensamientos: conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejorád vuestros caminos, y vuestras obras. 12 Y dijeron: Es por demás, porque en pos de nuestras imaginaciones hemos de ir; y cada uno el pensamiento de su malvado corazón hemos de hacer. 13 Por tanto así dijo Jehová: Ahora preguntád a las naciones: ¿Quién oyó tal? Gran fealdad hizo la virgen de Israel. 14 ¿Dejará alguno la nieve de la piedra del campo que corre del Líbano? dejarán las aguas extrañas, frías y corrientes? 15 Porque mi pueblo me olvidaron, incensando a la vanidad; y hácenlos tropezar en sus caminos, en las sendas antiguas, para que caminen por sendas, por camino no hollado: 16 Para poner su tierra en admiración, y en silbos perpetuos: todo aquel que pasare por ella se maravillará, y meneará su cabeza. 17 Como viento solano los esparciré delante del enemigo: la cerviz, y no el rostro, les mostraré en el día de su perdición. 18 ¶ Y dijeron: Veníd, y maquinemos maquinaciones contra Jeremías; porque la ley no faltará del sacerdote, ni consejo del sabio, ni palabra del profeta. Veníd, e hirámosle de lengua, y no miremos a todas sus palabras. 19 Jehová mira por mí, y oye la voz de los que contienden conmigo. 20 ¿Dáse mal por bien, que cavaron hoyo a mi alma? Acuérdate que me puse delante de ti, para hablar bien por ellos, para apartar de ellos tu ira. 21 Por tanto entrega sus hijos a hambre, y házlos escurrir por manos de espada; y sus mujeres queden sin hijos, y viudas; y sus maridos muertos de muerte; y sus mancebos sean heridos a espada en la guerra. 22 De sus casas se oiga clamor, cuando trajeres sobre ellos ejército de repente; porque cavaron hoyo para tomarme, y escondieron lazos a mis pies. 23 Mas tú, o! Jehová, conoces todo su consejo contra mí que es para muerte: no perdones su maldad, ni raigas su pecado de delante de tu rostro; y tropiecen delante de ti: haz con ellos en el tiempo de tu furor. 19  1 Así dijo Jehová: Vé, y compra un barril de barro del ollero, y lleva contigo alguno de los ancianos del pueblo, y de los ancianos de los sacerdotes: 2 Y saldrás al valle de Ben-hinnón que está a la entrada de la puerta oriental, y pregonarás allí las palabras que yo te hablaré. 3 Dirás pues: Oíd palabra de Jehová, o! reyes de Judá, y moradores de Jerusalem: Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo mal sobre este lugar, tal que quien lo oyere, le retiñan los oídos: 4 Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y ofrecieron perfumes en él a dioses ajenos, los cuales ellos no habían conocido, ni sus padres, ni los reyes de Judá; e hinchieron este lugar de sangre de inocentes. 5 Y edificaron altos a Baal, para quemar con fuego sus hijos en holocaustos, al mismo Baal: cosa que no les mandé, ni hablé, ni me vino al pensamiento. 6 Por tanto he aquí que vienen días, dijo Jehová, que este lugar no se llamará más Tofet, y valle de Ben-hinnón, mas valle de la matanza. 7 Y desvaneceré el consejo de Judá y de Jerusalem en este lugar, y hacerles he que caigan a cuchillo delante de sus enemigos, y en las manos de los que buscan sus almas; y daré sus cuerpos para comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra. 8 Y pondré a esta ciudad por espanto y silbo: todo aquel que pasare por ella se maravillará, y silbará sobre todas sus plagas. 9 Y hacerles he comer la carne de sus hijos, y la carne de sus hijas; y cada uno comerá la carne de su amigo en el cerco y en la angostura con que los estrecharán sus enemigos, y los que buscan sus almas. 10 Y quebrarás el barril delante de los ojos de los varones que van contigo; 11 Y decirles has: Así dijo Jehová de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo, y a esta ciudad, como quien quiebra un vaso de barro, que no se puede más restaurar; y en Tofet se enterrarán, porque no habrá otro lugar para enterrar. 12 Así haré a este lugar, dice Jehová, y a sus moradores, poniendo esta ciudad como Tofet. 13 Y las casas de Jerusalem, y las casas de los reyes de Judá serán como el lugar de Tofet, inmundas, por todas las casas sobre cuyos tejados ofrecieron perfumes a todo el ejército del cielo, y vertieron derramaduras a dioses ajenos. 14 Y volvió Jeremías de Tofet, donde le envió Jehová a profetizar; y paróse en el patio de la casa de Jehová, y dijo a todo el pueblo: 15 Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo sobre esta ciudad, y sobre todas sus ciudades todo el mal que hablé contra ella; porque endurecieron su cerviz, para no oír mis palabras. 20  1 Y Fasur, sacerdote, hijo de Immer, que presidía por príncipe en la casa de Jehová, oyó a Jeremías que profetizaba estas palabras. 2 E hirió Fasur a Jeremías profeta, y púsole en el calabozo, que estaba a la puerta de Ben-jamín en lo alto, la cual está en la casa de Jehová. 3 Y el día siguiente Fasur sacó a Jeremías del calabozo; y díjole Jeremías: No ha llamado Jehová tu nombre Fasur, mas Magor-missabid. 4 Porque así dijo Jehová: He aquí que yo te pondré en espanto, a ti y a todos los que bien te quieren, y caerán por la espada de sus enemigos, y tus ojos lo verán; y a todo Judá entregaré en mano del rey de Babilonia, y transportarlos ha en Babilonia, y herirlos ha a cuchillo. 5 Y daré toda la sustancia de esta ciudad, y todo su trabajo, y todas sus cosas preciosas, y todos los tesoros de los reyes de Judá daré en mano de sus enemigos, y saquearlos han; y tomarlos han, y traerlos han en Babilonia. 6 Y tú, Fasur, y todos los moradores de tu casa iréis cautivos, y en Babilonia entrarás, y allá morirás, y allá serás enterrado, tú y todos los que bien te quieren, a los cuales has profetizado con mentira. 7 ¶ Engañásteme, o! Jehová, y engañado soy: más fuerte has sido que yo, y me venciste: cada día he sido escarnecido, cada uno burla de mí: 8 Porque desde que hablo, doy voces, grito violencia y destrucción: porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. 9 Y dije: No me acordaré más de él, ni más hablaré en su nombre. Y fue en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos: trabajé por sufrirle, y no pude: 10 Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciád, y denunciarémos. Todos mis amigos miraban, si cojearía: Quizá se engañará, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza. 11 ¶ Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán: serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán: tendrán perpetua vergüenza, que nunca se olvidará. 12 O! Jehová de los ejércitos, que sondas lo justo, que ves los riñones y el corazón, vea yo tu venganza de ellos, porque a ti descubrí mi causa. 13 Cantád a Jehová: load a Jehová; porque escapó el alma del pobre de mano de los malignos. 14 ¶ Maldito sea el día en que nací: el día que mi madre me parió no sea bendito. 15 Maldito sea el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Nacídote ha hijo varón: alegrando le hizo alegrar. 16 Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; y oiga gritos de mañana, y voces a mediodía. 17 ¿Por qué no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre concebimiento perpetuo? 18 ¿Para qué salí del vientre? ¿para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en vergüenza? 21  1 Palabra que fue a Jeremías de Jehová cuando el rey Sedecías envió a él a Fasur, hijo de Melquías, y a Sofonías, sacerdote, hijo de Maasías, que le dijesen: 2 Pregunta ahora por nosotros a Jehová, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, hace guerra contra nosotros: quizá Jehová hará con nosotros según todas sus maravillas, y se irá de sobre nosotros. 3 Y Jeremías les dijo: Diréis así a Sedecías: 4 Así dijo Jehová, Dios de Israel: He aquí que yo vuelvo las armas de guerra que están en vuestras manos, y con que vosotros peleáis con el rey de Babilonia; y los Caldeos que os tienen cercados fuera de la muralla, yo los juntaré en medio de esta ciudad. 5 Y pelearé contra vosotros con mano alzada, y con brazo fuerte, y con furor, y enojo, e ira grande. 6 Y heriré los moradores de esta ciudad; y los hombres, y las bestias de grande pestilencia morirán. 7 Y después, así dijo Jehová: Entregaré a Sedecías, rey de Judá, y a sus criados, y al pueblo, y los que quedaren, en la ciudad de la pestilencia, y de la espada, y del hambre, en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan sus almas, y herirlos ha a filo de espada: no los perdonará, ni los recibirá a merced, ni habrá de ellos misericordia. 8 Y a este pueblo dirás: Así dijo Jehová: He aquí que yo pongo delante de vosotros camino de vida, y camino de muerte. 9 El que se quedare en esta ciudad, morirá a cuchillo, o de hambre, o de pestilencia: mas el que saliere, y se pasare a los Caldeos que os tienen cercados, vivirá, y su vida le será por despojo. 10 Porque mi rostro he puesto contra esta ciudad para mal, y no para bien, dice Jehová: en mano del rey de Babilonia será entregada, y quemarla ha a fuego. 11 Y a la casa del rey de Judá dirás: Oíd palabra de Jehová: 12 Casa de David, así dijo Jehová: Juzgád de mañana juicio, y librád el oprimido de mano del opresor; porque mi ira no salga como fuego, y se encienda, y no haya quien apague, por la maldad de vuestras obras. 13 He aquí, yo a ti, moradora del valle de la piedra de la llanura, dice Jehová: los que decís: ¿Quién subirá contra nosotros? y ¿quién entrará en nuestras moradas? 14 Y visitaros he conforme al fruto de vuestras obras, dijo Jehová; y haré encender fuego en su breña, y consumirá todo lo que está al derredor de ella. 22  1 Así dijo Jehová: Desciende a la casa del rey de Judá, y habla allí esta palabra, 2 Y dí: Oye palabra de Jehová, o! rey de Judá, que estas asentado sobre el trono de David: tú, y tus criados, y tu pueblo, que entran por estas puertas. 3 Así dijo Jehová: Hacéd juicio y justicia, y librád al oprimido de mano del opresor, y no engañéis ni robéis al extranjero, ni al huérfano, ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar. 4 Porque si haciendo hiciereis esta palabra, entrarán por las puertas de esta casa los reyes sentados por David sobre su trono, cabalgando en carro y en caballos, él, y sus criados, y su pueblo. 5 Y si no oyereis estas palabras, por mí juré, dijo Jehová, que esta casa será desierta. 6 Porque así dijo Jehová sobre la casa del rey de Judá: Galaad, tú a mí, o! cabeza del Líbano, si yo no te pusiere en soledad, y ciudades inhabitables. 7 Y señalaré contra ti disipadores, cada uno con sus armas, y cortarán tus cedros escogidos, y echarlos han en el fuego. 8 Y muchas naciones pasarán junto a esta ciudad, y dirán cada uno a su compañero: ¿Por qué lo hizo así Jehová con esta grande ciudad? 9 Y dirán: Porque dejaron el concierto de Jehová su Dios, y adoraron dioses ajenos, y les sirvieron. 10 No lloréis al muerto, ni hayáis compasión de él, llorando llorád por el que va, por que no volverá jamás; ni verá la tierra donde nació. 11 Porque así dijo Jehová de Sellum, hijo de Josías, rey de Judá, que reina por Josías, su padre: El que saliere de este lugar, no volverá acá más: 12 Antes en el lugar adonde le trasportaren, morirá, y no verá más esta tierra. 13 ¡Ay del que edifica su casa, y no en justicia; y sus salas, y no en juicio; sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo! 14 Que dice: Edificaré para mí casa espaciosa, y airosas salas; y le abre ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta de bermellón. 15 ¿Reinarás, porque te cercas de cedro? ¿Tu padre no comió y bebió, e hizo juicio y justicia, y entonces le fue bien? 16 Juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien: ¿no es esto conocerme a mí, dijo Jehová? 17 Mas tus ojos y tu corazón no son sino a tu avaricia, y a derramar la sangre inocente, y a opresión, y a hacer agravio. 18 Por tanto así dijo Jehová de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá: No le llorarán: ¡Ay hermano mío! ¡y ay hermana! no le llorarán: ¡Ay Señor! ¡ay de su grandeza! 19 En sepultura de asno será enterrado, arrastrándole y echándole fuera de las puertas de Jerusalem. 20 Sube al Líbano, y clama, y en Basán da tu voz, y grita hacia todas partes; porque todos tus enamorados son quebrantados. 21 Hablé a ti en tus prosperidades: dijiste: No oiré. Este fue tu camino desde tu juventud, que nunca oíste mi voz. 22 A todos tus pastores pacerá el viento, y tus enamorados irán en cautividad. Entonces te avergonzarás, y te confundirás a causa de toda tu malicia. 23 Habitaste en el Líbano: hiciste tu nido en los cedros: ¡cuán amada serás cuando te vinieren dolores, dolor como de mujer que está de parto! 24 Vivo yo, dijo Jehová, que si Conías, hijo de Joacim, rey de Judá, fuera anillo en mi mano diestra, que de allí te arrancaré. 25 Y te entregaré en mano de los que buscan tu alma, y en mano de aquellos cuya vista temes: y en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en mano de los Caldeos. 26 Y hacerte he trasportar, a ti y a tu madre que te parió, a tierra ajena en la cual no nacisteis, y allá moriréis. 27 Y a la tierra a la cual ellos levantan su alma para tornar allá, no volverán allá. 28 ¿Es este hombre Conías un ídolo vil, quebrado? ¿vaso con que nadie se deleita? ¿Por qué fueron arrojados él y su generación? ¿fueron echados a tierra que no conocieron? 29 ¡O tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová. 30 Así dijo Jehová: Escribíd este varón privado de generación: hombre a quien nada sucederá prósperamente en todos los días de su vida; porque ningún hombre de su simiente que se asentare sobre el trono de David, y que se enseñoreare sobre Judá, jamás será dichoso. 23  1 ¡Ay de los pastores que desperdician y derraman las ovejas de mi majada! dijo Jehová. 2 Por tanto, así dijo Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros derramasteis mis ovejas, y las amontasteis, y no las visitasteis: he aquí que yo visito sobre vosotros la maldad de vuestras obras, dijo Jehová. 3 Y yo recogeré el resto de mis ovejas de todas las tierras donde las eché, y hacerlas he volver a sus moradas; y crecerán, y multiplicarse han. 4 Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni tendrán miedo, ni serán menoscabadas, dijo Jehová. 5 He aquí que vienen días, dijo Jehová, y despertaré a David renuevo justo, y reinará rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. 6 En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre que le llamarán, Jehová justicia nuestra. 7 Por tanto, he aquí que vienen días, dijo Jehová, y no dirán más: Vive Jehová que hizo subir los hijos de Israel de la tierra de Egipto: 8 Mas: Vive Jehová que hizo subir, y trajo la simiente de la casa de Israel de tierra del aquilón, y de todas las tierras a donde los eché; y habitarán en su tierra. 9 A causa de los profetas mi corazón es quebrantado en medio de mí, todos mis huesos tiemblan: estuve como hombre borracho, y como hombre a quien enseñoreó el vino, delante de Jehová, y delante de las palabras de su santidad. 10 Porque la tierra es llena de adúlteros, porque a causa del juramento la tierra es desierta: las cabañas del desierto se secaron; y la carrera de ellos fue mala, su fortaleza no derecha. 11 Porque así el profeta como el sacerdote son fingidos: aun en mi casa hallé su maldad, dijo Jehová. 12 Por tanto su camino les será como resbaladeros en oscuridad: serán rempujados, y caerán en él; porque yo traeré sobre ellos mal, año de su visitación, dice Jehová. 13 Y en los profetas de Samaria ví bobería: profetizaban en Baal, e hicieron errar a mi pueblo Israel. 14 Y en los profetas de Jerusalem ví torpezas: cometían adulterios, y caminaban por mentira, y esforzaban las manos de los malos, porque ninguno se convertiese de su malicia: tornáronseme todos ellos como los moradores de Sodoma, y sus moradores como Gomorra. 15 Por tanto así dijo Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjo, y les haré beber aguas de hiel; porque de los profetas de Jerusalem salió la hipocresía sobre toda la tierra. 16 Así dijo Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan: os hacen desvanecer, hablan visión de su corazón, no de la boca de Jehová. 17 Dicen atrevidamente a los que me airán: Jehová dijo: Paz tendréis. Y a cualquiera que camina tras la imaginación de su corazón, dijeron: No vendrá mal sobre vosotros. 18 Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿quién estuvo atento a su palabra, y oyó? 19 He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y la tempestad que está aparejada, sobre la cabeza de los malos caerá. 20 No se apartará el furor de Jehová, hasta tanto que haya hecho, y hasta tanto que haya confirmado los pensamientos de su corazón: en lo postrero de los días la entenderéis con entendimiento. 21 No envié yo aquellos profetas, y ellos corrían: yo no les hablé, y ellos profetizaban. 22 Y si ellos hubieran estado en mi secreto, también hubieran hecho oír mis palabras a mi pueblo, y los hubieran hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras. 23 ¿Soy yo Dios de cerca, dijo Jehová, y no Dios de lejos? 24 ¿Esconderse ha alguno en escondederos que yo no le vea, dijo Jehová? ¿no hincho yo el cielo y la tierra, dijo Jehová? 25 Yo oí lo que aquellos profetas dijeron profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé. 26 ¿Hasta cuándo será esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón? 27 No piensan como hacen olvidar mi pueblo de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, como sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal. 28 El profeta con quien fuere sueño, cuente sueño; y con el que fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene la paja con el trigo, dijo Jehová? 29 ¿Mi palabra no es como el fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? 30 Por tanto, he aquí, yo contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras, cada uno de su más cercano. 31 He aquí, yo contra los profetas, dice Jehová, que endulzan sus lenguas, y dicen: Dijo. 32 He aquí, yo contra los que profetizan sueños mentirosos, dice Jehová, y los contaron, e hicieron errar mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas; y yo no los envié, ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dijo Jehová. 33 Y cuando te preguntare este pueblo, o el profeta, o el sacerdote, diciendo: ¿Qué es la carga de Jehová? decirles has: ¿Qué carga? Dejaros he, dijo Jehová. 34 Y el profeta, y el sacerdote, y el pueblo que dijere: Carga de Jehová: yo visitaré sobre el tal hombre, y sobre su casa. 35 Así diréis cada cual a su compañero, y cada cual a su hermano; ¿Qué respondió Jehová? ¿y qué habló Jehová? 36 Y nunca más os vendrá a la memoria carga de Jehová; porque la palabra de cada uno le será por carga; pues pervertisteis las palabras del Dios viviente, Jehová de los ejércitos, Dios nuestro. 37 Así dirás al profeta: ¿Qué te respondió Jehová, y que habló Jehová? 38 Y si dijereis: Carga de Jehová: Por tanto así dijo Jehová: Porque dijisteis esta palabra, carga de Jehová, habiendo enviado a vosotros, diciendo: No digáis, Carga de Jehová. 39 Por tanto, he aquí, que yo os olvidaré olvidando; y os arrancaré de mi presencia, y a la ciudad que os di a vosotros y a vuestros padres. 40 Y daré sobre vosotros vergüenza perpetua, y confusiones eternas, que nunca las raiga olvido. 24  1 Mostróme Jehová, y he aquí dos cestas de higos puestas delante del templo de Jehová, después de haber trasportado Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, y a los príncipes de Judá, y a los oficiales y cerrajeros de Jerusalem, y haberlos llevado a Babilonia. 2 La una cesta tenía higos muy buenos, como brevas; y la otra cesta tenía higos muy malos, que no se podían comer de malos. 3 Y díjome Jehová: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Higos, higos buenos; muy buenos; y malos, muy malos, que de malos no se pueden comer. 4 Y fue a mí palabra de Jehová, diciendo: 5 Así dijo Jehová Dios de Israel: Como a estos buenos higos, así conoceré el trasportamiento de Judá, al cual eché de este lugar a tierra de Caldeos, para bien. 6 Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien; y volverlos he a esta tierra, y edificarlos he, y no los destruiré: plantarlos he, y no los arrancaré. 7 Y darles he corazón para que me conozcan, que yo soy Jehová; y serme han por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón. 8 Y como los malos higos, que de malos no se pueden comer, así dijo Jehová, daré a Sedecías, rey de Judá, y a sus príncipes, y al resto de Jerusalem que quedaron en esta tierra, y que moran en la tierra de Egipto. 9 Y darlos he por escarnio, por mal a todos los reinos de la tierra: por infamia, y por ejemplo, y por refrán, y por maldición a todos los lugares donde yo los arrojaré. 10 Y enviaré en ellos espada, hambre, y pestilencia, hasta que sean acabados de sobre la tierra que les di a ellos y a sus padres. 25  1 Palabra que fue a Jeremías de todo el pueblo de Judá, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, el cual es el año primero de Nabucodonosor, rey de Babilonia. 2 Lo que habló Jeremías profeta a todo el pueblo de Judá, y a todos los moradores de Jerusalem, diciendo: 3 Desde el año trece de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, que son veinte y tres años, fue a mi palabra de Jehová, la cual hablé a vosotros, madrugando y hablando, y no oísteis. 4 Y envió Jehová a vosotros todos sus siervos profetas, madrugando y enviando, y no oísteis, ni abajasteis vuestro oído para oír; 5 Diciendo: Volvéos ahora de vuestro mal camino, y de la maldad de vuestras obras, y morád sobre la tierra que os dio Jehová, a vosotros y a vuestros padres para siempre; 6 Y no caminéis en pos de dioses ajenos, sirviéndoles y encorvándoos a ellos; ni me provoquéis a ira con la obra de vuestras manos, y no os haré mal. 7 Y no me oísteis, dijo Jehová, para provocarme a ira con la obra de vuestras manos, para mal vuestro. 8 Por tanto así dijo Jehová de los ejércitos: Porque no oísteis mis palabras. 9 He aquí que yo enviaré, y tomaré todos los linajes del aquilón, dice Jehová, y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y traerlos he contra esta tierra, y contra sus moradores, y contra todas estas naciones al derredor; y matarlos he, y ponerlos he por escarnio, y por silbo, y en soledades perpetuas. 10 Y haré perder de entre ellos voz de gozo, y voz de alegría, voz de desposado, y voz de desposada, voz de muelas, y luz de antorcha. 11 Y toda esta tierra será puesta en soledad, en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años: 12 Y será que cuando fueren cumplidos los setenta años, visitaré sobre el rey de Babilonia, y sobre aquella nación su maldad, dijo Jehová, y sobre la tierra de los Caldeos; y yo la pondré en desiertos para siempre. 13 Y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está escrito en este libro, profetizado por Jeremías, contra todas las naciones. 14 ¶ Porque se servirán también de ellos muchas naciones, y reyes grandes; y yo les pagaré conforme a su obra, y conforme a la obra de sus manos. 15 Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de mi mano el vaso del vino de este furor, y da de beber de él a todas las naciones a las cuales yo te envío. 16 Y beberán, y temblarán, y enloquecerán delante de la espada que yo envío entre ellos. 17 Y tomé el vaso de la mano de Jehová, y di de beber a todas las naciones a las cuales me envió Jehová: 18 A Jerusalem, y a las ciudades de Judá, y a sus reyes, y sus príncipes, para que yo las pusiese en soledad, en escarnio, y en silbo y en maldición, como este día: 19 A Faraón, rey de Egipto, y a sus siervos, y a sus príncipes, y a todo su pueblo: 20 Y a toda la mistura; y a todos los reyes de tierra de Hus; y a todos los reyes de tierra de Palestina, y a Ascalón, y Gaza, y Accarón, y a la resta de Azoto: 21 A Edom, y Moab, y a los hijos de Ammón: 22 Y a todos los reyes de Tiro, y a todos los reyes de Sidón, y a los reyes de las islas que están de ese cabo de la mar: 23 Y a Dedán, y Tema, y Buz, y a todos los que están al cabo del mundo: 24 Y a todos los reyes de Arabia, y a todos los reyes de la Arabia que habita en el desierto: 25 Y a todos los reyes de Zambrí, y a todos los reyes de Elam, y a todos los reyes de Media: 26 Y a todos los reyes del aquilón, los de cerca y los de lejos, los unos de los otros; y a todos los reinos de la tierra que están sobre la haz de la tierra, y el rey de Sesac beberá después de ellos. 27 Decirles has pues: Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Bebéd, y emborracháos, y vomitád, y caéd, y no os levantéis delante de la espada que yo envío entre vosotros. 28 Y será que si no quisieren tomar el vaso de tu mano para beber, decirles has: Así dijo Jehová de los ejércitos: Bebiendo bebéd. 29 Porque he aquí que a la ciudad sobre la cual es llamado mi nombre yo comienzo a hacer mal, ¿y vosotros solos seréis absueltos? No seréis absueltos; porque espada traigo sobre todo los moradores de la tierra, dijo Jehová de los ejércitos. 30 Tú pues profetizarás a ellos todas estas palabras, y decirles has: Jehová bramará como león de lo alto, y de la morada de su santidad dará su voz: bramando bramará sobre su morada, canción de lagareros cantará a todos los moradores de la tierra. 31 Llegó el estruendo hasta el cabo de la tierra; porque juicio de Jehová con las naciones: él es el Juez de toda carne: los impíos entregará a la espada, dijo Jehová. 32 Así dijo Jehová de los ejércitos: He aquí que el mal sale de nación en nación, y grande tempestad se levantará de los fines de la tierra. 33 Y serán muertos de Jehová en aquel día desde el un cabo de la tierra hasta el otro cabo: no se endecharán, ni se cogerán, ni se enterrarán: como estiércol serán sobre la haz de la tierra. 34 Aullád, pastores, y clamád, y revolcaos en el polvo, los mayorales del hato; porque vuestros días son cumplidos para ser degollados, y esparcidos vosotros; y caeréis como vaso de codicia. 35 Y la huida se perderá de los pastores; y el escapamiento, de los mayorales del hato. 36 Voz de la grita de los pastores, y aullido de los mayorales del hato se oirá; porque Jehová asoló sus majadas. 37 Y las majadas pacíficas serán taladas, por la ira del furor de Jehová. 38 Desamparó como leoncillo su morada; porque la tierra de ellos fue asolada por la ira del opresor, y por el enojo de su furor. 26  1 En el principio del reino de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, fue esta palabra de Jehová, diciendo: 2 Así dijo Jehová: Pónte en el patio de la casa de Jehová, y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen para adorar en la casa de Jehová, todas las palabras que yo te mandé que les hablases: no detengas palabra. 3 Quizás oirán, y se tornarán cada uno de su mal camino; y arrepentirme he yo del mal que pienso hacerles, por la maldad de sus obras. 4 Decirles has: Así dijo Jehová: Si no me oyereis para andar en mi ley, la cual di delante de vosotros, 5 Para oír a las palabras de mis siervos los profetas que yo os envío, madrugando y enviando, a los cuales no habéis oído: 6 Yo pondré esta casa como Silo, y daré esta ciudad en maldición a todas las naciones de la tierra. 7 Y oyeron los sacerdotes, y los profetas, y todo el pueblo, a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová. 8 Y fue que acabando de hablar Jeremías todo lo que Jehová le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes, y los profetas, y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: Muerte morirás. 9 ¿Por qué profetizaste en nombre de Jehová, diciendo: Esta casa será como Silo; y esta ciudad será asolada hasta no quedar morador? Y todo el pueblo se juntó contra Jeremías en la casa de Jehová. 10 Y los príncipes de Judá oyeron estas cosas, y subieron de casa del rey a la casa de Jehová, y asentáronse en la entrada de la puerta nueva de Jehová. 11 Y hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes, y a todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre, porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos. 12 Y habló Jeremías a todos los príncipes, y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me envió que profetizase contra esta casa, y contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído. 13 Y ahora mejorád vuestros caminos, y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios; y arrepentirse ha Jehová del mal que ha hablado contra vosotros. 14 En lo que a mí toca, he aquí, estoy en vuestras manos, hacéd de mí como mejor y más recto os pareciere: 15 Mas sabéd de cierto, que si me matareis, sangre inocente echaréis sobre vosotros, y sobre esta ciudad, y sobre sus moradores; porque, en verdad, Jehová me envió a vosotros, para que dijese todas estas palabras en vuestros oídos. 16 Y dijeron los príncipes y todo el pueblo a los sacerdotes y profetas: No ha incurrido este hombre en pena de muerte, porque en nombre de Jehová nuestro Dios ha hablado a nosotros. 17 Y levantáronse algunos de los ancianos de la tierra, y hablaron a toda la congregación del pueblo, diciendo: 18 Miquéas de Morasti profetizó en tiempo de Ezequías, rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: Así dijo Jehová de los ejércitos: Sión será arada como campo, y Jerusalem será montones, y el monte del templo en cumbres de bosque. 19 ¿Matáronle luego Ezequías, rey de Judá, y todo Judá? ¿No temió a Jehová, y oró a la faz de Jehová, y Jehová se arrepintió del mal que había hablado contra ellos? ¿Y nosotros haremos tan grande mal contra nuestras almas? 20 ¶ Hubo también un hombre que profetizaba en nombre de Jehová, Urías, hijo de Semeí, de Cariat-jarim, el cual profetizó contra esta ciudad, y contra esta tierra conforme a todas las palabras de Jeremías. 21 Y oyó el rey Joacim, y todos sus valientes, y todos sus príncipes sus palabras, y el rey procuró de matarle: lo cual entendiendo Urías, tuvo temor, y huyó, y se metió en Egipto. 22 Y el rey Joacim envió hombres en Egipto, a Elnatán, hijo de Acor, y otros hombres con él a Egipto, 23 Los cuales sacaron a Urías de Egipto, y le trajeron al rey Joacim, e hirióle a cuchillo, y echó su cuerpo en los sepulcros del vulgo. 24 La mano empero de Ahicam, hijo de Safán, era con Jeremías, porque no le entregasen en las manos del pueblo para matarle. 27  1 En el principio del reino de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, fue de Jehová esta palabra a Jeremías, diciendo: 2 Jehová me dijo así: Hazte unas coyundas y yugos, y pónlos sobre tu cuello. 3 Y enviarlos has al rey de Edom, y al rey de Moab, y al rey de los hijos de Ammón, y al rey de Tiro, y al rey de Sidón por mano de los embajadores que vienen a Jerusalem a Sedecías, rey de Judá. 4 Y mandarles has que digan a sus señores: Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Así diréis a vuestros señores: 5 Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que están sobre la haz de la tierra, con mi grande potencia, y con mi brazo extendido; y la di a quien me plugo. 6 Y ahora yo he dado todas estas tierras en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y aun las bestias del campo le he dado para que le sirvan. 7 Y servirle han todas las naciones, a él, y a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que venga también el tiempo de su misma tierra; y servirle han muchas naciones, y reyes grandes. 8 Y será que la nación y el reino que no le sirviere, es a saber, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, con espada, y con hambre, y con pestilencia visitaré a la tal nación, dice Jehová, hasta que yo los acabe por su mano. 9 Y vosotros no oigáis a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a vuestros sueños, ni a vuestros agoreros, ni a vuestros encantadores, que os hablan, diciendo: No serviréis al rey de Babilonia. 10 Porque ellos os profetizan mentira, por haceros alejar de vuestra tierra, y para que yo os arroje, y perezcáis. 11 Mas la nación que metiere su cuello al yugo del rey de Babilonia, y le sirviere, hacerla he dejar en su tierra, dijo Jehová, y labrarla ha, y morará en ella, 12 ¶ Y hablé también a Sedecías, rey de Judá, conforme a todas estas palabras, diciendo: Metéd vuestros cuellos al yugo del rey de Babilonia, y servídle a él y a su pueblo, y vivíd. 13 ¿Por qué moriréis, tú y tu pueblo a espada, hambre, y pestilencia, de la manera que ha dicho Jehová a la nación que no sirviere al rey de Babilonia? 14 No oigáis las palabras de los profetas que os hablan, diciendo: No serviréis al rey de Babilonia, porque os profetizan mentira. 15 Porque yo no los envié, dice Jehová, y ellos profetizan en mi nombre falsamente para que yo os arroje, y perezcáis, vosotros y los profetas que os profetizan. 16 A los sacerdotes también hablé, y a todo este pueblo, diciendo: Así dijo Jehová: No oigáis las palabras de vuestros profetas que os profetizan, diciendo: He aquí que los vasos de la casa de Jehová volverán de Babilonia ahora presto; porque os profetizan mentira. 17 No los oigáis: servíd al rey de Babilonia, y vivíd; ¿por qué será desierta esta ciudad? 18 Y si ellos son profetas, y si es con ellos palabra de Jehová, oren ahora a Jehová de los ejércitos, que los vasos que han quedado en la casa de Jehová, y en la casa del rey de Judá, y en Jerusalem, no vengan a Babilonia. 19 Porque así dijo Jehová de los ejércitos, de aquellas columnas, y del mar, y de las basas, y del resto de los vasos que quedan en esta ciudad, 20 Que Nabucodonosor, rey de Babilonia, no quitó, cuando trasportó de Jerusalem en Babilonia a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los nobles de Judá, y de Jerusalem: 21 Así pues dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, de los vasos que quedaron en la casa de Jehová, y en la casa del rey de Judá, y de Jerusalem. 22 A Babilonia serán trasportados, y allí estarán hasta el día en que yo los visitaré, dijo Jehová; y después los haré subir, y tornarlos he a este lugar. 28  1 Y aconteció en el mismo año, en el principio del reino de Sedecías, rey de Judá, en el año cuarto, en el quinto mes, que me habló Jananías, hijo de Azur, profeta, que era en Gabaón, en la casa de Jehová, delante de los sacerdotes, y de todo el pueblo, diciendo: 2 Así habló Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Quebranté el yugo del rey de Babilonia. 3 Dentro de dos años de días tornaré a este lugar todos los vasos de la casa de Jehová, que llevó de este lugar Nabucodonosor, rey de Babilonia, para meterlos en Babilonia. 4 Y yo tornaré a este lugar a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los trasportados de Judá que entraron en Babilonia, dice Jehová; porque yo quebranté el yugo del rey de Babilonia. 5 Y dijo Jeremías profeta a Jananías profeta, delante de los sacerdotes, y delante de todo el pueblo que estaba en la casa de Jehová: 6 Dijo pues Jeremías profeta: Amén, así lo haga Jehová: confirme Jehová tus palabras con las cuales profetizaste, que los vasos de la casa de Jehová, y todos los trasportados, han de ser tornados de Babilonia a este lugar. 7 Con todo eso oye ahora esta palabra que yo hablo en tus oídos, y en los oídos de todo el pueblo. 8 Los profetas que fueron antes de mí, y antes de ti, en tiempos pasados profetizaron sobre muchas tierras y grandes reinos, de guerra, y de aflicción, y de pestilencia. 9 El profeta que profetizó de paz, cuando viniere la palabra del profeta, será conocido el profeta que Jehová le envió con verdad. 10 Y Jananías profeta quitó el yugo del cuello de Jeremías profeta, y lo quebró. 11 Y habló Jananías en presencia de todo el pueblo, diciendo: Así dijo Jehová: De esta manera quebraré el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, del cuello de todas las naciones dentro de dos años de días. Y fuése Jeremías su camino. 12 ¶ Y después que Jananías profeta quebró el yugo del cuello de Jeremías profeta, fue palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 13 Vé, y habla a Jananías, diciendo: Así dijo Jehová: Yugos de madera quebraste, mas por ellos harás yugos de hierro. 14 Porque así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Yugo de hierro puse sobre el cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y servirle han; y aun también le he dado las bestias del campo. 15 Entonces dijo Jeremías profeta a Jananías profeta: Ahora oye Jananías: Jehová no te envió, y tú hiciste a este pueblo confiar en mentira. 16 Por tanto así dijo Jehová: He aquí que yo te envió de sobre la haz de la tierra, y en este año morirás; porque hablaste rebelión contra Jehová. 17 Y en el mismo año murió Jananías en el mes séptimo. 29  1 Y estas son las palabras de la carta que Jeremías profeta envió de Jerusalem a los ancianos que habían quedado de los trasportados, y a los sacerdotes, y profetas, y a todo el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalem a Babilonia: 2 Después que salió el rey Jeconías, y la reina, y los de palacio, y los príncipes de Judá y de Jerusalem, y los artífices, y los ingenieros de Jerusalem: 3 Por mano de Elasa, hijo de Safa, y de Gamarías, hijo de Elcías, los cuales envió Sedecías, rey de Judá, en Babilonia a Nabucodonosor, rey de Babilonia, diciendo: 4 Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice trasportar de Jerusalem en Babilonia: 5 Edificád casas, y morád; y plantád huertos, y coméd del fruto de ellos. 6 Casáos, y engendrád hijos e hijas, dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas para que paran hijos e hijas; y multiplicáos allá, y no os hagáis pocos. 7 Y procurád la paz de la ciudad a la cual os hice traspasar, y rogád por ella a Jehová, porque en su paz tendréis también vosotros paz. 8 Porque así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos, ni miréis a vuestros sueños que soñáis. 9 Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre: no los envié, dijo Jehová. 10 Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplieren los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi palabra buena, para tornaros a este lugar. 11 Porque yo sé los pensamientos que yo pienso de vosotros, dijo Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. 12 Entonces me invocaréis, y andaréis: oraréis a mí, y yo os oiré. 13 Y buscarme heis, y hallaréis; porque me buscaréis de todo vuestro corazón. 14 Y seré hallado de vosotros, dijo Jehová, y tornaré vuestra cautividad; y juntaros he de todas las naciones, y de todos los lugares donde os arrojé, dijo Jehová, y haceros he volver al lugar de donde os hice traspasar: 15 Porque dijisteis: Jehová nos despertó profetas en Babilonia. 16 Porque así dijo Jehová del rey que está asentado sobre el trono de David, y de todo el pueblo que mora en esta ciudad, vuestros hermanos, que no salieron con vosotros en la cautividad. 17 Así dijo Jehová de los ejércitos: He aquí que yo envío contra ellos espada, hambre, y pestilencia; y ponerlos he como los malos higos, que de malos no se pueden comer. 18 Y perseguirlos he con espada, con hambre y con pestilencia; y darlos he por escarnio a todos los reinos de la tierra, por maldición, y por espanto, y por silbo, y por afrenta a todas las naciones a las cuales los arrojé. 19 Porque no oyeron mis palabras, dijo Jehová, que les envié por mis siervos los profetas, madrugando y enviando; y no oísteis, dijo Jehová. 20 Oíd pues vosotros palabra de Jehová, todos los trasportados que eché de Jerusalem en Babilonia: 21 Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, de Acab, hijo de Colías, y de Sedecías, hijo de Maasías, que os profetizan en mi nombre falsamente: He aquí que yo los entrego en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él los herirá delante de vuestros ojos. 22 Y todos los trasportados de Judá que están en Babilonia, tomarán de ellos maldición, diciendo: Póngate, Jehová, como a Sedecías, y como a Acab, los cuales quemó en fuego el rey de Babilonia. 23 Porque hicieron maldad en Israel, y cometieron adulterio con las mujeres de sus prójimos, y hablaron palabra falsamente en mi nombre, que no les mandé: lo cual yo sé, y soy testigo, dijo Jehová. 24 ¶ Y a Semeías de Nehelam hablarás, diciendo: 25 Así habló Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Porque enviaste cartas en tu nombre a todo el pueblo que está en Jerusalem, y a Sofonías sacerdote, hijo de Maasías, y a todos los sacerdotes, diciendo: 26 Jehová te puso por sacerdote en lugar de Joiada sacerdote, para que presidáis en la casa de Jehová sobre todo hombre furioso y profetante, poniéndole en el calabozo, y en el brete. 27 ¿Y ahora por qué no reprendiste a Jeremías de Anatot, que os profetiza falsamente? 28 Porque por eso envió a nosotros en Babilonia, diciendo: Largo es el cautiverio: edificád casas, y morád: plantád huertos, y coméd el fruto de ellos. 29 Y Sofonías sacerdote había leído esta carta a oídos de Jeremías profeta. 30 Y fue palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 31 Envía a toda la transmigración a decir: Así dijo Jehová de Semeías de Nehelam: Porque os profetizó Semeías, y yo no le envié, y os hizo confiar sobre mentira: 32 Por tanto así dijo Jehová: He aquí que yo visito sobre Semeías de Nehelam, y sobre su generación: no tendrá varón que more entre este pueblo, ni verá aquel bien que yo hago a mi pueblo, dijo Jehová, porque rebelión ha hablado contra Jehová. 30  1 Palabra que fue a Jeremías de Jehová, diciendo: Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: 2 Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado. 3 Porque he aquí que vienen días, dijo Jehová, en que tornaré la cautividad de mi pueblo Israel y Judá, dijo Jehová; y hacerlos he volver a la tierra que di a sus padres, y poseerla han. 4 Estas pues son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá: 5 Porque así dijo Jehová: Hemos oído voz de temblor: espanto, y no paz. 6 Preguntád ahora, y mirád si pare el varón; porque ví que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos, como mujer de parto, y todos rostros se tornaron amarillos. 7 ¡Ay! porque grande es aquel día, tanto que no haya otro semejante a él; y tiempo de angustia para Jacob, mas de ella será librado. 8 Y será en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, que yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extraños no le volverán más a poner en servidumbre: 9 Mas servirán a Jehová su Dios, y a David su rey, el cual los levantaré. 10 Tú pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel, porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos, y a tu simiente de la tierra de su cautividad; y Jacob tornará, y descansará, y sosegará, y no habrá quien espante: 11 Porque yo seré contigo, dice Jehová, para salvarte, y haré consumación en todas las naciones en las cuales te esparcí: en ti empero no haré consumación, mas castigarte he con juicio, ni te talaré del todo. 12 Porque así dijo Jehová: Desahuciado es tu quebrantamiento, y dificultosa tu llaga. 13 No hay quien te ponga salud: no hay para ti cura ni medicinas. 14 Todos tus enamorados te olvidaron, no te buscan; porque de herida de enemigo te herí, de azote de cruel, a causa de la multitud de tu maldad, y de la multitud de tus pecados. 15 ¿Por qué gritas a causa de tu quebrantamiento? desahuciado es tu dolor; porque por la multitud de tu iniquidad, y de tus muchos pecados te he hecho esto. 16 Por tanto todos los que te consumen, serán consumidos, y todos tus afligidores, todos irán en cautividad, y los que te pisaron, serán pisados, y a todos los que hicieron presa de ti, daré en presa. 17 Porque yo haré venir sanidad para ti, y de tus heridas te sanaré, dijo Jehová; porque Arrojada te llamaron: Esta es Sión, no hay quien la busque. 18 Así dijo Jehová: He aquí que yo hago tornar la cautividad de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas habré misericordia; y la ciudad se edificará sobre su collado; y el palacio será asentado conforme a su costumbre. 19 Y saldrá de ellos alabanza, y voz de gente que está en regocijo; y multiplicarlos he, y no serán disminuidos: multiplicarlos he, y no serán disminuidos. 20 Y serán sus hijos como de primero, y su congregación delante de mí será confirmada; y visitaré a todos sus opresores. 21 Y será su Fuerte de él, y su Enseñoreador de en medio de él saldrá, y hacerle he allegar cerca, y acercarse ha a mí; porque ¿quién es aquel que ablandó su corazón para llegarse a mí, dijo Jehová? 22 Y serme heis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. 23 He aquí que la tempestad de Jehová sale con furor; la tempestad que se apareja, sobre la cabeza de los impíos reposará. 24 No se volverá la ira del enojo de Jehová, hasta que haya hecho, y haya cumplido los pensamientos de su corazón. En el fin de los días entenderéis esto. 31  1 En aquel tiempo, dijo Jehová, yo seré por Dios a todos los linajes de Israel, y ellos me serán a mí por pueblo. 2 Así dijo Jehová: Halló gracia en el desierto el pueblo, los que escaparon de la espada: anduvo por hacer hallar reposo a Israel. 3 Jehová se manifestó a mí ya mucho tiempo ha, diciendo: Con amor eterno te amé: por tanto te suporté con misericordia. 4 Aun te edificaré, y serás edificada, virgen de Israel: aun serás adornada con tus panderos, y saldrás en corro de danzantes. 5 Aun plantarás viñas en los montes de Samaria: plantarán los plantadores, y profanarán. 6 Porque habrá día en que clamarán los guardas en el monte de Efraím: Levantáos y subamos en Sión a Jehová nuestro Dios. 7 Porque así dijo Jehová: Alegráos en Jacob con alegría, y jubilád en la cabeza de las naciones, hacéd oír, alabád, y decíd: Salva, o! Jehová, tu pueblo, el resto de Israel. 8 He aquí que yo los torno de tierra del aquilón, y los juntaré de los fines de la tierra: habrá entre ellos ciegos y cojos, y mujeres preñadas y paridas juntamente: en grande compañía tornarán acá. 9 Irán con lloro, mas con misericordias los haré volver, y hacerlos he andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque seré a Israel por padre, y Efraím será mi primogénito. 10 Oíd palabra de Jehová, o! naciones, y hacédlo saber en las islas que están lejos, y decíd: El que esparció a Israel, le juntará, y le guardará, como pastor a su ganado. 11 Porque Jehová redimió a Jacob, redimióle de mano del más fuerte que él. 12 Y vendrán, y harán alabanzas en lo alto de Sión, y correrán al bien de Jehová, al pan, y al vino, y al aceite, al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, ni nunca más tendrán dolor. 13 Entonces la virgen se holgará en la danza, los mozos y los viejos juntamente; y su lloro tornaré en gozo, y consolarlos he, y alegrarlos he de su dolor. 14 Y el alma del sacerdote embriagaré de grosura, y mi pueblo será harto de mi bien, dijo Jehová. 15 Así dijo Jehová: Voz fue oída en lo alto, llanto, y lloro de amarguras: Raquel que lamenta por sus hijos, no quiso ser consolada de sus hijos, porque perecieron. 16 Así dijo Jehová: Reprime tu voz del llanto, y tus ojos de las lágrimas; porque salario hay para tu obra, dice Jehová; y volverán de la tierra del enemigo. 17 Esperanza también hay para tu fin, dice Jehová, y los hijos volverán a su término. 18 Oyendo oí a Efraím que se lamentaba: Azotásteme, y fuí azotado como novillo no domado: tórname, y seré tornado; porque tú eres Jehová mi Dios. 19 Porque después que me convertí, tuve arrepentimiento; y después que me conocí, herí el muslo: confundíme y tuve vergüenza; porque llevé la vergüenza de mis mocedades. 20 ¿No es Efraím hijo precioso para mí? ¿no es para mí niño de placer? Con todo eso desde que hablé de él, acordándome me acordaré todavía: por tanto mis entrañas se comovieron sobre él, compadeciendo me compadeceré de él, dice Jehová. 21 Establécete señales, pónte majanos altos, nota atentamente la calzada, el camino por donde veniste: vuélvete, virgen de Israel, vuélvete a estas tus ciudades. 22 ¿Hasta cuándo andarás vagabunda, o! hija contumaz? Porque Jehová creará una cosa nueva sobre la tierra: Una hembra rodeará al Varón. 23 Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aun dirán esta palabra en la tierra de Judá, y en sus ciudades, cuando yo convertiré su cautividad: Jehová te bendiga, o! morada de justicia, o! monte santo. 24 Y morarán en ella Judá, y todas sus ciudades, también labradores, y los que van con rebaño. 25 Porque embriagué el alma cansada, y toda alma entristecida henchí. 26 Por esto me desperté, y ví, y mi sueño me fue sabroso. 27 He aquí que vienen días, dijo Jehová, y sembraré la casa de Israel, y la casa de Judá de simiente de hombre, y de simiente de animal. 28 Y será que como tuve cuidado de ellos para arrancar, y derribar, y trastornar, y perder, y afligir; así tendré cuidado de ellos para edificar, y plantar, dijo Jehová. 29 En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas acedas, y los dientes de los hijos tienen la dentera. 30 Mas cada cual morirá por su maldad: los dientes de todo hombre que comiere las uvas acedas tendrán la dentera. 31 He aquí que vienen días, dijo Jehová, en los cuales haré nuevo concierto con la casa de Jacob, y con la casa de Judá: 32 No como el concierto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi concierto, y yo me enseñoreé de ellos, dijo Jehová. 33 Mas este es el concierto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dijo Jehová: Daré mi ley dentro de ellos, y escribirla he en su corazón; y seré yo a ellos por Dios, y ellos me serán a por pueblo. 34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conocéd a Jehová; porque todos me conocerán desde el más chiquito de ellos hasta el más grande, dijo Jehová; porque perdonaré su maldad, y no me acordaré más de su pecado. 35 Así dijo Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche; que parte la mar, y sus ondas braman; Jehová de los ejércitos es su nombre. 36 Si estas leyes faltaren delante de mí, dijo Jehová, también la simiente de Israel faltará para no ser nación delante de mí todos los días. 37 Así dijo Jehová: Si los cielos arriba se pueden medir, y abajo buscarse los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la simiente de Israel por todo lo que hicieron, dijo Jehová. 38 He aquí que vienen días, dijo Jehová y la ciudad será edificada a Jehová, desde la torre de Jananeel hasta la puerta del rincón. 39 Y saldrá más adelante el cordel de la medida delante de él sobre el collado de Gareb, y cercará a Goata: 40 Y a todo el valle de los cuerpos muertos, y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los caballos al oriente, santo a Jehová: no será arrancado, ni destruido más para siempre. 32  1 Palabra que fue a Jeremías de Jehová el décimo año de Sedecías, rey de Judá, el mismo es el décimo octavo año de Nabucodonosor. 2 Y entonces el ejército del rey de Babilonia tenía cercada a Jerusalem; y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la guarda que estaba en la casa del rey de Judá. 3 Que Sedecías, rey de Judá le había echado preso, diciendo: ¿Por qué profetizas tú, diciendo: Así dijo Jehová: He aquí que yo entrego esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y tomarla ha? 4 Y Sedecías, rey de Judá no escapará de la mano de los Caldeos: mas de cierto será entregado en mano del rey de Babilonia, y su boca hablará con su boca, y sus ojos verán sus ojos. 5 Y hará venir en Babilonia a Sedecías, y allá estará hasta que yo le visite, dijo Jehová. Si peleareis con los Caldeos, no os sucederá bien. 6 Y dijo Jeremías: Palabra de Jehová fue a mí, diciendo: 7 He aquí que Janameel, hijo de Sellum tu tio, viene a ti, diciendo: Cómprame mi heredad que está en Anatot, porque tú tienes derecho a ella para comprarla. 8 Y vino a mí Janameel, hijo de mi tio, conforme a la palabra de Jehová, al patio de la guarda, y díjome: Compra ahora mi heredad que está en Anatot, en tierra de Ben-jamín; porque tuyo es el derecho de la herencia, y a ti compete la redención: cómprala para ti. Entonces conocí que era palabra de Jehová. 9 Y compré la heredad de Janameel, hijo de mi tio, la cual estaba en Anatot; y peséle el dinero, siete siclos y diez monedas de plata. 10 Y escribí la carta, y selléla, e hice atestiguar a testigos, y pesé el dinero con balanza; 11 Y tomé la carta de la venta sellada, según el derecho y costumbres, y el traslado abierto. 12 Y di la carta de venta a Baruc, hijo de Neri, hijo de Maasías, delante de Janameel, el hijo de mi tio, y delante de los testigos que estaban escritos en la carta de venta, delante de todos los Judíos que estaban en el patio de la guarda. 13 Y mandé a Baruc delante de ellos, diciendo: 14 Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Toma estas cartas, esta carta de venta, la sellada, y esta que es la carta abierta, y pónlas en un vaso de barro, para que se guarden muchos días. 15 Porque así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aun se comprarán y venderán casas, y heredades, y viñas, en esta tierra. 16 Y después que di la carta de venta a Baruc, hijo de Nerí, oré a Jehová, diciendo: 17 ¡Ah, Señor Jehová! he aquí que tu hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que se te esconda: 18 Que haces misericordia en millares, y vuelves la maldad de los padres en el seno de sus hijos después de ellos: Dios Grande, Poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre. 19 Grande en consejo, y magnífico en hechos; porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus caminos, y según el fruto de sus obras: 20 Que pusiste señales y portentos en tierra de Egipto hasta este día, y en Israel, y en el hombre; e hiciste para ti nombre cual es este día: 21 Y sacaste tu pueblo Israel de tierra de Egipto con señales y portentos, y con mano fuerte, y brazo extendido, y con espanto grande: 22 Y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darías, tierra que corre leche y miel. 23 Y entraron, y poseyéronla; y no oyeron tu voz, ni anduvieron en tu ley; nada de lo que les mandaste que hiciesen, hicieron: por tanto hiciste venir sobre ellos todo este mal. 24 He aquí que con trabucos han entrado la ciudad para tomarla; y la ciudad es entregada en mano de los Caldeos que pelean contra ella delante de la espada, y de la hambre, y de la pestilencia; y lo que tú dijiste fue, y he aquí que tú los ves. 25 Y tú, Señor Jehová, me dijiste a mí: Cómprate la heredad por dinero, y haz testigos; y la ciudad es entregada en mano de Caldeos. 26 Y fue palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 27 He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne: ¿encubrírseme ha a mí alguna cosa? 28 Por tanto así dijo Jehová: He aquí que yo entrego esta ciudad en mano de Caldeos, y en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y tomarla ha: 29 Y vendrán los Caldeos que combaten esta ciudad, y encenderán esta ciudad a fuego, y quemarla han, y las casas sobre cuyas azoteas ofrecieron sahumerios a Baal, y derramaron derramaduras a dioses ajenos para provocarme a ira. 30 Porque los hijos de Israel, y los hijos de Judá solamente hicieron lo malo delante de mis ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel solamente me provocaron a ira con la obra de sus manos, dijo Jehová. 31 Porque para enojo mío, y para ira mía me ha sido esta ciudad, desde el día que la edificaron hasta hoy; para que la haga quitar de mi presencia: 32 Por toda la maldad de los hijos de Israel, y de los hijos de Judá, que han hecho para enojarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes, y sus profetas, y los varones de Judá, y los moradores de Jerusalem. 33 Y volviéronme la cerviz, y no el rostro; y cuando los enseñaba, madrugando y enseñando, no oyeron para recibir castigo. 34 Antes asentaron sus abominaciones en la casa sobre la cual es llamado mi nombre, contaminándola. 35 Y edificaron altares a Baal los cuales están en el valle de Ben-hinnón, para hacer pasar sus hijos y sus hijas a Moloc: lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá. 36 Y por tanto ahora, así dice Jehová Dios de Israel a esta ciudad, de la cual vosotros decís: Será entregada en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre, y a pestilencia: 37 He aquí que yo los junto de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo, y saña grande; y hacerlos he tornar a este lugar, y hacerlos he habitar seguramente. 38 ¶ Y serme han ellos a mí por pueblo, y yo a ellos seré por Dios. 39 Y darles he un corazón y un camino, para que me teman perpetuamente, para que hayan bien, ellos, y sus hijos después de ellos. 40 Y haré con ellos concierto eterno, que no tornaré atrás de les hacer bien; y daré mi temor en su corazón, para que no se aparten de mí. 41 Y alegrarme he con ellos haciéndoles bien, y plantarlos he en esta tierra con verdad, de todo mi corazón, y de toda mi alma. 42 Porque así dijo Jehová: Como traje sobre este pueblo todo este grande mal, así traeré sobre ellos todo el bien que hablo sobre ellos. 43 Y poseerán heredad en esta tierra de la cual vosotros decís: Está desierta, sin hombres, y sin animales: es entregada en mano de Caldeos. 44 Heredades comprarán por dinero, y harán carta, y sellarla han, y harán testigos en tierra de Ben-jamín, y en los al derredores de Jerusalem, y en las ciudades de Judá, y en las ciudades de las montañas, y en las ciudades de los campos, y en las ciudades que están al mediodía; porque yo haré tornar su cautividad, dice Jehová. 33  1 Y fue palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aun preso en el patio de la guarda, diciendo: 2 Así dijo Jehová que la hace, Jehová que la forma para afirmarla, Jehová es su nombre: 3 Clama a mí, y responderte he, y enseñarte he cosas grandes y dificultosas que tú no sabes. 4 Porque así dijo Jehová Dios de Israel de las casas de esta ciudad, y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con trabucos y con espada: 5 Porque vinieron para pelear con los Caldeos, para henchirlas de cuerpos de hombres muertos, a los cuales yo herí con mi furor, y con mi ira; y porque escondí mi rostro de esta ciudad a causa de toda su malicia: 6 He aquí que yo le hago subir sanidad y medicina; y curarlos he, y revelarles he multitud de paz y de verdad. 7 Y haré volver la cautividad de Judá, y la cautividad de Israel, y edificarlos he como al principio. 8 Y limpiarlos he de toda su maldad con que pecaron contra mí, y perdonaré todos sus pecados con que pecaron contra mí, y con que rebelaron contra mí. 9 Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza, y de gloria entre todas las naciones de la tierra, que oyeron todo el bien que yo les hago; y temerán, y temblarán de todo el bien, y de toda la paz, que yo les haré. 10 Así dijo Jehová: Aun en este lugar, del cual decís que está desierto, sin hombres, y sin animales, se oirá en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalem, que están asoladas sin hombre, y sin morador, y sin animal, 11 Voz de gozo, y voz de alegría, voz de desposado, y voz de desposada, voz de los que digan: Confesád a Jehová de los ejércitos, porque es bueno Jehová, porque para siempre es su misericordia: de los que traigan alabanza a la casa de Jehová; porque tornaré a traer la cautividad de la tierra como al principio, dijo Jehová. 12 Así dijo Jehová de los ejércitos: Aun en este lugar desierto, sin hombre, y sin animal, y en todas sus ciudades, habrá cabaña de pastores que hagan tener majada a ganados. 13 En las ciudades de las montañas, en las ciudades de los campos, y en las ciudades que están al mediodía, y en tierra de Ben-jamín, y al rededor de Jerusalem, y en las ciudades de Judá aun pasarán ganados por las manos de los contadores, dijo Jehová. 14 He aquí que vienen días, dijo Jehová, en que yo confirmaré la palabra buena que he hablado a la casa de Israel, y a la casa de Judá. 15 En aquellos días, y en aquel tiempo haré producir a David Pimpollo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. 16 En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalem habitará seguramente, y esto será lo que la llamará: Jehová justicia nuestra. 17 Porque así dijo Jehová: No faltará a David varón que se asiente sobre el trono de la casa de Israel. 18 Y de los sacerdotes y Levitas: No faltará varón que delante de mi presencia ofrezca holocausto, y encienda presente, y que haga sacrificio todos los días. 19 Y fue palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 20 Así dijo Jehová: Si pudiereis invalidar mi concierto con el día, y mi concierto con la noche, para que no haya día ni noche a su tiempo: 21 Así se podrá invalidar mi concierto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono, y con los Levitas y sacerdotes mis ministros. 22 Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni la arena de la mar se puede medir, así multiplicaré la simiente de David mi siervo, y los Levitas que ministran a mí. 23 Y fue palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 24 ¿No has visto lo que habla este pueblo, diciendo: Dos familias que Jehová escogió ha desechado; y han tenido en poco mi pueblo hasta no tenerlos más por nación? 25 Así dijo Jehová: Si mi concierto no permaneciere con el día y la noche, y si yo no he puesto las leyes del cielo y de la tierra; 26 También desecharé la simiente de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su simiente quien sea señor sobre la simiente de Abraham, de Isaac, y de Jacob; porque haré volver su cautividad, y habré de ellos misericordia. 34  1 Palabra que fue a Jeremías de Jehová, (cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército, y todos los reinos de la tierra del señorío de su mano, y todos los pueblos, peleaban contra Jerusalem, y contra todas sus ciudades,) diciendo. 2 Así dijo Jehová Dios de Israel: Vé, y habla, a Sedecías, rey de Judá, y díle: Así dijo Jehová: He aquí que yo entrego esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y encenderla ha a fuego. 3 Y tú no escaparás de su mano, mas de cierto serás preso, y en su mano serás entregado, y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y su boca hablará a tu boca, y en Babilonia entrarás. 4 Con todo eso oye palabra de Jehová, Sedecías, rey de Judá: Así dijo Jehová de ti: No morirás a cuchillo: 5 En paz morirás, y conforme las quemas de tus padres, los reyes primeros, que fueron antes de ti, así quemarán por ti, y ¡Ay Señor! te endecharán; porque yo hablé palabra, dijo Jehová. 6 Y habló Jeremías profeta a Sedecías, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalem. 7 Y el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalem, y contra todas las ciudades de Judá que habían quedado, contra Laquis, y contra Azeca; porque de las ciudades fuertes de Judá estas habían quedado. 8 ¶ Palabra que fue a Jeremías de Jehová, después que Sedecías hizo concierto con todo el pueblo en Jerusalem, para denunciarles libertad: 9 Que cada uno dejase su siervo, y cada uno su sierva, Hebreo y Hebrea, libres, que ninguno usase de los Judíos sus hermanos como de siervos. 10 Y oyeron todos los príncipes, y todo el pueblo, que habían venido en el concierto, para dejar cada uno su siervo, y cada uno su sierva libres, que ninguno usase más de ellos como de siervos: oyeron, y dejáronlos. 11 Mas después se arrepintieron, y tornaron los siervos y las siervas que habían dejado libres, y sujetáronlos por siervos y por siervas. 12 Y fue palabra de Jehová a Jeremías de por Jehová, diciendo: 13 Así dice Jehová Dios de Israel: Yo hice concierto con vuestros padres el día que los saqué de tierra de Egipto, de casa de siervos, diciendo: 14 Al cabo de siete años dejaréis cada uno su hermano Hebreo, que te fuere vendido; y servirte ha seis años, y enviarle has de ti libre; y vuestros padres no me oyeron, ni abajaron su oreja. 15 Y os habíais convertido hoy, y habíais hecho lo recto delante de mis ojos, pregonando cada uno libertad a su prójimo, y habíais hecho concierto en mi presencia, en la casa sobre la cual es llamado mi nombre. 16 Y os tornasteis, y contaminasteis mi nombre, y tornasteis a tomar cada uno su siervo, y cada uno su sierva, que habíais dejado libres a su voluntad; y los sujetasteis para que os sean siervos, y siervas. 17 Por tanto así dijo Jehová: Vosotros no me oísteis a mí, para que pregonaseis libertad cada uno a su hermano, y cada uno a su compañero: he aquí que yo os pregono libertad, dijo Jehová, a espada, y a pestilencia, y a hambre; y poneros he por espanto a todos los reinos de la tierra. 18 Y entregaré a los hombres que traspasaron mi concierto, que no hicieron firmes las palabras del concierto que celebraron en mi presencia, con el becerro que partieron en dos partes, y pasaron por medio de sus partes; 19 A los príncipes de Judá, y a los príncipes de Jerusalem, a los de palacio, y a los sacerdotes, y a todo el pueblo de la tierra, que pasaron entre las partes del becerro: 20 Entregarlos he en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su alma; y sus cuerpos muertos serán para comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra. 21 Y a Sedecías, rey de Judá, y a sus príncipes, entregaré en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su alma, y en mano del ejército del rey de Babilonia, que se fueron de vosotros. 22 He aquí que yo mando, dijo Jehová, y hacerlos he volver a esta ciudad, y pelearán contra ella, y tomarla han, y encenderla han a fuego; y daré las ciudades de Judá en soledad, hasta no quedar morador. 35  1 Palabra que fue a Jeremías de Jehová en días de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, diciendo: 2 Vé a casa de los Recabitas, y habla con ellos, y mételos en la casa de Jehová, en una de las cámaras, y darles has a beber vino. 3 Y tomé a Jezonías, hijo de Jeremías, hijo de Habsanías, y a sus hermanos, y a todos sus hijos, y a toda la familia de los Recabitas: 4 Y metílos en la casa de Jehová, en la cámara de los hijos de Hanán, hijo de Igdalías, varón de Dios, la cual estaba junto a la cámara de los príncipes, que estaba sobre la cámara de Maasías, hijo de Sellum, guarda de los vasos. 5 Y puse delante de los hijos de la familia de los Recabitas tazas, y copas llenas de vino, y díjeles: Bebéd vino: 6 Y ellos dijeron: No beberemos vino, porque Jonadab, hijo de Recab, nuestro padre, nos mandó, diciendo: No beberéis vino, vosotros, ni vuestros hijos perpetuamente: 7 Ni edificaréis casa, ni sembraréis sementera, ni plantaréis viña, ni la tendréis: mas moraréis en tiendas todos vuestros días, para que viváis muchos días sobre la haz de la tierra, donde vosotros peregrináis. 8 Y nosotros obedecimos a la voz de Jonadab nuestro padre, hijo de Recab, en todas las cosas que nos mandó, para no beber vino en todos nuestros días, nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas: 9 Y para no edificar casas para nuestra morada, y para no tener viña, ni heredad, ni sementera: 10 Mas moramos en tiendas, y obedecimos, e hicimos conforme a todas las cosas que nos mandó Jonadab nuestro padre. 11 Y aconteció que cuando subió Nabucodonosor, rey de Babilonia, a la tierra, dijimos: Veníd, y entrémosnos en Jerusalem delante del ejército de los Caldeos, y delante del ejército de los de Siria; y nos quedamos en Jerusalem. 12 Y fue palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 13 Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vé, y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalem: ¿Nunca recibiréis castigo, obedeciendo a mis palabras, dijo Jehová? 14 Fue firme la palabra de Jonadab, hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; y yo os he hablado a vosotros, madrugando y hablando, y no me habéis oído. 15 Y envié a vosotros a todos mis siervos los profetas, madrugando y enviando, diciendo: Tornáos ahora, cada uno de su mal camino, y enmendád vuestras obras, y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y vivíd en la tierra que di a vosotros, y a vuestros padres; y nunca abajasteis vuestro oído, ni me oísteis. 16 Ciertamente los hijos de Jonadab, hijo de Recab, tuvieron por firme el mandamiento que su padre les mandó, y este pueblo no me obedeció a mí. 17 Por tanto así dijo Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo sobre Judá, y sobre todos los moradores de Jerusalem, todo el mal que hablé sobre ellos; porque les hablé, y no oyeron: los llamé, y no respondieron. 18 Y dijo Jeremías a la familia de los Recabitas: Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Porque obedecisteis al mandamiento de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos, e hicisteis conforme a todas las cosas que os mandó: 19 Por tanto así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No faltará varón de Jonadab, hijo de Recab, que esté en mi presencia todos los días. 36  1 Y aconteció en el cuarto año de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, que fue esta palabra a Jeremías de Jehová, diciendo: 2 Tómate un envoltorio de libro, y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta hoy: 3 Quizá oirá la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, para que se torne cada uno de su mal camino, y yo les perdone su maldad y su pecado. 4 Y llamó Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y escribió Baruc de la boca de Jeremías en un envoltorio de libro todas las palabras que Jehová le había hablado. 5 Y mandó Jeremías a Baruc, diciendo: Yo estoy preso: no puedo entrar a la casa de Jehová. 6 Entra tú pues, y lee de este envoltorio, que escribiste de mi boca, las palabras de Jehová, en oídos del pueblo, en la casa de Jehová el día del ayuno; y también en oídos de todo Judá, que vienen de sus ciudades, leerlas has. 7 Quizá caerá oración de ellos en la presencia de Jehová, y se tornarán cada uno de su mal camino; porque grande es el furor, y la ira que ha hablado Jehová contra este pueblo. 8 Y Baruc, hijo de Nerías, hizo conforme a todas las cosas que le mandó Jeremías profeta, leyendo en el libro las palabras de Jehová en la casa de Jehová. 9 Y aconteció en el año quinto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, que pregonaron ayuno en la presencia de Jehová a todo el pueblo de Jerusalem, y a todo el pueblo que venía de las ciudades de Judá a Jerusalem. 10 Y Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías en la casa de Jehová en la cámara de Gamarías, hijo de Safán, escriba, en el patio de arriba, a la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová, en oídos de todo el pueblo. 11 Y oyendo Miqueas, hijo de Gamarías, hijo de Safán, todas las palabras de Jehová del libro, 12 Descendió a la casa del rey a la cámara del escriba, y he aquí que todos los príncipes estaban allí sentados, Elisama escriba, y Dalaías, hijo de Semeías, y Elnatán, hijo de Acobor, y Gamarías, hijo de Safán, y Sedecías, hijo de Jananías, y todos los príncipes. 13 Y contóles Miqueas todas las palabras que había oído, leyendo Baruc en el libro en oídos del pueblo. 14 Y todos los príncipes enviaron a Jehudi, hijo de Natanías, hijo de Selemías, hijo de Cusi, para que dijese a Baruc: Toma el envoltorio en que leíste a oídos del pueblo, y ven acá. Y Baruc, hijo de Nerías, tomó el envoltorio en su mano, y vino a ellos. 15 Y dijéronle: Siéntate ahora, y léelo en nuestros oídos. Y leyó Baruc en sus oídos. 16 Y fue que como oyeron todas aquellas palabras, cada uno se volvió espantado a su compañero, y dijeron a Baruc: sin duda contaremos al rey todas estas palabras. 17 Y preguntaron al mismo Baruc, diciendo: Cuéntanos ahora como escribiste de su boca todas estas palabras. 18 Y Baruc les dijo: El me dictaba de su boca todas estas palabras, y yo escribía con tinta en el libro. 19 Y los príncipes dijeron a Baruc: Vé, y escóndete tú, y Jeremías, y nadie sepa donde estáis. 20 Y entraron al rey al patio habiendo depositado el envoltorio en la cámara de Elisama escriba, y contaron en los oídos del rey todas estas palabras. 21 Y el rey envió a Jehudi que tomase el envoltorio, el cual lo tomó de la cámara de Elisama escriba, y leyó en él Jehudi en oídos del rey, y en oídos de todos los príncipes que estaban junto al rey. 22 Y el rey estaba en la casa del invierno en el mes noveno, y había un brasero ardiendo delante de él. 23 Y fue que como Jehudi hubo leído tres versos o cuatro, lo rompió con un cuchillo de escribanía, y echólo en el fuego que estaba en el brasero, hasta que todo este envoltorio se consumió sobre el fuego que estaba en el brasero. 24 Y no hubieron temor, ni rompieron sus vestidos, el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas palabras. 25 Y aun Elnatán, y Dalaías, y Gamarías rogaron al rey que no quemase aquel envoltorio, y no los quiso oír. 26 Antes mandó el rey a Jeremeel, hijo de Amelec, y a Saraías, hijo de Ezriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, que prendiesen a Baruc el escribano, y a Jeremías profeta: mas Jehová los escondió. 27 Y fue palabra de Jehová a Jeremías después que el rey quemó el envoltorio, las palabras que Baruc había escrito de la boca de Jeremías, diciendo: 28 Vuelve, tómate otro envoltorio, y escribe en él todas las palabras primeras, que estaban en el primer envoltorio, que quemó Joacim, rey de Judá. 29 Y a Joacim, rey de Judá, dirás: Así dijo Jehová: Tú quemaste este envoltorio, diciendo: ¿Por qué escribiste en él, diciendo: De cierto vendrá el rey de Babilonia, y destruirá esta tierra, y hará que no queden en ella hombres ni animales? 30 Por tanto así dijo Jehová a Joacim, rey de Judá: No tendrá quien se asiente sobre el trono de David; y su cuerpo será echado al calor del día, y al hielo de la noche. 31 Y visitaré sobre él, y sobre su simiente, y sobre sus siervos, su maldad; y traeré sobre ellos, y sobre los moradores de Jerusalem, y sobre los varones de Judá, todo el mal que les he dicho; y no oyeron. 32 Y Jeremías tomó otro envoltorio, y diólo a Baruc, hijo de Nerías, escribano, y escribió en él de la boca de Jeremías todas las palabras del libro que quemó en el fuego Joacim, rey de Judá; y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes. 37  1 Y reinó el rey Sedecías, hijo de Josías, en lugar de Conías, hijo de Joacim, al cual Nabucodonosor, rey de Babilonia, había constituido por rey en la tierra de Judá. 2 Y no obedeció él, ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra a las palabras de Jehová, que dijo por el profeta Jeremías. 3 Envió pues el rey Sedecías a Jucal, hijo de Selemías, y a Sofonías, hijo de Maasías sacerdote, a Jeremías profeta, para que le dijesen: Ruega ahora por nosotros a Jehová nuestro Dios. 4 (Y Jeremías entraba y salía en medio del pueblo, porque no le habían puesto en la casa de la cárcel. 5 Y como el ejército de Faraón hubo salido de Egipto, y vino la fama de ellos a oídos de los Caldeos, que tenían cercada a Jerusalem, se partieron de Jerusalem.) 6 Entonces fue palabra de Jehová a Jeremías profeta, diciendo: 7 Así dijo Jehová Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá que os envió a mí, para que me preguntaseis: He aquí que el ejército de Faraón, que había salido en vuestro socorro, se volvió a su tierra en Egipto. 8 Y tornarán los Caldeos, y combatirán esta ciudad, y tomarla han, y meterla han a fuego. 9 Así dijo Jehová: No engañéis vuestras almas diciendo: Sin duda los Caldeos se han ido de nosotros; porque no se irán. 10 Porque aunque vosotros hirieseis todo el ejército de los Caldeos que pelean con vosotros, y quedasen de ellos hombres alanceados, cada uno se levantará de su tienda, y pondrán a fuego esta ciudad. 11 Y aconteció que como el ejército de los Caldeos se fue de Jerusalem a causa del ejército de Faraón, 12 Jeremías se salió de Jerusalem para irse a tierra de Ben-jamín, para escabullirse de allí, de en medio del pueblo. 13 Y cuando fue a la puerta de Ben-jamín, estaba allí un prepósito que se llamaba Jerías, hijo de Selemías, hijo de Jananías: este prendió a Jeremías profeta, diciendo: Tú te acuestas a los Caldeos. 14 Y Jeremías dijo: Es falso, no me acuesto a los Caldeos. Más él no le escuchó, antes prendió Jerías a Jeremías, y trájole delante de los príncipes. 15 Y los príncipes se airaron contra Jeremías, y azotáronle, y pusiéronle en la casa de la cárcel, en casa de Jonatán escriba; porque aquella habían hecho casa de cárcel. 16 Siendo pues entrado Jeremías en la casa de la mazmorra, y en las camarillas de la prisión, y habiendo estado allá Jeremías por muchos días, 17 ¶ El rey Sedecías envió, y le sacó; y preguntóle el rey escondidamente en su casa, y dijo: ¿Es palabra de Jehová? y Jeremías dijo: Es. Y dijo más: En mano del rey de Babilonia serás entregado. 18 Y dijo Jeremías al rey Sedecías: ¿En qué pequé contra ti, y contra tus siervos, y contra este pueblo, porque me pusieseis en la casa de la cárcel? 19 Y ¿adónde están vuestros profetas, que os profetizaban, diciendo: No vendrá el rey de Babilonia contra vosotros, ni contra esta tierra? 20 Ahora pues oye, ruego, mi señor el rey: Caiga ahora mi ruego delante de ti, y no me hagas volver en casa de Jonatán escriba, porque no me muera allí. 21 Y mandó el rey Sedecías, y depositaron a Jeremías en el patio de la guarda, haciéndole dar una torta de pan al día, de la plaza de los panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se gastase. Y quedó Jeremías en el patio de la guarda. 38  1 Y oyó Safacías, hijo de Matán, y Gedelías, hijo de Fasur, y Jucal hijo de Selemías, y Fasur, hijo de Melquías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo: 2 Así dijo Jehová: El que se quedare en esta ciudad morirá a cuchillo, a hambre, y a pestilencia: mas el que se saliere a los Caldeos vivirá, y su vida le será por despojo, y vivirá. 3 Así dijo Jehová: Entregando será entregada esta ciudad en mano del ejército del rey de Babilonia, y tomarla ha. 4 Y dijeron los príncipes al rey: Muera ahora este hombre; porque de esta manera desmaya las manos de los varones de guerra, que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, mas el mal. 5 Y dijo el rey Sedecías: Héle ahí: en vuestras manos está: que el rey no podrá contra vosotros nada. 6 Y ellos tomaron a Jeremías, e hiciéronle echar en la mazmorra de Melquías, hijo de Amelec, que estaba en el patio de la guarda; y metieron a Jeremías con sogas. Y en la mazmorra no había agua, si no cieno; y hundióse Jeremías en el cieno. 7 ¶ Y oyendo Ebed-melec Etiope, hombre eunuco que estaba en casa del rey, que habían puesto a Jeremías en la mazmorra, y estando sentado el rey a la puerta de Ben-jamín, 8 Ebed-melec salió de casa del rey, y habló al rey, diciendo: 9 Mi señor el rey, mal hicieron estos varones en todo lo que han hecho con Jeremías profeta, al cual hicieron echar en la mazmorra; porque allí se morirá de hambre; porque no hay más pan en la ciudad. 10 Y mandó el rey al mismo Ebed-melec Etiope, diciendo: Toma en tu poder treinta hombres de aquí, y haz sacar a Jeremías profeta de la mazmorra antes que muera. 11 Y tomó Ebed-melec en su poder hombres, y entró a la casa del rey al lugar debajo de la tesorería, y tomó de allí trapos viejos, traídos, y viejos, rotos, y echólos a Jeremías con sogas en la mazmorra. 12 Y dijo Ebed-melec Etiope a Jeremías: Pon ahora esos trapos viejos, traídos, y rotos, debajo de los sobacos de tus brazos debajo de las sogas. E hízolo así Jeremías. 13 Y sacaron a Jeremías con sogas, y subiéronle de la mazmorra; y quedó Jeremías en el patio de la guarda. 14 ¶ Y envió el rey Sedecías, e hizo traer a sí a Jeremías profeta a la tercera entrada que estaba en la casa de Jehová; y dijo el rey a Jeremías: Pregúntote una palabra: no me encubras ninguna cosa. 15 Y Jeremías dijo a Sedecías: ¿Si te lo denunciare, matando no me matarás? y si te diere consejo, no me escucharás. 16 Y juró el rey Sedecías en secreto a Jeremías, diciendo: Vive Jehová que nos hizo esta alma, que no te mataré, ni te entregaré en mano de estos varones que buscan tu alma. 17 Y dijo Jeremías a Sedecías: Así dijo Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel: Si saliendo salieres a los príncipes del rey de Babilonia, tu alma vivirá, y esta ciudad no será metida a fuego, y vivirás tú, y tu casa: 18 Mas si no salieres a los príncipes del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en mano de los Caldeos, y meterla han a fuego, y tú no escaparás de sus manos, 19 Y dijo el rey Sedecías a Jeremías: Témome a causa de los Judíos que se acostaron a los Caldeos, que no me entreguen en sus manos, y me escarnezcan. 20 Y dijo Jeremías: No te entregarán. Oye ahora la voz de Jehová que yo te hablo, y habrás bien, y vivirá tu alma. 21 Y si no quisieres salir, esta es la palabra que me ha mostrado Jehová: 22 Y he aquí que todas las mujeres que han quedado en casa del rey de Judá, son sacadas a los príncipes del rey de Babilonia; y ellas mismas dirán: Engañáronte, y pudieron más que tú tus amigos: atollaron en el cieno tus pies, volviéronse atrás. 23 Y a todas tus mujeres y tus hijos sacarán a los Caldeos, y tú también no escaparas de sus manos: mas por mano del rey de Babilonia serás preso, y a esta ciudad quemarás a fuego. 24 Y dijo Sedecías a Jeremías: Nadie sepa estas palabras, y no morirás. 25 Y si los príncipes oyeren, que yo he hablado contigo, y vinieren a ti, y te dijeren: Decláranos ahora qué hablaste con el rey: no nos lo encubras, y no te mataremos; y qué te dijo el rey: 26 Decirles has: Supliqué al rey que no me hiciese tornar en casa de Jonatán, porque no me muriese allí. 27 Y vinieron todos los príncipes a Jeremías, y preguntáronle; y él les respondió conforme a todo lo que el rey le había mandado; y dejáronse de él, porque no fue oído el negocio. 28 Y Jeremías quedó en el patio de la guarda hasta el día que fue tomada Jerusalem; y allí estaba cuando fue tomada Jerusalem. 39  1 En el noveno año de Sedecías, rey de Judá, en el mes décimo, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalem, y cercáronla. 2 Y en el undécimo año de Sedecías, en el mes cuarto, a los nueve del mes, fue rota la ciudad: 3 Y entraron todos los príncipes del rey de Babilonia, y asentaron a la puerta del medio, Nergal-sarezer, Samgar-nebo, Sarsequim, Rabsares, Nergal-sarezer, Rabmag, y todos los demás príncipes del rey de Babilonia. 4 Y fue, que viéndolos Sedecías, rey de Judá, y todos los varones de guerra, huyeron; y saliéronse de noche de la ciudad por el camino de la huerta del rey, por la puerta de entre los dos muros; y salió por el camino del desierto. 5 Mas el ejército de los Caldeos los siguió, y alcanzaron a Sedecías en los llanos de Jericó; y tomáronle, e hiciéronle subir a Nabucodonosor, rey de Babilonia, en Reblata, en tierra de Emat, y le sentenció. 6 Y degolló el rey de Babilonia los hijos de Sedecías en su presencia en Reblata, y a todos los nobles de Judá degolló el rey de Babilonia. 7 Y sacó los ojos al rey Sedecías, y aprisionóle en grillos para llevarle a Babilonia. 8 Y los Caldeos pusieron a fuego la casa del rey, y las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalem. 9 Y la resta del pueblo que había quedado en la ciudad, y los que se habían acostado a él, y todo el resto del pueblo que había quedado, traspasó Nabuzardán, capitán de la guarda, en Babilonia. 10 Y del vulgo de los pobres que no tenían nada, hizo quedar Nabuzardán, capitán de la guarda, en tierra de Judá; y dióles entonces viñas y heredades. 11 ¶ Y Nabucodonosor había mandado acerca de Jeremías por Nabuzardán, capitán de la guarda, diciendo: 12 Tómale, y pon sobre él tus ojos, y no le hagas mal ninguno, antes harás con él como él te dijere. 13 Y envió Nabuzardán, capitán de la guarda, y Nabusezbaz, Rabsares, y Neregel, y Sereser, y Rabmag, y todos los príncipes del rey de Babilonia. 14 Y enviaron, y tomaron a Jeremías del patio de la guarda, y entregáronle a Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, para que le sacase a casa; y vivió entre el pueblo. 15 ¶ Y había sido palabra de Jehová a Jeremías, estando preso en el patio de la guarda, diciendo: 16 Vé, y habla a Ebed-melec Etiope, diciendo: Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo mis palabras sobre esta ciudad para mal, y no para bien; y serán en tu presencia aquel día. 17 Y en aquel día yo te libraré, dijo Jehová, y no serás entregado en mano de aquellos de quien tú tienes temor; porque escapando te escaparé, y no caerás a espada, y tu vida te será por despojo, porque tuviste confianza en mí, dijo Jehová. 40  1 Palabra que fue a Jeremías de Jehová después que Nabuzardán, capitán de la guarda, le envió desde Rama, cuando le tomó que estaba preso con esposas entre toda la transmigración de Jerusalem, y de Judá, que iban cautivos a Babilonia. 2 Y el capitán de la guarda tomó a Jeremías, y díjole: Jehová tu Dios habló este mal contra este lugar; 3 Y trájolo, e hizo Jehová según que había dicho; porque pecasteis contra Jehová, y no oísteis su voz, por tanto os ha venido esto. 4 Y ahora yo te he soltado hoy de las esposas que tenías en tus manos: si te está bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo pondré mis ojos sobre ti. Y si no te está bien venir conmigo a Babilonia, déjalo. Mira, toda la tierra está delante de ti; a lo que mejor y más cómodo te pareciere ir, vé. 5 Y aun él no había respondido que se volvería, cuando él le dijo: Vuélvete a Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, al cual el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Judá, y vive con él en medio del pueblo, o adonde te pareciere más cómodo de ir, vé. Y dióle el capitán de la guarda presentes y dones, y le envió. 6 Y vino Jeremías a Godolías, hijo de Ahicam, a Maspat, y moró con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra. 7 Y todos los príncipes del ejército que estaban por el campo, ellos y sus hombres, oyeron como el rey de Babilonia había puesto a Godolías, hijo de Ahicam, sobre la tierra, y que le había encomendado los hombres, y las mujeres, y los niños, y los pobres de la tierra, los que no fueron traspasados en Babilonia. 8 Y vinieron a Godolías en Maspat, es a saber, Ismael, hijo de Natanías, y Johanán, y Jonatán, hijos de Carée, y Sareas, hijo de Taneumet, y los hijos de Ofi, Netofatita, y Jezonías, hijo de Maacati, ellos y sus hombres. 9 Y juróles Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, a ellos y a sus hombres, diciendo: No tengáis temor de servir a los Caldeos: habitád en la tierra, y servíd al rey de Babilonia, y habréis bien. 10 Y veis aquí que yo habito en Maspat para estar delante de los Caldeos que vendrán a nosotros; y vosotros cogéd el vino, y el pan, y el aceite, y ponédlo en vuestros almacenes, y quedáos en vuestras ciudades que habéis tomado. 11 Y asimismo todos los Judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Ammón, y en Edom, y los que estaban en todas las tierras, oyeron decir como el rey de Babilonia había concedido resto de Judá, que había puesto sobre ellos a Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán. 12 Y tornáronse todos los Judíos de todas las partes adonde habían sido echados, y vinieron en tierra de Judá a Godolías en Maspat, y cogieron vino y muy mucho pan. 13 Y Johanán, hijo de Carée, y todos los príncipes de los ejércitos que estaban en el campo, vinieron a Godolías en Maspat. 14 ¶ Y dijéronle: ¿No sabes de cierto como Baalis, rey de los hijos de Ammón, ha enviado a Ismael, hijo de Natanías para matarte? Mas Godolías, hijo de Ahicam, no los creyó. 15 Y Johanán hijo de Carée, habló a Godolías en secreto en Maspat, diciendo: Yo iré ahora, y heriré a Ismael, hijo de Natanías, y hombre no lo sabrá; ¿por qué te ha de matar, y todos los Judíos que se han recogido a ti se derramarán, y perecerá la resta de Judá? 16 Y Godolías, hijo de Ahicam, dijo a Johanán, hijo de Carée: No hagas esto; porque falso es lo que tú dices de Ismael. 41  1 Y aconteció en el mes séptimo que vino Ismael, hijo de Natanías, hijo de Elisama, de la simiente real, y algunos príncipes del rey, y diez hombres con él, a Godolías, hijo de Ahicam, en Maspat, y comieron allí pan juntos en Maspat. 2 Y levantóse Ismael, hijo de Natanías, y los diez hombres que estaban con él, e hirieron a cuchillo a Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, al cual había puesto el rey de Babilonia sobre la tierra, y le mató. 3 Asimismo, hirió Ismael a todos los Judíos que estaban con él, con Godolías, en Maspat, y a los soldados Caldeos que se hallaron allí. 4 Y fue que un día después que mató a Godolías, y no lo supo hombre, 5 Vinieron hombres de Siquem, y de Silo, y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba, y rotas las ropas, y arañados; y traían en sus manos presente y perfume para llevar en la casa de Jehová. 6 Y salióles al encuentro de Maspat Ismael, hijo de Natanías, yendo andando y llorando; y aconteció que como los encontró, les dijo: Veníd a Godolías, hijo de Ahicam, 7 Y fue que cuando vinieron en medio de la ciudad, Ismael, hijo de Natanías, los degolló, y los echó en medio de un algibe, él y los varones que estaban con él. 8 Y fueron hallados diez hombres entre ellos que dijeron a Ismael: No nos mates, porque tenemos en el campo tesoros de trigos, y cebadas, y aceite, y miel; y los dejó, y no los mató entre sus hermanos. 9 Y el algibe en que echó Ismael todos los cuerpos de los varones que hirió por causa de Godolías, era el mismo que había hecho el rey Asa por causa de Baasa, rey de Israel: este hinchió de muertos Ismael, hijo de Natanías. 10 Y llevó cautivo Ismael a todo el resto del pueblo que estaba en Maspat, las hijas del rey, y a todo el pueblo que había quedado en Maspat, que Nabuzardán, capitán de la guarda, había encargado a Godolías, hijo de Ahicam, y llevólos cautivos Ismael, hijo de Natanías, y fuése para pasarse a los hijos de Ammón. 11 ¶ Y oyó Johanán, hijo de Carée, y todos los príncipes de los ejércitos que estaban con él, todo el mal que hizo Ismael, hijo de Natanías. 12 Y tomaron todos los varones, y fueron para pelear con Ismael, hijo de Natanías, y halláronle junto a aguas muchas que es en Gabaón. 13 Y aconteció que como todo el pueblo que estaba con Ismael oyó a Johanán, hijo de Carée, y a todos los príncipes de los ejércitos que venían con él, se alegraron. 14 Y todo el pueblo que Ismael había traído cautivo de Maspat, tornáronse, y volvieron, y fuéronse a Johanán, hijo de Carée. 15 Mas Ismael, hijo de Natanías, se escapó delante de Johanán con ocho varones, y fuése a los hijos de Ammón. 16 Y Johanán, hijo de Carée, y todos los príncipes de los ejércitos que con él estaban, tomaron todo el resto del pueblo que habían tornado de Ismael, hijo de Natanías, de Maspat, después que hirió a Godolías, hijo de Ahicam, hombres de guerra, y mujeres, y niños, y los eunucos que él había tornado de Gabaón. 17 Y fueron, y habitaron, en Gerut-quimjam, que es cerca de Belén, para partirse, y meterse en Egipto, 18 Por causa de los Caldeos; porque temían a causa de ellos, por haber herido Ismael, hijo de Natanías, a Godolías, hijo de Ahicam, al cual el rey de Babilonia había puesto sobre la tierra. 42  1 Y vinieron todos los príncipes de los ejércitos, y Johanán, hijo de Carée, y Jezonías, hijo de Osaías, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor. 2 Y dijeron a Jeremías profeta: Caiga ahora nuestro ruego delante de ti, y ruega por nosotros a Jehová tu Dios por todo este resto; porque habemos quedado unos pocos de muchos, como tus ojos nos ven: 3 Para que Jehová tu Dios nos enseñe camino por donde vamos, y lo que hemos de hacer. 4 Y Jeremías profeta les dijo: Ya he oído: he aquí oro a Jehová vuestro Dios como habéis dicho; y será que todo lo que Jehová os respondiere; os enseñaré: no os dejaré palabra. 5 Y ellos dijeron a Jeremías: Jehová sea entre nosotros testigo de la verdad y de la lealtad, si no hiciéremos conforme a todo aquello para lo cual Jehová tu Dios te enviare a nosotros. 6 Ora sea bueno, ora malo, a la voz de Jehová nuestro Dios, al cual te enviamos, obedeceremos; porque obedeciendo a la voz de Jehová nuestro Dios, hayamos bien. 7 Y aconteció que a cabo de diez días fue palabra de Jehová a Jeremías. 8 Y llamó a Johanán, hijo de Carée, y a todos los príncipes de los ejércitos que estaban con él, y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor, 9 Y díjoles: Así dijo Jehová Dios de Israel al cual me enviasteis para que hiciese caer vuestros ruegos en su presencia: 10 Si quedando os quedareis en esta tierra, edificaros he, y no os destruiré: plantaros he, y no arrancaré; porque arrepentido estoy del mal que os he hecho. 11 No temáis de la presencia del rey de Babilonia, de cuya presencia tenéis temor: no temáis de su presencia, dijo Jehová, porque con vosotros estoy yo para salvaros, y libraros de su mano. 12 Y daros he misericordias, y habrá misericordia de vosotros, y haceros ha morar en vuestra tierra. 13 Y si dijereis: No moraremos en esta tierra, no obedeciendo a la voz de Jehová vuestro Dios, 14 Diciendo: No: antes nos entraremos en tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni tendremos hambre de pan; y allá moraremos: 15 Ahora, pues, por tanto oíd palabra de Jehová, residuos de Judá: Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel; Si vosotros volviereis vuestros rostros para entrar en Egipto, y entrareis para peregrinar allá: 16 Será que la espada que teméis, allá en tierra de Egipto os comprenderá; y la hambre de que tenéis temor, allá en Egipto se os pegará; y allá moriréis. 17 Y será que todos los varones que tornaren sus rostros para entrarse en Egipto para peregrinar allá, morirán a espada, a hambre, y a pestilencia: ni habrá de ellos quien quede vivo, ni quien escape delante del mal que yo traigo sobre ellos. 18 Porque así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Como se derramó mi enojo y mi ira sobre los moradores de Jerusalem, así se derramará mi ira sobre vosotros, cuando entrareis en Egipto; y seréis por juramento, y por espanto, y por maldición, y por afrenta, y no veréis más este lugar. 19 Jehová habló sobre vosotros, o! residuos de Judá: No entréis en Egipto: sabiendo sabéd que os aviso hoy. 20 ¿Por qué hicisteis errar vuestras almas? Porque vosotros me enviasteis a Jehová vuestro Dios, diciendo: Ora por nosotros a Jehová nuestro Dios, y conforme a todas las cosas que Jehová nuestro Dios dijere, así nos lo haz saber, y hacerlo hemos. 21 Y héoslo denunciado hoy, y no obedecisteis a la voz de Jehová vuestro Dios, ni a todas las cosas por las cuales me envió a vosotros. 22 Ahora pues, sabiendo sabéd que a espada, y a hambre, y a pestilencia moriréis en el lugar donde deseasteis entrar para peregrinar allá. 43  1 Y aconteció que como Jeremías acabó de hablar a todo el pueblo todas las palabras de Jehová Dios de ellos, por las cuales Jehová Dios de ellos le había enviado a ellos, es a saber, todas estas palabras: 2 Dijo Azarías, hijo de Osaías, y Johanán, hijo de Carée, y todos los varones soberbios, dijeron a Jeremías: Mentira dices: No te envió Jehová nuestro Dios para decir: No entréis en Egipto para peregrinar allá. 3 Mas Baruc, hijo de Nerías, te incita contra nosotros, para entregarnos en mano de los Caldeos, para matarnos, y para hacernos traspasar en Babilonia. 4 Y no oyó Johanán, hijo de Carée, y todos los príncipes de los ejércitos, y todo el pueblo, a la voz de Jehová para quedarse en tierra de Judá. 5 Y tomó Johanán, hijo de Carée, y todos los príncipes de los ejércitos, a todo el resto de Judá, que habían vuelto de todas las naciones adonde habían sido echados para morar en tierra de Judá; 6 Hombres, y mujeres, y niños, y las hijas del rey, y toda alma que había dejado Nabuzardán, capitán de la guarda, con Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, y a Jeremías profeta, y a Baruc, hijo de Nerías. 7 Y vinieron a tierra de Egipto; porque no oyeron la voz de Jehová, y vinieron hasta Tafnes. 8 ¶ Y fue palabra de Jehová a Jeremías en Tafnes, diciendo: 9 Toma con tu mano piedras grandes, y cúbrelas de barro en un horno de ladrillos que está a la puerta de la casa de Faraón en Tafnes, a vista de hombres Judíos; 10 Y díles: Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo envió, y tomaré a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y pondré su trono sobre estas piedras que escondí; y tenderá su tienda rica sobre ellas. 11 Y vendrá, y herirá la tierra de Egipto, los que a muerte a muerte, y los que a cautiverio a cautiverio, y los que a cuchillo a cuchillo. 12 Y pondré fuego a las casas de los dioses de Egipto, y quemarlas ha, y a ellos llevará cautivos; y él se vestirá la tierra de Egipto, como el pastor se viste su capa, y saldrá de allá en paz. 13 Y quebrará las estatuas de Bet-semes, que es en tierra de Egipto, y las casas de los dioses de Egipto quemará a fuego. 44  1 Palabra que fue a Jeremías acerca de todos los Judíos que moraban en la tierra de Egipto, que moraban en Magdad, y en Tafnes, y en Nof, y en tierra de Fatures, diciendo: 2 Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros, habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalem, y sobre todas las ciudades de Judá; y he aquí que ellas están el día de hoy asoladas, ni hay en ellas morador, 3 A causa de la maldad de ellos que hicieron, para hacerme enojar, yendo a ofrecer sahumerios, honrando dioses ajenos, que ellos no conocieron, vosotros ni vuestros padres. 4 Y envié a vosotros a todos mis siervos profetas, madrugando y enviando, y diciendo: No hagáis ahora esta cosa abominable que yo aborrezco. 5 Y no oyeron, ni abajaron su oído para convertirse de su maldad, para no ofrecer sahumerios a dioses ajenos. 6 Y derramóse mi saña y mi furor, y encendióse en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalem, y tornáronse en soledad, y en destrucción, como parece hoy. 7 Ahora pues, así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vuestras almas para ser talados, varón y mujer, niño y mamante de en medio de Judá, para que no os dejéis residuos; 8 Para hacerme enojar por las obras de vuestras manos, ofreciendo sahumerios a dioses ajenos en la tierra de Egipto, a donde habéis entrado para morar, para que os acabéis, y seáis por maldición, y por vergüenza a todas las naciones de la tierra? 9 ¿Habéis os olvidado de las maldades de vuestros padres, y de las maldades de los reyes de Judá, y de las maldades de sus mujeres, y de vuestras maldades, y de las maldades de vuestras mujeres que hicieron en tierra de Judá, y en las calles de Jerusalem? 10 No se han quebrantado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley, ni en mis derechos que di delante de vosotros, y delante de vuestros padres. 11 Por tanto así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo pongo mi rostro en vosotros para mal, y para acabar a todo Judá. 12 Y tomaré al resto de Judá que pusieron sus rostros para entrar en tierra de Egipto para morar allá, y todos serán consumidos en tierra de Egipto: caerán a cuchillo, serán consumidos de hambre, desde el más pequeño hasta el mayor: a cuchillo y a hambre morirán, y serán por juramento, y por espanto, y por maldición, y por afrenta. 13 Y visitaré a los que moran en tierra de Egipto, como visité a Jerusalem, con espada, y con hambre, y con pestilencia. 14 Y no habrá quien escape, ni quien quede vivo del resto de Judá, que entraron en tierra de Egipto para morar allá, para volver a la tierra de Judá, por la cual ellos suspiran por volver para habitar allá; porque no volverán, si no los que escaparen. 15 ¶ Y respondieron al mismo Jeremías todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido sahumerios a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una grande compañía, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto en Patures, diciendo: 16 La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no oímos de ti: 17 Antes haremos de hecho toda palabra que ha salido de nuestra boca para ofrecer sahumerios a la reina del cielo, y derramándole derramaduras como habemos hecho nosotros, y nuestros padres, nuestros reyes, y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá, y en las plazas de Jerusalem, y fuimos hartos de pan, y fuimos alegres, y nunca vimos mal. 18 Mas desde que cesamos de ofrecer sahumerios a la reina del cielo, y de derramarle derramaduras, nos falta todo, y a cuchillo, y a hambre somos consumidos. 19 Y cuando nosotros ofrecimos sahumerios a la reina del cielo, y le derramamos derramaduras, ¿hicímosle sin nuestros maridos tortas para alegrarla, y derramámosle derramaduras? 20 Y habló Jeremías a todo el pueblo a los hombres, y a las mujeres, y a toda la plebe que le habían respondido esto, diciendo: 21 ¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el sahumerio que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en las plazas de Jerusalem, vosotros, y vuestros padres, vuestros reyes, y vuestros príncipes, y el pueblo de la tierra? 22 Y no pudo sufrir más Jehová a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho: por tanto vuestra tierra fue en asolamiento, y en espanto, y en maldición, hasta no quedar morador, como parece hoy. 23 Porque ofrecisteis sahumerios, y pecasteis contra Jehová, y no oísteis la voz de Jehová, ni anduvisteis en su ley, ni en sus derechos, ni en sus testimonios: por tanto ha venido sobre vosotros este mal, como parece hoy. 24 Y dijo Jeremías a todo el pueblo, y a todas las mujeres: Oíd palabra de Jehová, todo Judá, los que estáis en tierra de Egipto. 25 Así habló Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Vosotros, y vuestras mujeres hablasteis con vuestra boca, y cumplísteislo con vuestras manos, diciendo: Haremos de hecho nuestros votos que votamos de ofrecer sahumerios a la reina del cielo, y de derramarle derramaduras: confirmando confirmáis vuestros votos, y haciendo hacéis vuestros votos. 26 Por tanto oíd palabra de Jehová, todo Judá los que habitáis en tierra de Egipto: He aquí que yo juré por mi grande nombre, dijo Jehová, que mi nombre no será más invocado en la boca de ningún varón Judío, que diga, Vive el Señor Jehová, en toda la tierra de Egipto. 27 He aquí que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los varones de Judá que están en tierra de Egipto, serán consumidos a cuchillo, y a hambre, hasta que sean consumidos. 28 Y los que escaparen del cuchillo, volverán de tierra de Egipto a tierra de Judá, pocos hombres, para que sepan todos los residuos de Judá, que han entrado en Egipto para morar allí, la palabra de quien ha de permanecer, la mía, o la suya. 29 Y esto tendréis por señal, dice Jehová, de que os visito en este lugar, para que sepáis que permaneciendo permanecerán mis palabras para mal sobre vosotros. 30 Así dijo Jehová: He aquí que yo entrego a Faraon-hofra, rey de Egipto, en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su alma; como entregué a Sedecías, rey de Judá, en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo, y que buscaba su alma. 45  1 Palabra que habló Jeremías profeta a Baruc, hijo de Nerías, cuando escribía en el libro estas palabras de la boca de Jeremías, el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, diciendo: 2 Así dijo Jehová Dios de Israel a ti, Baruc: 3 Dijiste: ¡Ay de mi ahora! porque me ha añadido Jehová tristeza sobre mi dolor: trabajé con mi gemido, y no he hallado descanso. 4 Decirle has así: Así dijo Jehová: He aquí que yo destruyo los que edifiqué, y arranco los que planté, y toda esta tierra. 5 ¿Y tú buscas para ti grandezas? No busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, dijo Jehová, y a ti darte he tu vida por despojo en todos los lugares donde fueres. 46  1 Palabra que fue a Jeremías profeta de Jehová contra las gentes. 2 A Egipto: contra el ejército de Faraon-necao, rey de Egipto, que estaba cerca del río Éufrates en Carcamis, al cual hirió Nabucodonosor, rey de Babilonia, el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá. 3 Aparejád escudo y pavés, y veníd a la guerra. 4 Uncíd caballos, y subíd los caballeros, y ponéos con capacetes: limpiád las lanzas, vestíos de lorigas. 5 ¿Por qué los ví medrosos, tornando atrás? y sus valientes fueron deshechos, y huyeron a más huir sin volver a mirar atrás: miedo de todas partes, dijo Jehová. 6 No huya el ligero, ni escape el valiente: al aquilón junto a la ribera del Éufrates tropezaron, y cayeron. 7 ¿Quién es este, que como río sube, y cuyas aguas se mueven como ríos? 8 Egipto como río se hincha, y las aguas se mueven como ríos, y dijo: Subiré cubriré la tierra, destruiré la ciudad, y los que en ella moran. 9 Subíd caballos, y alboratáos carros, y salgan los valientes: los Etiopes, y los de Libia que toman escudo, y los de Lidia que toman y entesan arco. 10 Mas ese día será a Jehová Dios de los ejércitos día de venganza, para vengarse, de sus enemigos; y la espada tragará, y se hartará, y se embriagará de la sangre de ellos; porque matanza será a Jehová Dios de los ejércitos en tierra del aquilón al río Éufrates. 11 Sube a Galaad, y toma bálsamo, virgen hija de Egipto: por demás multiplicarás medicinas: no hay cura para ti. 12 Las naciones oyeron tu vergüenza, y tu clamor hinchió la tierra; porque fuerte se encontró con fuerte, y cayeron ambos juntos. 13 ¶ Palabra que habló Jehová a Jeremías profeta acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para herir la tierra de Egipto. 14 Denunciád en Egipto, y hacéd saber en Magdalo: hacéd saber también en Mémfis, y en Tafnes, decíd: Está quedo, y aparéjate; porque espada ha de tragar tu comarca. 15 ¿Por qué ha sido derribado tu fuerte? no se pudo tener, porque Jehová le rempujó. 16 Multiplicó los caídos: cada uno también cayó sobre su compañero, y dijeron: Levántate, y volvámonos a nuestro pueblo, y a la tierra de nuestro nacimiento, de delante de la espada vencedora. 17 Clamaron allí, Faraón, rey de Egipto, rey de revuelta: dejó pasar el tiempo señalado. 18 Vivo yo, dice el Rey, Jehová de los ejércitos es su nombre, que como Tabor entre los montes, y como Carmelo en la mar, así vendrá. 19 Hazte vasos de transmigración, moradora hija de Egipto; porque Mémfis será por yermo, y será asolada hasta no quedar morador. 20 Becerra hermosa Egipto: destrucción del aquilón viene, viene. 21 Sus soldados también en medio de ella como becerros engordados: que también ellos se volvieron, huyeron todos sin pararse; porque el día de su quebrantamiento vino sobre ellos, el tiempo de su visitación. 22 Su voz irá como de serpiente; porque con ejército vendrán, y con hachas vienen a ella como cortadores de leña. 23 Cortaron su monte, dice Jehová, porque no podrán ser contados; porque serán más que langostas, ni tendrán número. 24 Avergonzóse la hija de Egipto: será entregada en mano del pueblo del aquilón. 25 Dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo visito al pueblo de Alejandría, y a Faraón, y a Egipto, y a sus dioses, y a sus reyes; y a Faraón, y a los que en él confían. 26 Y entregarlos he en mano de los que buscan su alma, y en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en mano de sus siervos; y después será habitada como en los días pasados, dijo Jehová. 27 ¶ Y tú no temas, siervo mío Jacob, y no desmayes Israel; porque he aquí que yo te salvo de lejos, y a tu simiente de la tierra de su cautividad. Y volverá Jacob, y descansará, y será prosperado, y no habrá quien le espante. 28 Tú, mi siervo Jacob, no temas, dice Jehová, porque contigo soy yo; porque haré consumación en todas las naciones a las cuales te echaré: mas en ti no haré consumación: mas castigarte he con juicio, y talando no te talaré. 47  1 Palabra de Jehová que fue a Jeremías profeta acerca de los Palestinos, antes que Faraón hiriese a Gaza. 2 Así dijo Jehová: He aquí que suben aguas de la parte del aquilón, y tornarse han en arroyo, y alagarán la tierra, y su plenitud, ciudades y moradores de ellas; y los hombres clamarán, y todo morador de la tierra aullará, 3 Por el sonido de las uñas de sus fuertes caballos, por el alboroto de sus carros, por el estruendo de sus ruedas: los padres no miraron a los hijos por la flaqueza de las manos: 4 Por el día que viene para destrucción de todos los Palestinos, para talar a Tiro, y a Sidón, a todo ayudador que quedó vivo; porque Jehová destruye a los Palestinos, al resto de la isla de Capadocia. 5 Sobre Gaza vino mesadura, Ascalón fue cortada, y el resto de su valle: ¿hasta cuándo te arañarás? 6 O! cuchillo de Jehová, ¿hasta cuándo no reposarás? Métete en tu vaina, reposa, y calla. 7 ¿Cómo reposarás? porque Jehová le ha enviado en Ascalón, y a la ribera de la mar, allí le puso. 48  1 De Moab: Así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¡Ay de Nebo! que fue destruida, fue avergonzada: Cariataim fue tomada: fue confusa Misgab, y desmayó. 2 No se alabará ya más Moab: de Jesebón pensaron mal: Veníd, y quitémosla de entre las naciones. También tú, Madmén, serás cortada, espada irá tras ti. 3 Voz de clamor de Oronaim: destrucción, y gran quebrantamiento. 4 Moab fue quebrantada: hicieron que se oyese el clamor de sus pequeños. 5 Porque a la subida de Luit con lloro subirá el que llora; porque a la descendida de Oronaim los enemigos oyeron clamor de quebranto: 6 Huid, escapád vuestra vida, y sean como retama en el desierto. 7 Porque por cuanto confiaste en tus haciendas, y en tus tesoros, tú también serás tomada; y Camos saldrá en cautiverio, los sacerdotes, y sus príncipes juntamente. 8 Y vendrá destruidor a cada una de las ciudades, y ninguna ciudad escapará; y perderse ha el valle, y destruirse ha la campiña, como dijo Jehová. 9 Dad alas a Moab, para que volando vuele; y sus ciudades serán desiertas hasta no quedar en ellas morador. 10 Maldito el que hiciere engañosamente la obra de Jehová; y maldito el que detuviere su espada de la sangre. 11 Quieto estuvo Moab desde su mocedad, y él ha estado reposado sobre sus heces, ni fue trasegado de vaso en vaso, ni nunca fue en cautividad: por tanto quedó su sabor en él, y su olor no se ha trocado. 12 Por tanto, he aquí que vienen días, dijo Jehová, en que yo le enviaré trasportadores que le harán trasportar; y vaciarán sus vasos, y romperán sus odres. 13 Y Moab se avergonzará de Camos, de la manera que la casa de Israel se avergonzó de Bet-el su confianza. 14 ¿Cómo diréis: Valientes somos, y robustos hombres para la guerra? 15 Destruido fue Moab, y sus ciudades asoló; y sus escogidos mancebos descendieron al degolladero, dijo el rey, Jehová de los ejércitos es su nombre. 16 Cercano está el quebrantamiento de Moab para venir; y su mal se apresura mucho. 17 Compadecéos de él todos los que estáis al derredor de él: y todos los que sabéis su nombre, decíd: ¡Cómo se quebró la vara de fortaleza, el báculo de hermosura! 18 Desciende de la gloria, siéntate en seco, moradora hija de Dibón; porque el destruidor de Moab subió contra ti, disipó tus fortalezas. 19 Párate en el camino, y mira, o! moradora de Aroer: pregunta a la que va huyendo, y a la que escapó; Díle: ¿Qué ha acontecido? 20 Avergonzóse Moab, porque fue quebrantado: aullád, y clamád: denunciád en Arnón que Moab es destruido, 21 Y que vino juicio sobre la tierra de la campiña; sobre Jelón, y sobre Jasa, y sobre Mefaat, 22 Y sobre Dibón, y sobre Nebo, y sobre Bet-diblataim, 23 Y sobre Cariataim, y sobre Bet-gamul, y sobre Bet-maón, 24 Y sobre Cariot, y sobre Bosra, y sobre todas las ciudades de tierra de Moab, las de lejos, y las de cerca. 25 Cortado es el cuerno de Moab, y su brazo quebrantado, dijo Jehová. 26 Embriagádle, porque contra Jehová se engrandeció; y revuélquese Moab sobre su vómito, y sea por escarnio también él. 27 ¿Y no te fue a ti Israel por escarnio, como si le tomaran entre ladrones? porque desde que hablaste de él te has movido. 28 Desamparád las ciudades, y habitád en peñascos, o! moradores de Moab; y sed como la paloma que hace nido detrás de la boca de la caverna. 29 Oído hemos la soberbia de Moab, que es muy soberbio: su hinchazón, y su soberbia, y su altivez, la altura de su corazón. 30 Yo conozco, dice Jehová, su ira, y sin verdad, sus mentiras, no harán así. 31 Por tanto yo aullaré sobre Moab, y sobre todo Moab haré clamor, y sobre los varones de Cireres gemiré. 32 Con lloro de Jazer lloraré por ti, o! vid de Sabama: tus ramos pasaron la mar, hasta la mar de Jazer llegaron: sobre tu agosto, y sobre tu vendimia vino destruidor. 33 Y será cortada la alegría, y el regocijo de los campos labrados, y de la tierra de Moab; y haré cesar el vino de los lagares, no pisarán con canción: la canción, no será canción. 34 El clamor, desde Jesebón hasta Eleale: hasta Jasa dieron su voz: desde Segor hasta Oronaim, becerra de tres años; porque también las aguas de Nimrim serán destruidas. 35 Y haré cesar de Moab, dice Jehová, quién sacrifique en altar, y quien ofrezca sahumerio a sus dioses. 36 Por tanto mi corazón, por causa de Moab, resonará como flautas; y mi corazón, por causa de los varones de Cireres, resonará como flautas; porque las riquezas que hizo, perecieron. 37 Porque en toda cabeza habrá calva, y toda barba será menoscabada; y sobre todas manos rasguños, y sacos sobre todos lomos. 38 Sobre todas las techumbres de Moab, y en sus calles, todo él será llanto; porque yo quebranté a Moab como a vaso que no agrada, dijo Jehová. 39 ¡Cómo ha sido quebrantado! aullád: ¡cómo volvió la cerviz Moab, y fue avergonzado! Y fue Moab en escarnio, y en espanto a todos los que están en sus al derredores. 40 Porque así dijo Jehová: He aquí que como águila volará, y extenderá sus alas a Moab. 41 Tomadas son las ciudades, y tomadas son las fortalezas; y será aquel día el corazón de los valientes de Moab como el corazón de mujer en angustias. 42 Y Moab será destruido para más no ser pueblo; porque se engrandeció contra Jehová. 43 Miedo, y hoyo, y lazo sobre ti, o! morador de Moab, dijo Jehová. 44 El que huyere del miedo, caerá en el hoyo; y el que saliere del hoyo, será preso del lazo; porque yo traeré sobre él, sobre Moab, el año de su visitación, dijo Jehová. 45 A la sombra de Jesebón se pararon los que huían de la fuerza; porque salió fuego de Jesebón, y llama de en medio de Sejón, y quemó el rincón de Moab, y la mollera de los hijos revoltosos. 46 ¡Ay de ti, Moab! pereció el pueblo de Camos; porque tus hijos fueron presos en cautividad, y tus hijas en cautiverio. 47 Y haré tornar el cautiverio de Moab en lo postrero de los tiempos, dijo Jehová. Hasta aquí es el juicio de Moab. 49  1 De los hijos de Ammón: Así dijo Jehová: ¿No tiene hijos Israel? ¿No tiene heredero? ¿Por qué tomó como por heredad el rey de ellos a Gad, y su pueblo habitó en sus ciudades? 2 Por tanto he aquí, vienen días, dijo Jehová, en que haré oír en Rabbat de los hijos de Ammón clamor de guerra; y será puesta en montón de asolamiento, y sus ciudades serán puestas a fuego, e Israel tomará por heredad a los que los tomaron a ellos, dijo Jehová. 3 Aulla, o! Jesebón, porque destruida es Hai: clamád, hijas de Rabbat, vestíos de sacos, endechád, y rodeád por los vallados; porque el rey de ellos fue en cautividad, sus sacerdotes, y sus príncipes juntamente. 4 ¿Por qué te glorías de los valles? tu valle se escurrió, o! hija contumaz, la que confía en sus tesoros, la que dice: ¿Quién vendrá contra mi? 5 He aquí, yo traigo sobre ti espanto, dice el Señor Jehová de los ejércitos, de todos tus al derredores, y seréis lanzados cada uno delante de su rostro, y no habrá quien recoja al vagabundo. 6 Y después de esto haré tornar la cautividad de los hijos de Ammón, dijo Jehová. 7 ¶ De Edom: Así dijo Jehová de los ejércitos: ¿No hay más sabiduría en Temán? ¿Ha perecido el consejo en los sabios? ¿corrompióse su sabiduría? 8 Huid, volvéos, escondéos en simas para estar, o! moradores de Dedán; porque el quebrantamiento de Esaú traeré sobre él, al tiempo que le tengo de visitar. 9 Si vendimiadores vinieran contra ti, ¿no dejarán rebuscos? Si ladrones de noche, tomarán lo que hubieran menester. 10 Mas yo desnudaré a Esaú, descubriré sus escondrijos, no se podrá esconder: será destruida su simiente, y sus hermanos, y sus vecinos; y no será. 11 Deja tus huérfanos, yo los criaré; y tus viudas sobre mí se confiarán. 12 Porque así dijo Jehová: He aquí que los que no estaban condenados a beber del cáliz, bebiendo beberán, ¿y tú, absolviendo serás absuelto? no serás absuelto: mas, bebiendo beberás. 13 Porque por mí juré, dijo Jehová, que en asolamiento, en vergüenza, en soledad, y en maldición será Bosra; y todas sus ciudades serán en asolamientos perpetuos. 14 La fama oí, que de parte de Jehová había sido enviado mensajero a las gentes, diciendo: Juntáos, y veníd contra ella, y levantáos a la batalla. 15 Porque he aquí que pequeño te he puesto entre las gentes, menospreciado entre los hombres. 16 Tu arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón: que habitas en cavernas de peñas, que tienes la altura del monte: aunque alces, como águila tu nido, de allí te haré descender, dijo Jehová. 17 Y será Edom en asolamiento: todo aquel que pasare por ella se espantará, y silbará sobre todas sus plagas. 18 Como en el trastornamiento de Sodoma, y de Gomorra, y de sus ciudades vecinas, será, dijo Jehová: no morará allí nadie, ni la habitará hijo de hombre. 19 He aquí que como león subirá de la hinchazón del Jordán a la morada fuerte; porque haré reposo, y hacerle he correr de sobre ella; y al que fuere escogido la encargaré; porque, ¿quién es semejante a mí? ¿o quién me emplazará? ¿o quién será aquel pastor que me osará resistir? 20 Por tanto oíd el consejo de Jehová, que ha acordado sobre Edom; y sus pensamientos que ha pensado sobre los moradores de Temán: Ciertamente los más pequeños del hato los arrastrarán, y destruirán sus moradas con ellos. 21 Del estruendo de la caída de ellos la tierra tembló, y el grito de su voz se oyó en el mar Bermejo. 22 He aquí que como águila subirá, y volará; y extenderá sus alas sobre Bosra; y el corazón de los valientes de Edom será en aquel día como el corazón de mujer en angustias. 23 ¶ De Damasco: Avergonzóse Emat, y Arfad, porque oyeron malas nuevas: derritiéronse en aguas de desmayo, no pueden asosegarse. 24 Desmayóse Damasco, volvióse para huir, y le tomó temblor; angustia y dolores le tomaron, como de mujer que está de parto. 25 ¡Cómo no dejaron a la ciudad de alabanza, ciudad de mi gozo! 26 Por tanto sus mancebos caerán en sus plazas, y todos los hombres de guerra morirán en aquel día, dijo Jehová de los ejércitos. 27 Y haré encender fuego en el muro de Damasco, y consumirá las casas de Benadad. 28 ¶ De Cedar, y de los reinos de Asor, los cuales hirió Nabucodonosor, rey de Babilonia: Así dijo Jehová: Levantáos, subíd contra Cedar, y destruíd los hijos de Cedem. 29 Sus tiendas y sus ganados tomarán, sus cortinas, y todos sus vasos, y sus camellos tomarán para sí; y llamarán contra ellos miedo al derredor. 30 Huid, alejáos muy lejos, metéos en simas para estar, o! moradores de Asor, dijo Jehová; porque tomó consejo contra vosotros Nabucodonosor, rey de Babilonia, y pensó contra vosotros pensamiento. 31 Levantáos, subíd a nación pacífica que vive seguramente, dice Jehová, que ni tienen puertas, ni cerrojos; que viven solos. 32 Y serán sus camellos por presa, y la multitud de sus ganados por despojo; y esparcirlos he por todos vientos, echados hasta el postrer rincón; y de todos sus lados les traeré su ruina, dijo Jehová. 33 Y Asor será morada de dragones, soledad para siempre: ninguno morará allí, ni hijo de hombre la habitará. 34 ¶ Palabra de Jehová que fue a Jeremías profeta a cerca de Elam, en el principio del reino de Sedecías, rey de Judá, diciendo: 35 Así dijo Jehová de los ejércitos: He aquí que yo quiebro el arco de Elam, principio de su fortaleza. 36 Y traeré sobre Elam los cuatro vientos de los cuatro cantones del cielo, y aventarlos he a todos estos vientos, ni habrá nación adonde no vengan extranjeros de Elam. 37 Y haré que Elam haya temor delante de sus enemigos, y delante de los que buscan su alma, y traeré sobre ellos mal, y el furor de mi enojo, dijo Jehová; y enviaré en pos de ellos espada hasta que los acabe. 38 Y pondré mi trono en Elam, y destruiré de allí rey y príncipes, dijo Jehová. 39 Mas acontecerá en lo postrero de los días, que haré tornar la cautividad de Elam, dijo Jehová. 50  1 Palabra que habló Jehová contra Babilonia, contra la tierra de los Caldeos, por mano de Jeremías profeta. 2 Denunciád en las naciones, y hacéd saber: levantád también bandera: hacéd saber, y no encubráis: decíd: Tomada es Babilonia, avergonzado es Bel, deshecho es Merodac, avergonzadas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos. 3 Porque subió contra ella nación de la parte del aquilón, la cual pondrá su tierra en asolamiento; y no habrá quien en ella more: ni hombre ni animal: se movieron, se fueron. 4 ¶ En aquellos días, y en aquel tiempo, dice Jehová, vendrán los hijos de Israel, ellos, y los hijos de Judá juntamente, irán andando y llorando, y buscarán a Jehová su Dios. 5 Por el camino de Sión preguntarán, allí enderezarán sus rostros: Veníd, y juntáos a Jehová con concierto eterno, que jamás se ponga en el olvido. 6 Ovejas perdidas fueron mi pueblo, sus pastores las hicieron errar, por los montes las descarriaron: anduvieron de monte en collado, olvidáronse de sus majadas, 7 Todos los que los hallaban, los comían; y sus enemigos decían: No pecaremos; porque ellos pecaron a Jehová, morada de justicia, y esperanza de sus padres Jehová. 8 Huid de en medio de Babilonia, y salíd de tierra de Caldeos; y sed como los mansos delante del ganado: 9 ¶ Porque he aquí que yo despierto, y hago subir contra Babilonia congregación de grandes naciones de la tierra del aquilón; y desde allí se aparejarán contra ella, y será tomada: sus flechas, como de valiente diestro, no se tornará en vano. 10 Y la tierra de los Caldeos será por presa: todos los que la saquearen, saldrán hartos, dijo Jehová. 11 Porque os alegrasteis, porque os gozasteis destruyendo mi heredad; porque os henchisteis como becerra de renuevos, y relinchasteis como caballos: 12 Vuestra madre se avergonzó mucho, afrentóse la que os engendró. Veis aquí las postrimerías de las naciones, desierto, sequedad, y páramo. 13 Por la ira de Jehová no se habitará, mas será asolada toda ella: todo hombre que pasare por Babilonia se asombrará, y silbará sobre todas sus plagas. 14 Apercibíos contra Babilonia al derredor: todos los que entesáis arcos tirád contra ella: no os duelan las saetas, porque pecó contra Jehová. 15 Gritád contra ella en derredor: Dio su mano, caído han sus fundamentos, derribados son sus muros; porque venganza es de Jehová. Tomád venganza de ella: hacéd con ella como ella hizo. 16 Talád de Babilonia sembrador, y el que tiene hoz en tiempo de la siega: delante de la espada forzadora cada uno volverá el rostro hacia su pueblo, cada uno huirá hacia su tierra. 17 Ganado descarriado ha sido Israel, leones le amontaron: el rey de Asiria lo tragó el primero, este Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo desosó el postrero. 18 Por tanto así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo visito al rey de Babilonia, y a su tierra, como visité al rey de Asiria. 19 Y tornaré a traer a Israel a su morada, y pacerá al Carmelo, y a Basán; y en el monte de Efraím, y de Galaad se hartará su alma. 20 En aquellos días, y en aquel tiempo, dijo Jehová, la maldad de Israel será buscada, y no parecerá; y los pecados de Judá, y no se hallarán; porque perdonaré a los que yo hubiere dejado. 21 Sube contra la tierra de contumaces, contra ella, y contra los moradores de la visitación. Destruye, y mata en pos de ellos, dijo Jehová; y haz conforme a todo lo que yo te he mandado. 22 Estruendo de guerra en la tierra, y quebrantamiento grande. 23 ¿Cómo fue cortado y quebrado el martillo de toda la tierra? ¿Cómo se tornó Babilonia en desierto entre las naciones? 24 Púsete lazos, y aun fuiste tomada, o! Babilonia, y tú no lo supiste: fuiste hallada, y aun presa, porque provocaste a Jehová. 25 Abrió Jehová su tesoro, y sacó los vasos de su furor; porque esta es obra de Jehová Dios de los ejércitos en la tierra de Caldeos. 26 Veníd contra ella desde el cabo de la tierra: abríd sus alfolíes: holládla como a parva, y destruídla: no le queden residuos. 27 Matád a todos sus novillos, vayan al matadero: ¡ay de ellos! que venido es su día, el tiempo de su visitación. 28 Voz de los que huyen y escapan de la tierra de Babilonia se oye, para que den las nuevas en Sión de la venganza de Jehová nuestro Dios, de la venganza de su templo. 29 Hacéd juntar sobre Babilonia flecheros, a todos los que entesan arco: asentád campo sobre ella al derredor, no escape de ella ninguno: pagádle según su obra; conforme a todo lo que ella hizo hacéd con ella; porque contra Jehová se ensoberbeció, contra el Santo de Israel. 30 Por tanto sus mancebos caerán en sus plazas, y todos sus hombres de guerra serán talados en aquel día, dijo Jehová. 31 He aquí yo contra ti, o! soberbio, dijo el Señor Jehová de los ejércitos, porque tu día es venido, el tiempo en que te visitaré. 32 Y el soberbio tropezará, y caerá, y no tendrá quien le levante; y encenderé fuego en sus ciudades, y quemará todos sus al derredores. 33 Así dijo Jehová de los ejércitos: Oprimidos fueron los hijos de Israel, y los hijos de Judá juntamente; y todos los que los tomaron cautivos, se los retuvieron: no los quisieron soltar. 34 El Redentor de ellos es el fuerte, Jehová de los ejércitos es su nombre: pleiteando pleiteará su pleito para hacer quietar la tierra, y turbar los moradores de Babilonia. 35 Espada sobre los Caldeos, dijo Jehová, y sobre los moradores de Babilonia, y sobre sus príncipes, y sobre sus sabios. 36 Espada sobre los adivinos, y enloquecerán: espada sobre sus valientes, y serán quebrantados. 37 Espada sobre sus caballos, y sobre sus carros, y sobre todo el vulgo que está en medio de ella; y serán como mujeres: espada sobre sus tesoros, y serán saqueados. 38 Sequedad sobre sus aguas, y secarse han; porque tierra es de esculturas, y en ídolos enloquecen. 39 Por tanto morarán bestias monteses con gatos: morarán también en ella pollos de avestruz, ni más será poblada para siempre, ni se habitará de generación en generación. 40 Como en el trastornamiento de Dios a Sodoma, y a Gomorra, y a sus ciudades vecinas, dijo Jehová, no morará allí hombre, ni hijo de hombre la habitará. 41 He aquí que un pueblo viene de la parte del aquilón, y una gran nación, y muchos reyes se levantarán de los lados de la tierra: 42 Arco y lanza tomarán, serán crueles, y no tendrán piedad: su tropel sonará como la mar, y cabalgarán sobre caballos: apercebirse han como hombre a la pelea contra ti, o! hija de Babilonia. 43 Oyó su fama el rey de Babilonia, y sus manos se descoyuntaron, angustia le tomó, dolor como de mujer de parto. 44 He aquí que como león subirá de la hinchazón del Jordán a la morada fuerte; porque haré reposo, y hacerle he correr de sobre ella; y al que fuere escogido la encargaré; porque ¿quién es semejante a mí? ¿o quién me emplazará? ¿o quién será aquel pastor que me osará resistir? 45 Por tanto oíd el consejo de Jehová, que ha acordado sobre Babilonia, y sus pensamientos que ha pensado sobre la tierra de los Caldeos. Ciertamente los más pequeños del hato los arrastrarán, y destruirán sus moradas con ellos. 46 Del grito de la toma de Babilonia la tierra tembló; y el clamor se oyó entre las naciones. 51  1 Así dijo Jehová: He aquí que yo levanto sobre Babilonia, y sobre sus moradores, que de corazón se levantan contra mí, un viento destruidor. 2 Y enviaré en Babilonia aventadores que la aventen, y vaciarán su tierra; porque serán contra ella de todas partes en el día del mal. 3 Diré al flechero que entesa su arco, y al que se pone orgulloso con su loriga: No perdonéis a sus mancebos; destruíd todo su ejército. 4 Y caerán muertos en la tierra de los Caldeos, y alanceados en sus calles. 5 Porque no ha enviudado Israel y Judá de su Dios, Jehová de los ejércitos, aunque su tierra fue llena de pecado al Santo de Israel. 6 Huid de en medio de Babilonia, y escapád cada uno su alma, porque no perezcáis a causa de su maldad; porque el tiempo es de venganza de Jehová: darle ha su pago. 7 Vaso de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que embriaga toda la tierra: de su vino bebieron las naciones, por tanto enloquecerán las naciones. 8 En un momento cayó Babilonia, y se quebrantó: aullád sobre ella: tomád bálsamo para su dolor: quizá sanará. 9 Curamos a Babilonia, y no sanó: dejádla, y vámonos cada uno a su tierra; porque llegado ha hasta el cielo su juicio; y alzádose ha hasta las nubes. 10 Jehová sacó a luz nuestras justicias: veníd, y contemos en Sión la obra de Jehová nuestro Dios. 11 Limpiád las saetas, embrazád los escudos: despertado ha Jehová el espíritu de los reyes de Media, porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla; porque venganza es de Jehová, venganza es de su templo. 12 Levantád bandera sobre los muros de Babilonia: fortificád la guarda, ponéd guardas: aparejád celadas; porque aun pensó Jehová, y aun puso en efecto lo que dijo sobre los moradores de Babilonia. 13 La que moras entre muchas aguas, rica de tesoros, venido ha tu fin, la medida de tu codicia. 14 Jehová de los ejércitos juró por sí mismo: Si no te hinchiere de hombres como de langostas, y cantarán sobre ti canción de lagareros. 15 El que hace la tierra con su fortaleza, el que afirma el mundo con su sabiduría, y extiende los cielos con su prudencia. 16 El que da con voz multitud de aguas del cielo: después él hace subir las nubes de lo postrero de la tierra: hace relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus tesoros. 17 Todo hombre se enloquece a esta sabiduría: todo platero se avergüenza de la escultura, porque mentira es su vaciadizo, que no tienen espíritu. 18 Vanidad son, y obra de escarnios, en el tiempo de su visitación perecerán. 19 No es como ellos la parte de Jacob; porque él es el formador de todo: e Israel es la vara de su heredad: Jehová de los ejércitos es su nombre. 20 Martillo me sois, o! armas de guerra, y por ti quebrantaré naciones; y por ti desharé reinos; 21 Y por ti quebrantaré caballos y sus caballeros; y por ti quebrantaré carros y los que en ellos suben; 22 Y por ti quebrantaré varones y mujeres; y por ti quebrantaré viejos y mozos; y por ti quebrantaré mancebos y vírgenes; 23 Y por ti quebrantaré al pastor y a su manada; por ti quebrantaré labradores y sus yuntas; y por ti quebrantaré duques y príncipes. 24 Y pagaré a Babilonia, y a todos los moradores de Caldea, todo el mal de ellos, que hicieron en Sión delante de vuestros ojos, dijo Jehová. 25 He aquí yo contra ti, o! monte destruidor, dijo Jehová, que destruiste toda la tierra; y extenderé mi mano sobre ti, y hacerte he rodar de las peñas, y tornarte he monte quemado. 26 Y nadie tomará de ti piedra para esquina, ni piedra para cimiento; porque en perpetuos asolamientos serás, dijo Jehová. 27 Alzád bandera en la tierra, tocád trompeta en las naciones, apercebíd naciones contra ella, juntád contra ella los reinos de Ararat, de Minni, y de Ascenes: señalád contra ella capitán, hacéd subir caballos como langostas erizadas. 28 Apercebíd contra ella naciones: a reyes de Media, a sus capitanes, y a todos sus príncipes, y a toda la tierra de su señorío. 29 Y temblará la tierra, y afligirse ha; porque confirmado es contra Babilonia todo el pensamiento de Jehová, para poner la tierra de Babilonia en soledad, y que no haya morador. 30 Los valientes de Babilonia dejaron de pelear, estuviéronse en los fuertes: faltóles su fortaleza: tornáronse como mujeres: encendieron los enemigos sus casas, quebraron sus cerrojos. 31 Correo se encontrará con correo, y mensajero se encontrará con mensajero, para dar las nuevas al rey de Babilonia, que su ciudad es tomada por todas partes: 32 Y los vados fueron tomados, y los carrizos fueron quemados a fuego, y los hombres de guerra se asombraron. 33 Porque así dijo Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: la hija de Babilonia es como parva, tiempo es ya de trillarla: de aquí a un poco le vendrá el tiempo de la siega. 34 Comióme, y desmenuzóme Nabucodonosor, rey de Babilonia: paróme como vaso vacío: tragóme como dragón: hinchió su vientre de mis delicadezas, y me echó. 35 Mi robo y mi carne está en Babilonia, dirá la moradora de Sión; y mi sangre en los moradores de Caldea, dirá Jerusalem. 36 Por tanto así dijo Jehová: He aquí que yo juzgo tu causa, y vengaré tu venganza; y secaré su mar, y haré que quede seca su corriente. 37 Y será Babilonia en majanos morada de dragones, espanto, y silbo, sin morador. 38 A una bramarán como leones: bramarán como cachorros de leones. 39 En su calor les pondré sus banquetes; y haréles que se embriaguen para que se alegren, y duerman eterno sueño, y no despierten, dijo Jehová. 40 Hacerlos he traer como corderos al matadero, como carneros con machos de cabrío. 41 ¿Cómo fue presa Sesac, y fue tomada la que era alabada por toda la tierra? ¿Cómo fue por espanto Babilonia entre las naciones? 42 Subió la mar sobre Babilonia, de la multitud de sus ondas fue cubierta. 43 Sus ciudades fueron asoladas, la tierra seca y desierta, tierra que no morará en ella nadie, ni pasará por ella hijo de hombre, 44 Y visitaré a Bel en Babilonia, y sacaré de su boca lo que ha tragado; y naciones no vendrán más a él; y el muro de Babilonia caerá. 45 Salíd de en medio de ella, pueblo mío, y escapád cada uno su vida de la ira del furor de Jehová. 46 Y porque no se enternezca vuestro corazón, y temáis, a causa de la fama que se oirá por la tierra: en un año vendrá la fama, y después en otro año el rumor, y luego vendrá la violencia en la tierra, y el enseñoreador sobre el que enseñorea. 47 Por tanto he aquí que vienen días que yo visitaré las esculturas de Babilonia, y toda su tierra se avergonzará, y todos sus muertos caerán en medio de ella. 48 Y los cielos, y la tierra, y todo lo que en ellos está, dirán alabanzas sobre Babilonia; porque de la parte del aquilón vendrán sobre ella destruidores, dijo Jehová. 49 Pues que Babilonia fue causa que cayesen muertos de Israel, también por causa de Babilonia cayeron muertos de toda la tierra. 50 Los que escapasteis de la espada, andád, no os detengáis: acordáos por muchos días de Jehová, y acordáos de Jerusalem. 51 Estamos avergonzados, porque oímos la afrenta: cubrió vergüenza nuestros rostros, porque vinieron extranjeros contra los santuarios de la casa de Jehová. 52 Por tanto, he aquí, vienen días, dijo Jehová, que yo visitaré sus esculturas, y en toda su tierra gemirá herido de muerte. 53 Si se subiese Babilonia al cielo, y si fortaleciere en lo alto su fuerza, de mí vendrán a ella destruidores, dijo Jehová. 54 Sonido de grito de Babilonia, y quebrantamiento grande de la tierra de los Caldeos. 55 Porque Jehová destruye a Babilonia, y quitará de ella el mucho estruendo; y bramarán sus ondas: como muchas aguas será el sonido de la voz de ellos: 56 Porque vino contra ella, contra Babilonia, destruidor, y sus valientes fueron presos, el arco de ellos fue quebrado; porque el Dios de pagas Jehová pagará pagando. 57 Y embriagaré sus príncipes, y sus sabios, sus capitanes, y sus nobles, y sus fuertes; y dormirán sueño eterno, y no despertarán, dice el Rey, Jehová de los ejércitos es su nombre. 58 Así dijo Jehová de los ejércitos: El muro ancho de Babilonia derribando será derribado, y sus altas puertas serán quemadas a fuego; y trabajarán pueblos y naciones en vano en el fuego, y cansarse han. 59 ¶ Palabra que envió Jeremías profeta a Saraías, hijo de Nerías, hijo de Maasías, cuando iba con Sedecías, rey de Judá, a Babilonia, el cuarto año de su reino; y era Saraías el principal camarero. 60 Y escribió Jeremías en un libro todo el mal que había de venir sobre Babilonia: todas las palabras que están escritas contra Babilonia. 61 Y dijo Jeremías a Saraías: Cuando llegares a Babilonia, y vieres, y leyeres todas estas cosas, 62 Dirás: Jehová, tú dijiste contra este lugar que lo habías de talar, hasta no quedar en él morador, ni hombre, ni animal, mas que para siempre ha de ser asolado. 63 Y será que cuando acabares de leer este libro, atarle has una piedra, y echarlo has en medio del Éufrates; 64 Y dirás: Así será anegada Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella: y cansarse han. Hasta aquí son las palabras de Jeremías. 52  1 Era Sedecías de edad de veinte y un años cuando comenzó a reinar; y reinó once años en Jerusalem. Su madre se llamaba Amital, hija de Jeremías de Lebna. 2 E hizo lo malo en los ojos de Jehová, conforme a todo lo que hizo Joacim. 3 Porque a causa de la ira que tuvo Jehová contra Jerusalem, y Judá, hasta echarlos de su presencia, Sedecías rebeló contra el rey de Babilonia. 4 Aconteció pues a los nueve años de su reino, en el mes décimo, a los diez días del mes, que vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, él y todo su ejército contra Jerusalem, y asentaron sobre ella campo, y edificaron sobre ella bastiones de todas partes. 5 Y estuvo cercada la ciudad hasta el undécimo año del rey Sedecías. 6 En el mes cuarto, a los nueve del mes, prevaleció la hambre en la ciudad hasta no haber pan para el pueblo de la tierra. 7 Y fue entrada la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron, y saliéronse de la ciudad de noche por el camino del postigo que está entre los dos muros, que estaban cerca del jardín del rey, y fuéronse por el camino del desierto, estando aun los Caldeos junto a la ciudad al derredor. 8 Y el ejército de los Caldeos siguió al rey, y alcanzaron a Sedecías en los llanos de Jericó, y todo su ejército se esparció de él. 9 Prendieron pues al rey, e hiciéronle venir al rey de Babilonia en Reblata en tierra de Emat; y pronunció contra él sentencia. 10 Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedecías delante de sus ojos, y también degolló a todos los príncipes de Judá en Reblata. 11 A Sedecías empero sacó los ojos, y púsole en grillos, e hízole el rey de Babilonia traer a Babilonia; y púsole en la casa de la cárcel hasta el día que murió. 12 Y en el mes quinto a los diez del mes, que era este año el año diez y nueve del reino de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalem Nabuzardán, capitán de la guarda, que solía estar delante del rey de Babilonia. 13 Y encendió a fuego la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalem; y toda grande casa quemó a fuego. 14 Y todo el ejército de los Caldeos, que venía con el capitán de la guarda, destruyó todos los muros de Jerusalem en derredor. 15 E hizo traspasar Nabuzardán, capitán de la guarda, los pobres del pueblo, y toda la otra gente vulgar que habían quedado en la ciudad, y los fugitivos, que se habían huido al rey de Babilonia, y todo el resto de la multitud vulgar. 16 Mas de los pobres de la tierra dejó Nabuzardán, capitán de la guarda, para viñeros y labradores. 17 Y los Caldeos quebraron las columnas de metal que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y el mar de metal, que estaba en la casa de Jehová; y llevaron todo el metal a Babilonia. 18 Llevaron también los calderos, y los badiles, y los salterios, y las tazas, y los cucharones, y todos los vasos de metal con que se servían; 19 Y las copas, e incensarios, y lebrillos, y ollas, y candeleros, y escudillas, y tazas: lo que de oro de oro, y lo que de plata de plata, llevó el capitán de la guarda: 20 Dos columnas, un mar, y doce bueyes de metal que estaban debajo de las basas, que hizo el rey Salomón en la casa de Jehová: no se podía pesar el metal de todos estos vasos. 21 Cuanto a las columnas, la altura de la una columna era diez y ocho codos, y una cuerda de doce codos la cercaba de cuatro dedos de grueso de vaciadizo. 22 Y el capitel de metal que estaba sobre ella era de altura de cinco codos, y había una red, y granadas en el capitel al derredor, todo de metal; y otro tanto era lo de la segunda columna con sus granadas. 23 Había noventa y seis granadas en cada orden: todas ellas eran ciento sobre la red al derredor. 24 Tomó también el capitán de la guarda a Saraías sacerdote principal, y a Sofonías segundo sacerdote, y tres guardas de la puerta: 25 Y de la ciudad tomó un eunuco que era capitán sobre los hombres de guerra, y siete hombres de los que veían la cara del rey, que se hallaron en la ciudad, y el principal escribano de la guerra que cogía al pueblo de la tierra para la guerra, y sesenta varones del vulgo de la tierra, que se hallaron dentro de la ciudad: 26 Tomólos Nabuzardán, capitán de la guarda, y trájolos al rey de Babilonia a Reblata. 27 Y el rey de Babilonia los hirió, y los mató en Reblata en tierra de Emat; y Judá fue trasportado de su tierra. 28 Este es el pueblo que Nabucodonosor hizo traspasar en el año séptimo, tres mil y veinte y tres Judíos. 29 En el año diez y ocho Nabucodonosor hizo traspasar de Jerusalem ochocientas y treinta y dos personas. 30 El año veinte y tres de Nabucodonosor, traspasó Nabuzardán, capitán de la guarda, setecientas y cuarenta y cinco personas de los Judíos: todas las personas son cuatro mil y seiscientas. 31 Y acaeció que en el año treinta y siete de la cautividad de Joacín, rey de Judá, en el mes doceno a los veinte y cinco del mes, Evil-merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reino, alzó la cabeza de Joacín, rey de Judá, y le sacó de la casa de la cárcel. 32 Y habló con él amigablemente, e hizo poner su trono sobre los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. 33 E hízole mudar las ropas de su cárcel, y comía pan delante de él siempre todos los días de su vida. 34 Y continuamente se le daba ración por el rey de Babilonia, cada cosa en su día, todos los días de su vida, hasta el día que murió.